La semana de fin de año, Elena y Braulio estaban entusiasmados porque Jr. vendría a casa por algunos días, aunque ella no estaba muy conforme, pues quería que el niño se quedara en casa.
Rodrigo le confesó a Scarlet la oposición que había hecho su familia en cuanto a que ella usurpara el lugar de Ángela. Ellos estaban en el parque con Jr. paseando al perro. Mientras el niño jugaba con la mascota, ellos se sentaron en una banca.
—Comprendo a tu familia, a mí también me pareció que era una locura hacerme pasar por tu esposa.
—Mas sin embargo lo has hecho mejor de lo que creí, de verdad parces que fueras su madre, y no me refiero que te parezcas a Ángela, sino que le das tanto amor, no sabes cuánto le agradezco al cielo por lo que haces por mi hijo.
—Bueno, Jr. en verdad se gana el cariño de cualquiera.
—¿Aún te parece que es una locura?
—Creo que es algo extremo, pero lo hiciste para darle felicidad a tu hijo, eso es enormemente justificable, además que Jr. es un niño muy tierno —Scarlet entrecruzó los dedos de las manos y puso una expresión intrépida—. Rodrigo, hasta ahora no me había atrevido a preguntar, pero tengo entendido que me trajiste con tu hijo porque él necesita una operación, pero no tengo claro de qué se trata su condición de salud.
Rodrigo puso el rostro serio, después se levantó de la banca y extendió su mano invitando a Scarlet a seguirlo, por un momento olvidó que estaban en público y comenzó a caminar con ella agarrada de la mano.
—Quisiera no tener que contarte esto... Jr. tiene un pequeño tumor en el cerebro, en unos meses va a ser operado, y le aplicarán quimios. —Cuando Scarlet procesó sus palabras quedó perpleja, la confusión se adueñó de su ánimo, tanto que se mareó.
—¿Te sientes mal? —Preguntó Rodrigo.
—Debo sentarme. —Dijo ella y su rostro se había puesto pálido. Después que se sentó él le dio agua del termo que llevaban. Cuando la bebió Rodrigo le dijo:
—Lo siento Scarlet, no era mi intención agobiarte con la enfermedad de mi hijo.
—De algún modo me iba a enterar, mejor que me lo dijiste tú mismo. ¿Desde cuándo está enfermo? —Rodrigo dejó que su tristeza se mostrara en su rostro.
—Hace casi tres años... ya pasó por dos fuertes tratamientos, apenas hace unos ocho meses tuvo cierta mejoría.
—¿Cierta? ¿O sea que sigue en peligro? —Rodrigo viendo que ella estaba perturbada pensó dentro de sí:
"No debo preocuparla diciéndole toda la verdad, creo que no soportará saber que a Jr. le quedan meses de vida, no me siento capaz de decírselo en este momento".
—Le van a realizar otra operación, después le pondrán algunas quimios; pero los médicos dan muy buen pronóstico. —Después la miró fijamente a los ojos y le agarró la mano—. No quería afligirte con su enfermedad.
—Creo que es muy importante que me lo hayas dicho. —Ella le agarró la mejilla—. Debes estar pasando por un momento muy difícil, y quiero ayudarte, darte todo mi apoyo.
—Gracias, no sabes cuánto he necesitado de ti todo este tiempo, solo que no lo sabía. Ahora no logro comprender como no me había muerto de la tristeza.
Scarlet miró hacia donde el niño estaba jugando con el perro, después le dijo a Rodrigo:
—Jr. se ve tan saludable, con tantas ganas de vivir.
—Sí, es un niño extraordinario, y tú lo ayudas mucho a ser feliz. —Ella se quedó mirando a Rodrigo a los ojos y le dijo:
—Eres un padre maravilloso.
—Gracias, me esfuerzo por serlo.
Rodrigo de pronto la abrazó y miró hacía donde se encontraba Jr. como el niño estaba entretenido jugando con el perro, aprovechó y la besó en la boca, Scarlet se zafó de él y se apartó un poco, con una sonrisa pícara le fijo:
—Te estas volviendo un niño muy travieso. —Él puso los ojos redondos como un oso de peluche.
—Es tu cariño que me hace portarme así.
***
En la última semana del año hubo ajetreo en el grupo S&B, Rodrigo y los otros altos ejecutivos tenían reuniones, además de la fiesta de fin de año dentro de la empresa, tenían invitaciones de cócteles con los socios y contratistas.
Pese a todas sus ocupaciones, Rodrigo apartaba tiempo por las noches para hablar con Scarlet por teléfono. Por ese medio alimentaban su amor diciéndose cuánto se querían y se extrañaban.
—Esta semana se me ha hecho eterna —Dijo Rodrigo—. No veo la hora de ir y verte mi amor, darte muchos besos, escaparnos juntos.
—Yo también cuento los días y las horas para verte.
Israel y su esposo llegaron esa semana a Miami a visitar a sus padres, cada uno debía hacerlo por separado, pues aún continuaban mantenido en secreto su matrimonio. Se hospedaron en un Penthouse que Michael tenía en la ciudad.
Llegaron cargados con paquetes de regalos que habían traído de Europa para la familia y algunos amigos; sobre todo Michael que se acordaba de todos, y esta vez tuvo en mente a Scarlet. Por boca de la madre de Israel sabían que Rodrigo se iba a llevar a Jr. a México, y supusieron que Scarlet también viajaría, entonces decidieron invitarla a cenar a ella y a otros amigos y así darles el regalo a cada uno.
Rodrigo se inventó un supuesto viaje a casa de un amigo, así se marchó a Miami un día antes de lo pautado, quedó de encontrarse con Scarlet, quien inventó que saldría con su amiga a una discoteca, así pasaron la noche juntos. Al otro día ella regresó a la casa de los Robles después de la hora del almuerzo. Rodrigo llegó más tarde, simulando que acababa de arriba de México.
—¿Cómo se ha portado Jr.? —Le preguntó a Regina.
—Ya sabes, muy bien. —Jr. corrió a los brazos de su padre.
—Papi te extrañé mucho.
—Yo también hijo te extrañé mucho.
—Deberías venir a vivir aquí con nosotros. Antes no estaba mamá, ahora no estás tú ni la abuela Elena ni el abuelo Braulio.
Rodrigo se entristeció.
—Hijo es que estoy trabajando, y tu madre tiene cosas por hacer aquí.
—Sí, pero deberíamos vivir todos en una sola casa.