Ellos salieron de la habitación y se fueron hacía las escaleras, antes de comenzar a bajar Alejandro de forma impulsiva corrió a la habitación de Ángela, pero Carlos Daniel y Alberto lo detuvieron en la puerta, entonces comenzó a gritarle a ella:
—Esto no se quedará así Ángela, te lo juro, me la vas a pagar.
Carlos Daniel ya estaba furioso y le gritó a Alejandro.
—No le hables en ese tono a mi hermana imbécil.
—Tú te callas, yo le hablo a ella como se me dé la regalada gana.
Carlos Daniel no se contuvo más y se abalanzó contra Alejandro y lo golpeó en la cara. Alejando no se quedó atrás y fue más agresivo, le pegó a Carlos Daniel sin contemplación. Alberto y Renato los separaron.
Alberto le dijo a Renato:
—O te llevas a tu hijo o tendré que pasar por la pena de llamar a la policía.
Renato agregó:
—Basta Alejandro, ya no le eches más leña al fuego. No te preocupes Alberto, ya nos vamos.
Después que se marcharon, Alberto se fue a la habitación de Ángela.
—Cómo estás hija.
—Bien papá. —Ella tenía un semblante muy triste y el maquillaje se le había corrido de tanto llorar. Su padre agregó:
—Hiciste bien en no casarte con ese tipejo, debiste decirnos antes lo que te estaba haciendo.
Regina intervino:
—La tenía amenazada, ella tenía miedo.
—Pero ahora cuentas con nosotros hija. Iremos en cuanto antes a la policía a denunciar a ese patán.
—¿Para qué papá?
—Para que lo metan preso por todo lo que te ha hecho.
—No quiero ir a la policía.
—Pero te golpeó, mírate como estas.
—Solo quiero olvidarme de esto por favor, además si hacemos eso nos ganaremos de enemigos a su familia, es mejor que dejemos las cosas así.
—No me importa si el mundo se nos vienen encima, ese patán debe pagar por lo que te hizo.
—No quiero, con no volverlo a ver es suficiente, quiero ya que acabe esta pesadilla.
Regina agregó:
—Alberto es mejor que le hagamos caso a ella, si vamos a la policía será un problema que se prolongará, es mejor así, que lo que ella ha tenido que sufrir acabe aquí.
—Está bien, dejaremos las cosas así.
Cuando los Alcázar llegaron a su casa, Alejandro se fue a su habitación, lleno de ira y comenzó a tirar cosas y a darle patadas a las puertas del armario. Su padre entró y con enojo le dijo:
Basta Alejandro, ¿hasta cuándo vas a seguir comportándote como un desquiciado? ya me tienes harto.
Alejandro volteó a ver a su padre con una mirada oscura, tenía los labios retorcidos y los ojos aguados; después comenzó a sollozar y le dijo:
—¿Te parece poco lo que Ángela me hizo? me traicionó con otro hombre, me humilló delante de todos, ella y eso tipo se burlaron de mí.
—Como sea que hayan sucedido las cosas debes superarlo.
Alejandro se quedó mirándolo, de pronto le salieron un par de lágrimas y con la voz entrecortada le dijo:
—¿No te importa verdad? me han humillado delante de todos y a ti te da lo mismo, pero si fuera mi hermano estarías pegando un grito al cielo.
—No digas eso Alejandro, simplemente no quiero que andes comportándote como un loco, eso te hace más daño.
—Eso es mentira —Lo dijo gritando—. Siempre preferiste a mi hermano, lástima que se murió y solo quedé yo.
Alejandro agarró las llaves de su coche y salió pasándole a su padre por un lado, Renato lo siguió.
—¿A dónde piensas ir en ese estado? —Él no le contestó.
—Alejandro qué piensas hacer.
Alejandro se marchó sin decir a donde dejando a sus padres preocupados. Se fue al apartamento de Gema Montiel, ella era su amante y confidente. Cuando llegó llamó a su puerta, ella se sorprendió cuando lo vio.
—¡Alejandro tú por aquí! ¿Hoy no era tu boda? —Él entró a la sala como perro por su casa y le dijo:
—Como lo ves, no me casé.
—¿Qué sucedió?
—Ángela me dejó plantado en la iglesia.
—¡¿De verdad?!
—No te estoy mintiendo, sabes por qué lo hizo, porque está preñada de otro hombre y esperó hasta el último momento para decirme la verdad.
Alejandro comenzó a respirar con agitación y se agarraba la cabeza, Gema notó que estaba muy perturbado, entonces le dijo:
—¿Te sirvo un trago?
—Está bien, sírveme algo fuerte.
Ella le sirvió el trago y se sentaron en el sofá, entonces le preguntó:
—Cuénteme cómo sucedió todo.
—Ya te dije, no llegó a la iglesia, cuando fui a su casa para que me explicara me gritó en la cara que tenía un mes de embarazo y que no era mío. No entiendo por qué no lo hizo antes, sino que esperó hasta el último momento para dejarme en ridículo delante de todo el mundo.
—A lo mejor pensaba decirte que el niño era tuyo.
—No podía, desde que me fui a México hace más de dos meses no la había vuelto a tocar.
—Si solo tiene un mes de embarazo seguro tenía planeado fingir que se le había adelantado el parto, con una buena suma de dinero seguro un médico la hubiera ayudado con la farsa.
—A lo mejor sí. Pero si tenía todo un plan ¿por qué se rajó a última hora?
—No lo sé, a lo mejor no pudo con la culpa, ella es una señorita decente, recatada, de principios morales como su familia, a lo mejor tuvo un resbalón con algún tipo que la sedujo, ya sabes, estaba sola sin tu cariño, pero después se arrepintió, intentó arreglar las cosas, al verse embarazada no se atrevió a abortar, pero como te ama quiso fingir, pero a la final la culpa le ganó.
—¿Quieres decir que lo que hizo es porque me ama?
—Si mi cielo, por qué otra razón crees que se guardó el secreto de su embarazo, si le hubiera interesado el otro hombre seguro hubiera corrido a sus brazos, pero fue al contrario, quería casarse contigo y luchó contra sí misma, pero los nervios y la culpa la hicieron decir la verdad, no quería engañarte.
—¿Si me ama por qué se acostó con otro?
—Ya te dije, algún zángano se aprovechó de que tú no estabas y la sedujo, ella es un ser humano, siente igual que tú, o me vas a decir que no te has echado unas canas al aire en México.