Por la mañana Scarlet se levantó antes que todos y se alistó para el día. Rodrigo tenía planeado llevar a Jr. al colegio, intentaba que el niño tuviera la vida lo más normal que le fuera posible.
Lalita la otra muchacha de la limpieza llegó a la habitación de Jr. para atenderlo pero Scarlet ya lo había levantado y se había hecho cargo de él.
—Buenos días señorita, perdón, señora, yo soy Lalita.
—Hola Lalita.
—Vengo a ayudar al niño a alistarse para el colegio.
—No se preocupe Lalita, mientras yo estoy en esta casa me haré cargo de atenderlo.
—Si señorita, eh señora. Entonces me retiro a ayudar en la cocina.
—Está bien.
Jr. estaba casi listo cuando Rodrigo llegó a la habitación, estaba vestido como ejecutivo con traje y corbata, y tenía el rostro risueño.
—Buenos días, ¿Cómo amanecieron los dos seres que más quiero en el mundo?
Jr. extendió los brazos y Rodrigo lo cargó
—¿Dormiste bien?
—Si papi. —Después él miró a Scarlet.
—¿Pasaste bien la noche? —Scarlet la verdad no había dormido bien pero no quiso afligir a Rodrigo.
—Si dormí estupendamente. —Rodrigo intentó besarla en la boca, fue algo espontáneo, pero ella lo evadió.
—¿Qué sucede?
—No es el lugar ni el momento, tu tía puede entrar. —A Rodrigo no le agradó la actitud de Scarlet y se puso un poco serio.
—Bueno, los espero abajo para desayunar, me imagino que eso si lo podemos hacer juntos. —Ella alzó la mirada hacia él, captó que estaba molesto.
—Rodrigo, prefiero que nos esperes, solo falta peinar al niño y bajamos juntos.
—Está bien. —Dijo él con un tono frío.
Braulio y Elena ya estaban en la mesa cuando ellos tres llegaron.
Jr. los saludó con un beso y un abrazo. Scarlet saludó y Braulio le contestó, Elena también respondió al saludo pero hablando entre las muelas y sin establecer contacto visual. Scarlet pasó a su puesto, Rodrigo se acercó de inmediato y le sacó la silla para que ella se sentara. Elena notó el detalle y levantó una la ceja derecha, después le dijo:
—Rodrigo no creo que eso sea necesario.
—¿Qué tía?
—Lo que acabas de hacer.
—¿Sacar la silla?
—No te hagas.
—No veo cuál es el problema. —Braulio los interrumpió.
—No empecemos Elena, Rodrigo está bastante grande para decidir qué hacer y qué no. —Elena se sulfuró y tiró la servilleta sobre la mesa.
—Si claro, hay que dejarlo hacer lo que se le venga en gana, después que aparezca casado con una...
—Cuidado con lo que dices tía. —Scarlet se sonrojó y se quedó petrificada. Elena se levantó molesta y se fue del comedor.
Rodrigo miró a Scarlet y le dijo:
—No te preocupes, hay días en que mi tía amanece de mal humor y la agarra con todos. —Scarlet se contuvo para no llorar, y sentía incomodidad con Braulio, pues no sabía que pensaba de ella, además se preguntaba en sus adentros que estuvo a punto de decir Elena que Rodrigo no la dejó.
—Me puedo retirar... por favor. —Rodrigo la miró con tristeza. —Braulio le dijo:
—No es necesario que se retire, la del problema es mi hermana no usted, más le vale que se vaya acostumbrado a ella, es la más odiosa de la familia, así que si quiere sobrevivir acostumbrase a sus rabietas y pataletas. Y no vale la pena dejar de comer.
Scarlet se quedó a desayunar para no hacerle el desaire a Braulio, pero comió poco. Después Lalita se llevó a Jr. a cepillarse los dientes. Entonces Rodrigo le dijo a Scarlet:
—Hoy necesito que me acompañes al colegio de Jr. quiero que su maestra te conozca y la directora. —Scarlet apenas estableció contacto visual con él y con poco ánimo respondió:
—Está bien, iré por mi bolso.
Lucrecia salió de la habitación de Rolando con la bandeja del desayuno y se topó a Elena en el pasillo.
—¿En dónde está esa mujer?
—Se fue al colegio de Jr.
—Si claro, la intrusa esa ya está invadiendo todo, hasta el colegio. En cuanto regrese me la lleva a la habitación.
—Si señora.
En la oficina Rodrigo se quedó a solas con Andrés
—¿Y cómo te fue ayer con la llegada de la bailarina?
—Me fue estupendo, Jr. está muy feliz.
—Estoy sorprendido de ver como todo te está saliendo tan bien.
—Sí, Scarlet es muy cariñosa con el niño
—Claro, si sabe darle cariño a sus clientes grandes como nosotros, me imagino que a un niño se le debe hacer muy fácil.
A Rodrigo le cayó mal el comentario.
—Te prohíbo que vuelvas a hacer un comentario así de Scarlet. —Andrés no era tonto y de inmediato cayó en cuenta, entonces pudo una sonrisa grandota a la vez que una cara de asombro.
—A ver, a ver; ¿Qué está pasando entre Scarlet y tú? —Rodrigo tenía las tres líneas en la frente que delataban sur enfado.
—¿A qué te refieres?
—¿Por qué te molestó lo que dije? no me digas que están saliendo.
—No, qué te hace pensar eso. Es solo que le he tomado aprecio, se ha portado muy bien con mi hijo.
—¿Estás seguro que no andas con la doble de tu esposa?
—No ando con ella, tampoco es la doble de mi esposa, se parece pero no es su doble.
Cuando Scarlet volvió a la casa Lucrecia le dijo que Elena quería hablar con ella.
Elena estaba en su habitación dando vueltas pensando en Scarlet cuando Lucrecia llamó a la puerta.
—Pasa. —Lucrecia entró primero.
—La señorita Scarlet está aquí señora. —Elena cruzó los brazos y erigió los hombros.
—Mándala a pasar. —Scarlet entró con el rostro serio y se quedó parada cerca de la puerta.
—¿Me mandó a llamar señora?
—Si —Ella miró a Lucrecia—.Cierra la puerta. —Lucrecia obedeció, cuando la puerta estaba cerrada, Elena miró a Scarlet de arriba abajo con desdén, luego le dijo:
—Mire muchachita, o como sea que se llame, quiero dejarle bien en claro que usted no es bienvenida a esta casa, y si Braulio y yo hemos decidido dejar que Rodrigo la traiga por encima de nuestra voluntad, es solo por Jr. y para hacerle la vida más fácil a mi sobrino. No quiero que mientras usted esté aquí usurpando el lugar de la señora Ángela se aproveche para andarse luciendo. A partir de hoy cuando Jr. no está presente se encierra en su cuarto o se larga para la calle a donde pertenece.