Scarlet

46

Cuando la fiesta terminó todos se retiraron a descansar, Scarlet quiso ducharse, entonces puso a llenar la tina y se sumergió en ella cuando ya estaba llena. Pese que ya era de madrugada y la jornada del día había sido larga, Scarlet no tenía ni una gota de sueño, la causa de su desvelo era Rodrigo y lo que estuvo a punto de suceder en la terraza.

Minutos después salió de la tina, tomó la toalla y se secó, luego que se puso la ropa de dormir se fue a la cama, allí continuó pensando en él.

“Creo que estoy confundiendo las cosas, anoche sentí que Rodrigo me quiere —Ella se puso los dedos sobre sus labios y cerró los ojos—. Estuvo a punto de besarme; siento que lo amo, pero estoy consciente que no puedo aspirar nada con él, ante sus ojos soy una prostituta, eso me lo demostró con ese contrato, en este momento siento que me arrepiento de haber sido una bailarina nudista, nunca debí hacerlo, debí haber pensado más las cosas antes de aventurarme a esa profesión, nunca pensé que ir a Los Ángeles me fuera acercar y a la vez me fuera a alejar del único hombre del que me he enamorado de verdad, pero no tengo ninguna posibilidad con él”.

Al otro día Rodrigo salió un poco después del mediodía, dijo que iría a la casa de unos amigos, antes de hacerlo le dijo a Scarlet en donde iban a encontrarse después que los abuelos se llevaran a Jr. al acuario.

—No vas con nosotros Scarlet? —Preguntó Alberto.

—No señor Robles, quedé en verme con una vieja amiga que está en la ciudad e iremos al cine.

—Está bien, es bueno que también tengas vida propia, desde que llegaste no has salido ni una vez, vale la pena tomarte un descanso.

Scarlet y Rodrigo se consiguieron en el estacionamiento de un centro comercial, de allí se fueron a un café que estaba en las afueras de la ciudad, en un pueblo turístico muy hermoso.

—¿Qué te parece este lugar. —Preguntó Rodrigo.

—Es un pueblo precioso lejos del bullicio.

—Sí, aquí solo vienen los que desean tener un día de paz mental a relajarse y disfrutar de la naturaleza —Rodrigo bajó el tono de voz—. También los que desean sentirse algo libres para hablar. —Scarlet lo miró a los ojos a la vez que se ruborizó.

En el café ordenaron una marquesa de chocolate, era tan grande la ración que con una sola fue suficiente para los dos, de beber Rodrigo pidió un café tinto y Scarlet pidió agua, no dejaba la costumbre de modelo de cuidar lo que ingería.

El camarero les llevó el postre racionado para los dos y les dejó a cada uno su plato enfrente. Rodrigo con cara de picardía le dijo a Scarlet:

—Nuestro primer postre justos. —Scarlet comenzó a reírse.

—¿Por qué te ríes?

—Es que pareces otro. Hasta hablas distinto.

—¿Por qué piensas eso?

—Es que antes parecías un ogro. —Él la miró con ternura y sonrió.

—¿En verdad te causé esa impresión?

—No solo a mí, a todas mis compañeras.

—Lo lamento, estaba equivocado… pensé que eras otro tipo de mujer.

—A qué te refieres. —Rodrigo puso el semblante serio y agachó la mirada.

—Me cuesta decirlo en este momento.

—Estamos aquí para hablar, a eso hemos venido.

—Si tienes razón.

—Bueno, creí que eras... donde trabajabas, no se supone que una linda persona como tú esté en un sitio así, creí que eras una mujer de la mala vida, y consideré que no tenías valor, pero ahora sé que eso no es verdad.

Scarlet sintió que su corazón se arrugaba, la desesperanza que tenía aumentó aún más, a la vez que se culpaba así misma por la mala decisión que tomó de ir a bailar a Los Ángeles. Con un gran dolor en el alma le dijo:

—Rodrigo, ¿Qué te hace pensar que no es así? —Los ojos de Rodrigo se entristecieron.

—No esperaba que me dijeras eso.

—¿Qué otra cosa puedo decirte si es donde me conociste?

—Pero estoy seguro que no eres así.

—¿Qué certeza tienes de eso?

—Por qué intentas ensuciar tu propia imagen.

—No intento ensuciarla, solo quiero que no confundamos las cosas.

—¿Qué hay de lo que sentimos por dentro?

—¿Y qué se supone que debemos hacer con lo que estamos sintiendo? —Rodrigo le agarró la mano y mirándola fijamente a los ojos agregó:

—Cada semana que te veo siento que te quiero más, amo como eres, cariñosa, atenta, hermosa, llena de amor para los demás; eso no me deja dudar de ti, de tu bondad, eres una mujer excepcional como ninguna. Estoy seguro que juntos podemos dejar el pasado atrás y empezar una vida juntos, quiero tenerte a mi lado, que seas solo para mí, que me ames y te quedes conmigo en las buenas y en las malas.

—No creo que eso sea posible.

—¿Pero por qué piensas eso? Ya te dije que no me importa tu pasado, solo quiero estar contigo y hacer de cuenta que eso no pasó.

—Pero pasó, tus amigos están enterados, me han visto bailar casi desnuda ¿podrás con eso? ¿Podrás estar cómodo cuando ellos cuando me vean contigo? —Rodrigo se quedó mirándola y no consiguió palabras, Scarlet agregó:

—¿Lo ves ahora? ¿Cómo sé si no me echaras en cara mi pasado?

—Creo que lo que sentimos es suficiente para estar juntos; los demás no importan.

—Todo ha sucedido muy rápido, apenas tenemos unas cuantas semanas conociéndonos, ni siquiera sabes mi verdadero nombre, ni de donde provengo, quien es mi familia, no sabes nada de mí.

—Pues dime todas esas cosas que no me he atrevido aun en preguntarte, yo también puedo contarte todo acerca de mí.

—Te estas precipitando Rodrigo, y no quiero que nos hagamos daño, prefiero mil veces que me quieras como a una amiga y no que de pronto me odies por la forma como me conociste o dudes de mi amor por ti.

—Está bien, me estoy precipitando si; entonces te propongo que nos conozcamos más, que sigamos como amigos por un tiempo y cuando te sientas segura de que te amo por encima de todo me dices que sí. Te demostraré que te quiero de verdad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.