Scarlet

32

El día de la boda al fin llegó, Ángela se sentía la mujer más desdichada del mundo, su madre, sus tías e incluso su suegra notaron que no era la novia feliz que se suponía. Pero Ángela ocultaba todo, su embarazo y el trato abusivo que Alejandro le proporcionaba. Además de ello se iba a casar con él bajo amenaza.

Cuando ella estaba lista A pesar de todo lo triste que estaba, Ángela se veía muy hermosa con el vestido de novia. Sus padres y su hermano se fueron a la iglesia. Con ella se quedó Maru que era una de las damas de honor.

Su amiga le dijo con nostalgia:

—Te ves tan hermosa, pareces una princesa, lástima que no lo amas y que él sea así contigo.

Ángela no le contestó nada, de pronto se puso a llorar.

—Perdón amiga ni quería hacerte sentir mal.

—No es por lo que dijiste, es que me siento terrible, me siento tan sola. En este momento siento que es mejor estar muerta que seguir viviendo así.

—¿No vas a casarte?

—No, me acabo de dar cuenta que casada o no igual voy a estar muerta, si hoy Alejandro me mata al menos no estaré con él.

En la iglesia todos estaban esperando a la novia, incluyendo a Alejandro, quien ya se estaba impacientando, pues pasó la hora pautada y Ángela no apareció, el padre del novio le dijo a Alberto:

—¿Por qué tu hija no llega?

—No sé qué habrá pasado Renato, ya envíe a Carlos Daniel a la casa.

La gente ya estaba murmurando. El celular de Alberto sonó, era Carlos Daniel.

—Papá es mejor que mamá y tú se vengan a la casa de inmediato.

El padre de Alejandro estaba a su lado y escuchó cuando Alberto le dijo a su hijo:

—¿Cómo que no vendrá a casarse?

Renato puso una dura expresión. Alberto con cara de preocupación colgó la llamada, Renato le dijo:

—¿Cómo qué tu hija no vendrá a casarse?

—No sé qué está sucediendo, Ángela dice que no se puede casar con Alejandro.

—¿Y lo dice hoy cuando él ya está esperándola en el altar?

—Lo siento, no tengo claras las cosas, debo ir a mi casa, dile a tu hijo lo que sucede.

Después que Alberto buscó a Regina y se marcharon, Renato se acercó a Alejandro y le dijo en voz baja:

—Ángela no vendrá a casarse.

—¿Qué?

—Alberto y Regina van en camino a ver qué sucede con ella.

—¿Me estás diciendo que mi novia me dejó plantado en el altar?

—Hay que suspender la boda y ver qué sucede con esa muchacha.

Alejandro puso muy mala expresión en el rostro, entonces le dijo:

—Ángela me va a oír. —Él avanzó para irse. Su padre lo jaló del brazo.

—Ten cuidado.

—Suéltame papá, debo ir a verla.

—Te pido que te comportes. —Alejandro con arrogancia le dijo:

—Si papá, me comportaré como un caballero delante de la dama que me acaba de dejar plantado delante de toda la alta sociedad de Miami.

Alberto y Regina llegaron a la casa. Ángela no quería salir de su habitación y tenía la puerta con llave.

—¿Qué te ha dicho Ángela?

—Nada, no quiere salir de su habitación.

—Vamos arriba Alberto.

—Hija abre, ¿Qué sucede? —Le dijo su madre.

Ellos llamaron a la puerta, Ángela se encontraba sentada al borde de la cama y no contestaba y estaba llorando.

—Hija lo que sea debes decirnos. Alejandro y sus padres vendrán pronto, lo que sea que te esté pasando te vamos a ayudar.

Ellos insistieron, entonces Ángela abrió la puerta y abrazó a su mamá, estaba como un pollito asustado. Alberto cuando la vio así comprendió que algo grave sucedía y le preguntó:

—¿Qué pasa hija? sácanos de esta angustia.

—No puedo y no quiero casarme con Alejandro, me tiene amenazada, me dijo que si no me casaba con él me mataría y luego se mataba él.

—¿Y por qué te amenaza?

—Días antes de nuestro compromiso rompí con él, al otro día me secuestró, intentó matarme con un arma de fuego, tuve que prometerle que nos casaríamos. Tengo miedo.

Alberto con impotencia le dijo:

—Me hubieras dicho antes.

—No tenía valentía para hacerlo. Pero ahora...

—¿Ahora qué? —Dijo Alejandro con la voz ronca e intimidante. Ella no le contestó, él la miraba con ojos profundos llenos de odio y el sudor le recorría la frente y el cuello.

Regina estaba asombrada por la transformación de Alejandro que siempre aparentaba ser un hombre muy dulce y educado, pero ahora tenía la apariencia de un tipo violento.

—Quiero hablar a solas con Ángela. —Dijo con voz imperante.

Ella les dijo:

—Déjenme sola con él. —A Regina le dio miedo dejarlos solos—. Debo dejar claras las cosas con Alejandro.

—Vamos Regina, dejemos que hablen a solas. —Dijo Alberto.

—Hija estaremos en la sala.

—Sí mamá.

Alejandro no le quitaba los ojos de encima a Ángela, tenía apretados los puños y las venas del cuello se le veían acentuadas, cualquiera que lo viera se daba cuenta de que tan furioso se encontraba.

Cuando ellos salieron él cerró la puerta, luego volteó a mirarla a ella.

—Bien... soy todo oído. —Ella se quedó muda, Alejandro se acercó y la agarró de la quijada y la miraba como león a su presa.

—Dime qué coños está pasando, ¿por qué te atreviste dejarme en ridículo delante de todos?

—Sabías que no quería casarme. —Él alzó la voz.

—¿Cómo te atreviste?

Los padres de Alejandro llegaron.

—¿Qué sucedió? —Preguntó Renato.

—Arriba están hablando a solas. —Contestó Alberto.

—Mi hijo está muy enojado. Me preocupa por cómo vaya a actuar en esta situación.

Ángela le dijo a Alejandro con fuerza:

—Estoy embarazada. —Alejandro se sorprendió.

—¿Qué?

—Tengo un mes de embarazo.

—¿Y cómo se supone que sucedió si no... ¿Te has estado revolcando con otro?... eres una maldita zorra.

Sin previo aviso Alejandro le dio una bofetada con tal fuerza que ella cayó al suelo, entonces de inmediato la agarró y la tiró encima de la cama y se abalanzó sobre ella para ahorcarla y Ángela gritó, todos abajo la oyeron y corrieron a su habitación, pero la puerta estaba trancada.




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