Elena mandó a decorar el jardín de la casa como si se fuera a realizar una fiesta infantil, quería recibir a Jr. con mucha alegría y mandó a llamar a todos los niños de la familia.
Cuando Rodrigo y Jr. llegaron ya los estaban esperando en el jardín; casi todos los Salvatierra habían asistido y hasta algunos vecinos, incluyendo a Marina Ibáñez, la eterna amiga de Elena y llevó consigo a uno de sus nietos. Ella entró con su típico talante alegre y escandalosa saludando a todos los presentes. La dama caminaba con cierta dificultad.
—¿Qué te sucedió? —Preguntó Elena.
—Es que mis rodillas cada día las tengo más lesionadas.
Cuando entraron el niño abrazó a Braulio.
—Hola abuelito.
—¿Cómo ha estado mi nietecito consentido?
—Bien, el abuelo Alberto te envió saludos y un regalo.
—Qué bien, ahora me lo das. —Después Jr. saludó a Elena y a los demás.
Rodrigo cuando vio la decoración y notó que estaba casi toda la familia y algunos vecinos, comentó:
—¡Vaya! parece que estaban esperando al presidente de la república.
—La llegada de Jr. a su verdadera casa lo ameritaba. —Dijo Elena sonriendo—. Esta es tu fiesta de bienvenida Jr. para que sepas que te queremos y te extrañamos mucho.
—Abuelita yo también los extraño mucho —El niño puso un semblante triste—. Cuando los veo a ustedes no veo a mi mamá. —El niño volteó a ver a Rodrigo—. Quiero que venga mi mamá, la extraño.
Rodrigo se inclinó hasta quedar a la estatura del niño y le dijo con cariño.
—Tu mamá vendrá pronto, quédate tranquilo. Ella pasará la fiesta de fin de año con sus padres y nosotros aquí, después tenderemos mucho tiempo para estar los tres juntos.
—Está bien papá.
—Ve a jugar con tus primos.
Cuando Jr. se fue a jugar Elena le dijo a Rodrigo:
—¿Entendí mal o piensas al fin traer a esa mujer a esta casa?
—Ya te dije que se llama Scarlet, y si, lo pensé bien y la voy a traer a esta casa, ¿O ya se retractaron?
—No sobrino cómo crees —Ella puso una sonrisa y los ojos como los de una serpiente—. No hay otra cosa que deseemos más que tener a Jr. de nuevo en casa.
Depuse pensó dentro de sí:
"Y a esa trepadora para vigilarla de cerca"
Más tarde llegó Annie y había llevado a su sobrina. Ella saludó a Jr. como si fuera una tía.
—Cómo te ha ido con Regina y Alberto?
—Bien, fui a pescar con mi abuelo Alberto, y mi mamá me lleva al parque casi todos los días.
—Ah ya veo. ¿Y tu mamá te trata muy bien?
—Sí, ella me quiere mucho y me da todo su amor.
—Si por supuesto, eso es lo que se supone debe hacer... ella. —Annie miró a Rodrigo.
—Veo que la bailarina ha estado haciendo muy bien su trabajo.
—Scarlet se esmera en hacer feliz a mi hijo, de eso no me cabe ninguna duda.
—¿Y cuánto le estás pagando por su ardua labor de usurpadora.
—Lo dices con un tono.
—¿Cómo? no estoy diciendo nada malo. —Rodrigo la miró con recelo por un momento, de pronto fueron interrumpidos por Juan Carlos Ibáñez, el sobrino de Marina. El imponente caballero con talante agalabada se quitó sus lentes oscuros.
—Hola Rodrigo. —Le extendió la mano para estrecharla, Rodrigo hizo lo mismo.
—Cómo estás Juan Carlos, no esperaba verte por aquí.
—Ah sí, es que mi tía insistió en que trajera a mi hija a la fiesta de bienvenida de Jr. —Rodrigo agregó:
—No sé si recuerdas a Annie.
—Por supuesto que la recuerdo. —Él le dio un beso en la mejilla.
—¿Cómo te encuentras Annie? —Ella sonrió con cierta coquetería.
—Muy bien Juan Carlos. Por ahí leí que te declararon como uno de los mejores abogados de todo el país. Y el más joven.
—Por suerte, así me consideran.
—Que modesto, pero sabes en el fondo que es verdad, eres un gran abogado.
—Gracias Annie. Y Rodrigo, he oído muchas cosas buenas de ti, estas entre los mejores ejecutivos del país.
—Sí, es que cuento con una gran equipo de trabajo, incluyendo a mi socia Annie, de verdad es una gran ejecutiva, también está Andrés, Willy mi cuñado y otros hombres y mujeres altamente capacitados en el ramo. Además detrás de nosotros se encuentran nuestros padres guiándonos con su experiencia.
***
Elena se llevó a Marina a su alcoba para contarle algunos chismes. Se sentaron en el diván a conversar tranquilas sin que nadie las estuviera oyendo.
—¿Qué es eso tan secreto que me tienes que contar que me hiciste subir las escaleras?
Elena le contó con lujos y detalles que Rodrigo había contratado a una prostituta para hacerla pasar por su esposa muerta.
—Ay Elena, te oigo y no sé por qué sentirme más asombrada, si porque se parece a Ángela o porque Rodrigo la contrató.
—Ninguno en esta familia está de acuerdo en recibirla, por eso Rodrigo se llevó a Jr. a la casa de los padres de Ángela y ha estado viajando todos los fines de semana a Miami a ver a niño.
—Pobre, ha de agotarse con tanto viaje todas las semanas.
—Sí, pero no es eso lo que me preocupa.
—¿Entonces qué es lo que si te preocupa?
—Annie, Raiza y yo llegamos a la conclusión que tal vez esa mujer pueda aprovecharse de su parecido con Ángela y envolver a Rodrigo.
—¿Cómo así, llevarlo a la cama?
—Eso sería lo de menos, pero qué tal si aprovecha que están prácticamente solos en Miami y lo enamora ¿te imaginas que Rodrigo terminara casándose con una prostituta?
—Ay no cómo crees, Rodrigo es un muchacho decente, no creo que se enrede con una mujer que se habrá acostado con un motón de hombres, ni que estuviera tan viejo y necesitado.
—Yo no estoy tan segura.
—¿Acaso dudas de tu sobrino?
—De Rodrigo no, pero no conocemos a esa mujer ni cuáles son sus alcances. Por eso decidí recibirla en esta casa y vigilar sus movimientos.
—Ahora si me voy a caer de para atrás como Condorito. No puedo ni imaginar verte caminando por los pasillos de esta casa con esa mujer.