Annie se encerró en su oficina y se sentó detrás del escritorio, agarró un pequeño florero y lo lanzó lejos para desquitarse la rabia que tenía por dentro; después pensó dentro de sí:
"Maldita prostituta, estás muy equivocada si piensas que te dejaré el camino fácil para quedarte con Rodrigo. Me voy a encargar de sacarte de su vida como lo que eres, una mujerzuela".
Luego pensó:
"Debo ser astuta, si se lo digo a Elena la echará de la casa y de seguro Rodrigo se irá con ella, así estarán lejos de mi alcance, mejor hago como que no sé nada, seguiré el jueguito que ella le montó a Rodrigo, de seguro debe tener a otro hombre y está asando dos conejos al mismo tiempo. Maldita Scarlet, haré que Rodrigo te odie y él mismo te eche de la casa”.
***
Rodrigo por dentro sentía miedo de llevarse una decepción; pensar que Scarlet lo estuviera engañado lo hacía vacilar y sentirse inseguro. La adoraba demasiado como para asumir que tal vez las palabras de Annie fueran verdad, y rogaba en sus adentros que sus temores jamás se convirtieran en una realidad, solo esperaba ser feliz con ella.
Annie aún estaba pensado en Scarlet cuando su secretaria le pasó una llamada de Elena.
—¿Hola Elena qué me cuentas?
—Cómo has estado Annie, ¿hoy puedes venir a almorzar?
—Si claro, supongo que andas de muerte lenta con la prostituta.
—Si supieras que no estoy tan mal, a la inútil esa la atropelló un auto, y a que no adivinas quién era el conductor.
—Ni idea.
—Ay querida, nada más y nada menos que Juan Carlos Ibáñez.
—¿Y eso cómo fue?
—Eso es lo menos importante, lo cierto es que ayer vino a visitarla y le trajo un gran ramo de flores, hasta fue a su habitación y se lo entregó. —Annie sonrió.
—Será que le gustó Scarlet?
—Por supuesto, no creo que se haya tomado la molestia de venir hasta aquí solo porque se siente culpable y de paso con un ramo de flores.
—¿Y tú que hiciste?
—Yo misma lo envíe con ella. Rodrigo intentó impedirlo pero me le opuse. No sé Annie, pero me dio la impresión que a él no le gustó que Juan Carlos la haya visitado, si vieras la cara que puso.
—Bueno, ¿y a todas estas que sucedió?
—Juan Carlos subió a la habitación de Scarlet y Rodrigo no pudo detenerlo. Ojalá se enamore de ella y se la lleve.
—¿Tú crees que eso sea posible?
—Si lo creo, si hasta se atrevió a invitarla a almorzar el domingo en casa de Marina. Dijo que ella la había invitado, pero Marina ya me contó que ella no fue la de la invitación, queda claro que Juan Carlos está interesado en Scarlet.
—Entonces él nos será de mucha ayuda.
—Por supuesto. Y si Juan Carlos desea iniciar un amorío con esa prostituta, yo misma me voy a encargar de ponerle el camino fácil.
—¿Me dijiste que le llevó flores?
—Sí.
—¿De qué tipo?
—Rosas rojas.
—Se me acaba de ocurrir una gran idea.
—¿Cuál?
—Supongo que el domingo Scarlet pasará un buen rato en casa de los Satré compartiendo con Juan Carlos; el lunes me voy a encargar de enviarle varios ramos de rosas a la idiota esa como si yo fuera él; estoy segura que si Rodrigo se está haciendo ilusiones con ella, después de eso seguro no le van a quedar ganas.
A las nueve de la mañana había una junta extraordinaria en el grupo S&B, Andrés y Rodrigo estaban a cargo de dirigirla junto con Annie. Pero él tenía la cabeza en otra parte y no oyó nada de lo que Andrés expuso, Annie se dio cuenta y pensó:
"Le sembré la duda, está que se muere por dentro; y no sabe lo que vendrá. —Ella sonrió con malicia—. Me voy a encargar de que la odies y termines echándola tú mismo de tu casa".
Después de la junta regresó a su oficina. Antes de entrar le dijo a su secretaria:
—Fernanda no quiero recibir llamadas de ningún tipo.
—Está bien señor.
Después se encerró. Las palabras que Annie le había dicho temprano le rondaban por su cabeza:
“Seguramente le ha dicho eso a varios, quien quita que hasta Israel también la esté esperando. Supongo que lo hace para ver con cuál le conviene más quedarse. Deberías investigarla, seguro te vas a encontrar con varios tontos y solitarios millonarios embobados por ella”.
Para matar la ansiedad encendió un cigarrillo y empezó a fumarlo, no había terminado ese cuando ya estaba encendiendo otro.
Celos y dudas eran los principales sentimientos del momento, además sentía rabia, no tenía ningún fundamento para estar enojado con Scarlet, pero lo estaba. Procuraba cambiar sus emociones que se estaban tornando oscuras por sentimientos más puros, “Ella me ama” —pensó dentro de sí—. “¿Pero si lo que dijo Annie resulta ser verdad? ¿Y si ella quiere tiempo para elegir a otro? no podría soportarlo”
Él estaba sumido en esa piscina de emociones negativas cuando el teléfono de la oficina sonó. Era la secretaría, Él con enfado lo agarró:
—Fernanda te dije que no me pasara ninguna llamada o es que no entendió.
—Señor es del colegio de su hijo. —Rodrigo cambió de parecer.
—Está bien, pásamela. —Jr. tenía fiebre, Rodrigo tomó su chaqueta y fue por el niño.
En la clínica le controlaron la fiebre y el médico recomendó reposo el resto de la semana. Rodrigo lo llevó a la casa.
—¿Qué sucedió con el niño? —Preguntó Elena preocupada cuando los vio llegar temprano.
Tuvo una fiebre, pero el doctor dice que no es nada que requiera de ser hospitalizado. Debe guardar reposo. —El niño dijo:
—Quiero dormir con mami. —Elena miró con cierto recelo a Rodrigo. Él no tenía ganas de ver a Scarlet en ese momento, estaba enojado con ella sin ninguna razón, mas sin embargo le llevó a Jr. cuando entraron a la habitación ella estaba chateando con el celular, dejó el dispositivo a un lado y recibió a niño en sus brazos.
Rodrigo estaba serio y miró el celular donde quedó:
“¿Con quién se estará escribiendo?”
—¿Llegaron temprano? —Dijo Scarlet.