Jr. comió la cena con Scarlet, se quedó con ella un rato y vieron una película, después se fue con Elena y que lo convenció de dormir con ella en su habitación.
Después de las ocho de la noche Rodrigo no había llegado, era obvio que pensaba hacer igual que la noche anterior. Albani tocó la puerta de la habitación de Scarlet.
—Señorita Scarlet soy yo, Albani.
—Pasa Albani.
—Le manda a decir Lucrecia que si necesita algo más.
—No Albani, así estoy bien. ¿Jr. Ya se fue a dormir?
—Sí, esta noche dormirá con la señora Elena, siempre que el señor Rodrigo sale ella lo cuida.
—Pensé que había llegado. —Albani hizo una mueca.
—No señorita, a ese señor le gusta mucho la farra, se va con el joven Andrés a jugar póker y a beber licor hasta el cansancio; ya tenía como dos meses que no lo hacía, pero ya esta mañana oí a la señora Elena diciendo que él había vuelto a sus andadas. Si hubieras escuchado la tremenda discusión que tuvieron en el comedor, ella le reclamó porque deja solo a Jr. pero él le contestó que la había contratado a usted para que lo cuidara hasta de noche cuando él no estuviera.
—¿De verdad dijo eso? y es que no le interesa dejar así a su hijo?
— No le importa nada, le gusta divertirse con mujeres y emborracharse. Deje que pasen los días y lo conozca más, él desde que murió la señora Ángela que en paz descanse, se volvió un sinvergüenza.
—Me pareció que era un buen hombre, al menos con su hijo, creí que era un padre abnegado.
—Si lo es, pero hay momentos que se vuelve como loco, pareciera que desea llevarse el toro por los cuernos y se emborracha, además dicen que muy mujeriego, imagínese que tiene a la señorita Annie esperanzada con él y a la señorita Antonella, usted no la conoce aún, ella es una ahijada del señor Braulio. Pero claro, la señorita Annie tiene todas las de ganar porque casi nadie de la familia quiere a la señorita Antonella.
—¿Y eso por qué?
—Porque no es rica, es una protegida del señor Braulio, es el único que la quiere, pero para la señora Elena y los demás no es más que una aprovechada, además es engreída, imagínese que cuando se hospeda aquí maltrata a todo el personal.
—¿Y se hospeda mucho aquí?
—Varias veces al año. Ella administra una hacienda de la familia y viene a la ciudad por temporadas. Son los días más desagradables de mi trabajo, porque me toca limpiarle la mugre.
Rodrigo salió con Andrés a beber una copa.
—Tenías días que no salías a acompañarme a beber un trago.
—Está mañana mi tía me dio un regaño porque salí anoche.
—¿Saliste ayer y no me invitaste?
—Fue algo de último minuto.
—¿Y con quién?
—Con nadie, salí solo a beber una copa y terminé bebiendo demás. Sabes, deberíamos marcarle a Annie a ver si logró sacarle información a su amigo, supongo que a esta hora ya debe haber llegado a su apartamento.
—Yo le marco.
—No le vayas a decir que salimos porque va a querer venirse detrás de mí.
—¿Y si pregunta en dónde estamos?
—Le dices que vamos saliendo de la oficina.
Albani se retiró de la habitación de Scarlet, después de ponerla al día con los asuntos de Rodrigo que ella desconocía.
Para entonces Scarlet ya estaba pensando que en verdad no conocía para nada a Rodrigo, aunque las señales ya estaban, el solo hecho de cómo lo conoció reiteraba que le gustaba divertirse a lo grande, y ahora lo estaba demostrando.
Ella se alistó para irse a dormir, acomodó las almohadas, después su pierna enyesada y se arropó casi a la vez que recostaba su cabeza.
Sus ojos permanecieron abiertos por un rato, estaba pensando en Rodrigo; sentía que tenía enojo e impotencia, no creyó que fuera capaz de irse y dejarla sola así como ella estaba de vulnerable, y con su tía que ya le había demostrado menosprecio. Ella se sentía como un estorbo en esa casa, y deseaba poder marcharse.
Andrés le marcó a Annie.
—¿Si lograste obtener la información?
—Aun no, pero estoy segura que mi amigo mañana me propondrá un negocio.
—¿Cómo qué negocio?
—Él necesita que yo le haga un gran favor, a cambio le pediré que me dé esa información.
—O sea que vas a ofrecerle un trueque.
—Digamos que sí. ¿Y Rodrigo está contigo?
—Eh si, vamos saliendo de la oficina, ya cada quien para la casita a descansar. Entonces te dejo y mañana hablamos en la oficina.
Minutos después Rodrigo regresó a la casa, no tenía pensado emborracharse como la noche anterior.
Scarlet ya estaba dormida cuando de pronto el ruido un golpe la despertó. Ella abrió los ojos y se quedó quieta, no sabía si había sido un sueño o si era real, tampoco sabía de dónde provenía. Entonces se quedó inmóvil en la cama esperando a ver si volvía suceder.
Pasaron varios segundos en silencio, de pronto se sentía que arañaban la otra puerta que estaba trancada y se oían pequeños golpes. Scarlet aspiró bastante aire y la piel se le erizó, esta vez los ruidos eran más nítidos y pensaba en el fantasma, ¿pero por qué ahí y no en la habitación de Rodrigo en la de cualquier miembro de la familia? —Se preguntaba—, analizó todo y llegó a la conclusión que ahí había un cuarto donde guardaban objetos sin uso y que a lo mejor se trataba un ratón; pensó en aclararlo de una vez por todas; entonces se sentó y se quitó la cobija, después puso ambas piernas al borde de la cama y agarró las muletas que estaban a un lado.
Con cuidado se puso de pie y se dispuso paso a paso a llegar hasta la puerta, no sabía cómo la iba a abrir, Rodrigo le había dicho que tenía años trancada, pero Scarlet pensaba hallar el modo de abrirla. Por la mente le pasó hurgar en un escaparate que había en la habitación y ver si estaba la llave, pero sin pensar mucho prefirió probar primero girando la perilla, conservaba las esperanzas de que esta no estuviera trancada.
Cuando ya estaba la perilla a su alcance simplemente la giró, esperaba que esta hiciera oposición, pero la puerta se abrió con facilidad, Scarlet estaba desprevenida y perdió el equilibrio, entonces se cayó de frente encima de Rolando que estaba en su silla de ruedas cortando una cartulina de construccion.