Después de descubrir que Scarlet estaba con Juan Carlos, Rodrigo no estaba para nada tranquilo. Después de la reunión con los accionistas pretendía quedarse por fuera hasta tarde con Andrés, necesitaba desahogarse de la rabia que tenía, pero Braulio lo descubrió y se enojó con él.
—¿Acaso olvidas que Jr. está en casa esperándote, ¿o es que acaso debe soportar la ausencia de ambos padres?
—Tía Elena está cuidando de él, por unas horas que yo salga no le va a pasar nada.
—Pues no te voy a permitir que sigas de irresponsable, esta semana ya has salido varias veces, se te está pasando la mano.
—Pero papá…
—No Rodrigo, antes al menos estaba esa muchacha que lo cuidaba, y lo hacía muy bien, eso sí me consta que era muy buena niñera; pero ya no está y la responsabilidad de tu hijo es tuya. —Rodrigo con victimismo dijo dentro de sí:
“Si mi papá supiera cómo me siento por dentro, me siento como un perro al que su dueña ha rechazado y tirado a la calle”.
Después del sermón regresó a casa. Por la noche Rodrigo le leyó un cuento a Jr. para antes de dormir. Cuando este acabó, miró al niño con sus ojos llenos de ternura, con una dulce sonrisa le dijo:
—Y colorín colorado, este cuento ya ha acabado. —Después le dio un beso en la frente.
—Quiero que me leas otro papá.
—Pero ya es tarde, debes ir dormir.
—Mamá me lee dos. —La sonrisa de Rodrigo se apagó, recordó a Scarlet y lo defraudado que se sentía por dentro. Entonces tomó una bocanada de aire.
—Está bien hijo, ¿cuál quieres que te lea?
Alejandro Alcanzar llegó como a la once de la noche a su apartamento, puso a correr la contestadora de su teléfono privado, había un mensaje de su hermana Daleska.
—Hola Ale, ya estamos en Ciudad de México, los niños te quieren ver. —La voz de su sobrina se oía—. Tío te traje los caracoles que me pediste. —Él sonrió—. Daleska le dijo:
—Ven a desayunar con nosotros mañana. Sara y Manuelito te trajeron algunos regalos.
El sábado por la mañana Alejandro se levantó muy temprano a trotar como siempre lo hacía, un poco antes de las seis de la mañana. Después se duchó y se alistó para ir a desayunar con su hermana.
Cuando llegó a la casa de Daleska, sus sobrinos corrieron a sus brazos. Saray tenía 10 años, Manuelito tenía 7.
—¿Cómo están mis sobrinos favoritos?
—Muy bien tío —Dijo Sara—. Y no somos tus sobrinos favoritos, somos los únicos. —Él se carcajeó.
—Sí, tienes toda la razón, por eso es que quizás los quiero muchote. —Después abrazó a su hermana y le dio un fuerte apretón de manos a su cuñado Armando. Después de desayunar, los dos hombres se fueron al jardín a charlar.
—¿Y qué tal van la cosas en el grupo? —Preguntó Armando.
—Van muy bien, el lunes cuando veas los informes te vas a sorprender con el crecimiento que estamos teniendo, todas las metas trazadas van por buen camino, y tenemos nuevos accionistas dispuestos a apoyar el proyecto que les plantee.
—Me alegra mucho Alejandro, de verdad que necesitábamos un paladín que fulminara a nuestra competencia, supongo que S&B va rumbo al fracaso.
—Por supuesto, sabes perfectamente que ellos son mi fuente de inspiración. —Daleska se unió a ellos y le dijo a Alejandro:
—No olvides que mañana tenemos la misa de nuestro hermano, ya cumplió 12 años de haber fallecido.
—Si lo sé, sabes que nunca lo olvido. ¿En cuál iglesia se hará la misa?
—En la del Santísimo Salvador.
—¿Por qué eligieron esa que está tan lejos?
—Tía Eloísa fue la que mandó a hacer la misa, la iglesia está cerca de su casa. Pero es bueno, dicen que el Santísimo le está haciendo milagros a muchos de los feligreses que asisten a ese lugar. —Armando con tono jocoso agregó:
—Deberíamos elevar una plegaria mañana para que Alejandro se consiga a una mujer que lo conquiste.
—Tienes razon Armando, ojalá alguna lo atrape pronto, para que así mi hermanito deje de ser tan mujeriego.
Durante el desayuno Rodrigo le preguntó a Elena:
—Tía ¿Has hablado con Marina?
—No, ¿por?
—Es por si te ha dicho algo de Scarlet. —Ella con ironía le agregó:
—Ya no le dices señorita. —Braulio les dijo:
—Elena por favor no vayas a empezar a discutir con Rodrigo, te lo pido por el amor de Dios.
—Tía, Marina te tiene confianza, deberías preguntarle en dónde está Scar... la señorita Scarlet.
—¿Y para qué quieres saber? —Braulio intervino.
—¿Para qué va a ser? por Jr. ¿acaso no te ingresa los sentimientos del niño? —Elena soltó los cubiertos y miró a Braulio con recelo y a punto de llorar.
—¿Cómo no me va a interesar si he visto y cuidado de él desde que nació? —Los ojos de Elena se pusieron aguados—. Considero que traer aquí a esa mujer fue un grave error de tu parte Rodrigo, ¿Ahora cómo le vamos a hacer? anoche me preguntó varias veces por ella, hasta me hizo prometerle que hoy la llamaríamos por teléfono.
—Es por eso que me gustaría que le preguntaras a Marina.
—Ella fue clara cuando me dijo que se marchó a New York.
—No se fue, ella sigue aquí en Ciudad De México. —Braulio le dijo:
—¿Por qué estás tan seguro?
—Porque he estado investigando papá, y sé que no se ha marchado aún.
—¿Y dónde se supone que se encuentra?
—Creo que Juan Carlos la tiene escondida. —Elena estiró el cuello y miró a Rodrigo.
—¡Pero qué ágil resultó ser Juan Carlos! O mejor dicho, que fácil se le hizo a Scarlet irse con él. —Rodrigo se quedó en silencio, ella agregó:
—¿Te imaginas Braulio que esa ramera hubiera envuelto a Rodrigo?
—¿Y por qué habría de envolverlo? Rodrigo sabe muy bien su posición y también conoce la de ella.
—No se preocupe tía —Rodrigo tenía fruncido los labios de los celos que sentía—. Sé perfectamente que Scarlet no es una mujer de la que yo pretenda ser dueño. —Elena levantó la ceja.
—Eso que me acabas de decir me quita la angustia que me causaba esa mujer —Ella le agarró la mano a Rodrigo y sonrió—. Me encantaría que formalizaras una relación con Annie, ella es buena, decente, una dama con clase, y muy bonita. —Él resopló: