Scarlet

40

—Buenos días. —Dijo Rodrigo. Ángela estaba muda, Alberto le dijo a su esposa:

—Te presento a Rodrigo Salvatierra.

—Mucho gusto señora. —Él le dio la mano.

—Encantada, pase y siéntese.

Rodrigo apenas miraba a los demás por un segundo y después volvía su mirada hacía Ángela. Era imposible decir que no estaba enamorado de ella, Regina se percató de ello. Alberto le dio un beso en la mejilla a Ángela y después miró a Rodrigo.

—Hija, Rodrigo ya está al tanto de todo, solo queda dejar que ustedes dos hablen a solas, no sé dónde prefieres hacerlo.

—Aquí está bien papa.

—Bueno, entonces Regina y yo nos retiramos.

Ellos se fueron arriba y Regina le preguntó:

—¿Qué sucedió en México? anoche esperé que me llamaras al teléfono.

—Él si desea casarse con Ángela, dice que se enfrentará a Alejandro de ser posible.

—¿Entonces la quiere?

—Lo noté entusiasmado.

—Es que ella es muy linda, no es porque sea mi hija, pero es una maravillosa mujer.

Ángela y Rodrigo se quedaron solos en la sala, ella tenía la mirada agachada, él no sabía por dónde empezar para entablar con ella una conversación, entonces le dijo:

—¿Y cómo has estado?

—Bien. —Le dijo ella con cierta timidez.

—Tu padre me contó todo lo que sucedió con Alejandro; también me dijo que estas esperando un hijo mío.

—Sí, parece increíble, pero bastó estar una sola vez contigo para quedar embarazada. Rodrigo yo no quiero obligarte a casarte conmigo, no es esa mi intensión.

—Pero yo deseo casarme contigo.

—Ni siquiera me conoces bien.

—Si te conozco, esos dos días que pasamos juntos me bastaron para saber lo maravillosa que eres; por eso vine con y tu padre. Mi familia también está de acuerdo en que nos casemos, solo falta que tú aceptes, no por tu embarazo o por alejar a Alejandro de tu vida, sino que el destino nos está dando la oportunidad de estar juntos como lo soñamos, sé que deseaste tanto como yo no apartarte de mí lado ese día.

Rodrigo se acercó a ella y la agarró de ambas manos, ambos se quedaron viendo a los ojos.

—¿Te casarás conmigo? sé que debí traer un anillo de compromiso, pero no quise esperar más tiempo.

—¿Estás seguro que es eso lo que deseas?

—Sí, no dejaré pasar por alto la oportunidad que me está dando la vida de tenerte a mi lado. ¿Entonces nos casamos?

Ángela sonrió a la vez que se le aguaron los ojos.

—Sí.

—Entonces debemos finiquitar la fecha, también debo presentarte a mi familia, están ansiosos por conocerte.

—Está bien.

—¿Te gustaría ir mañana mismo a conocerlos?

—¿A ellos no les molesta como sucedieron las cosas?

—No, Alberto y mi padre se conocen desde jóvenes, se la llevan muy bien, mi tía Elena que es como mi madre está entusiasmada con la idea de tener un nieto mío. No quiero que te preocupes por nada, solo ten confianza, me haré cargo de que todo sea perfecto para los dos, y para nuestro retoño.

Ángela sonrió, Rodrigo con ojos enamorados le dijo:

—Te ves tan hermosa cuando sonríes. No sabes cuánto soñé con volverte a ver, tenerte así de cerca.

—¿De verdad?

—Que no te quepa duda, no he hecho otra cosa que pensar en ti todo este tiempo.

Ambos se quedaron viendo a los ojos, después se dieron un beso lleno de amor. Luego Rodrigo con una sonrisa alegre agregó:

—Es el primer beso que le doy a mi novia y futura esposa.

***

Ambas familias brindaron todo el apoyo a la improvisada pareja. Por el asunto con Alejandro, decidieron realizar la boda en Ciudad de México, en casa de los Salvatierra, solo asistirían familiares y uno y que otro amigo, sería una velada muy íntima.

Ángela viajó a México con Rodrigo a conocer a su familia.

—Mi amor te presento a mi familia, él es mi padre, ella es mi tía Elena, mi hermana Raiza y su esposo Willy…

Los Salvatierra recibieron a Ángela con agrado. Ella se instaló en la casa días antes de la boda, pues allí se harían todos los preparativos mientras sus padres viajaban a México.

Un día de forma inesperada llegó a la casa Azucena, la que estaba saliendo con Rodrigo días antes. Él estaba arriba con Ángela cuando Raiza algo nerviosa lo llamó, Ángela notó su expresión. Ella le dijo con disimulo a su hermano:

—Abajo lo espera Armando. —Rodrigo no conocía a ningún armando y tampoco cayó en cuenta.

—¿Armando? —Raiza apretó los dientes.

—Sí, Armando el de la constructora.

Ángela comprendió que se trataba de una mujer pero no dijo nada. Rodrigo atendió a azucena y le dejó clara las cosas, la muchacha le dio una cachetada y llorando se marchó.

Cuando Rodrigo regresó con Ángela intentó disimular, pero ella lo confrontó:

—¿Era tu novia verdad? —Rodrigo se sonrojó y agachó la mirada.

—Solo era una amiga.

—No lo creo.

—Está bien, estaba saliendo con ella, pero ya le dejé clara las cosas, no volverá a molestar. ¿Estas enojada?

—No, no estoy enojada, pero tampoco quiero que se vuelva a aparecer por aquí esa mujer.

—No te preocupes, no volverá a pasar.

—Ya te dije que no pretendo obligarte a estar conmigo, si deseas seguir con tu vida de soltero aun estas a tiempo , no tienes que casarte.

—No digas eso, me quiero casar contigo.

—¿Entonces por qué no habías cortado con ella?

—Se me olvidó.

—¿Cómo se te va a olvidar?

—Todos estos días he estado contigo y con los preparativos de nuestra boda, la verdad no me acordé más de ella, es que solo tengo pensamientos para ti.

—Si claro. —Rodrigo la agarró de la cintura.

—Mi amor no quiero que estés enojada conmigo, no volverá a pasar.

Rodrigo la convenció y se olvidaron del asunto con Azucena.

***

Alejandro se apareció por la casa de los Robles, irrespetando una vez más la orden de restricción.

—No hay nadie en la casa. —Le dijo el portero.

—Ha no, ¿Y a dónde se supone que andan todos?




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