Michael salió a supermercado a comprar algunos insumos para la cena. Cuando regresó Israel acababa de meterse a la ducha y dejó el celular en la cómoda. Michael entró a la habitación y lo saludó.
—¿A dónde fuiste corazón? —Preguntó Israel.
—Fui al súper un momentico a comprar algunas tonterías y me quedé como tres horas.
—Y recorriste todos los pisos y pasillos como siempre.
—Si mi amor, es que vieras las exhibiciones tan hermosas que hay para el hogar, compré algunas cosas pequeñas que llevaré para decorar nuestra casa a Holanda.
—Ahora me las enseña. —El timbre de mensajería del celular de Israel sonó. Michael tenía la clave y de entrepito lo agarró, vio que era un mensaje de Annie.
"¿Ya le dijiste a Michael lo del asunto con Frank?"
El semblante relajado de Michael cambió, su rostro se puso serio y frunció las cejas. Le pasaron mil cosas por la mente y su frente comenzó a sudar preguntándose qué significaba ese mensaje. Abrió la gaveta de la cómoda, sacó un pañuelo y se secó el sudor; dejó el celular y sin decir nada se fue para la cocina, tomó las bolsas con las compras del supermercado y comenzó a acomodarlas en recipientes, después puso las frutas y verduras en la nevera, en sus ojos había una mirada un tanto perdida, trataba de asimilar aquello que le preocupaba y le causaba cierto aire de decepción.
"Será que quiere volver con Frank y me va a pedir el divorcio"
Pensando en todo aquello le dio por morder una manzana verde sin siquiera lavarla, algo que no era natural en Michael, quien tenía le pavor a las bacterias y a toda cosa diminuta que pudiera hacer vida en su cuerpo, y lo hacía como desquitándose con la fruta con cada mordida.
"Seguro no se ha atrevido a decirme que me va a dejar, soy un tonto, un estúpido. Yo aquí haciéndole la comida y él reencontrándose con la perra esa".
***
Durante el día Rodrigo le marcó varias veces a Juan Carlos al celular, y siempre le salía la contestadora. Casi al anochecer decidió hablar con Marina, entonces se fue a su casa. Ella lo recibió con cariño.
—¿Qué me lo trae por aquí?
—Es que necesito saber de Juan Carlos.
—Mi sobrino salió de la ciudad, regresa mañana en la tarde.
—¿Y a dónde habrá ido? si se puede saber.
—Viajó por unos asuntos de la firma. Fue algo de imprevisto y le tocó salir casi sin avisar esta mañana. ¿Qué sucede Rodrigo? traes una cara.
—Marina, voy a ser claro con usted. Sé que Scarlet no se fue a New York.
—Pero si yo misma vi su tiquete de avión.
—¿Cuándo se supone que tomó el vuelo?
—El jueves.
—Ayer viernes le marqué a Juan Carlos a su celular casi a las seis de la tarde y escuché con claridad cuando su hija llamó a Scarlet, también la oí a ella hablarle a la niña.
—¿Estás seguro de lo que dices muchacho?
—Por supuesto, y quiero saber en dónde la tiene.
—No lo puedo creer, y no estoy comprendiendo nada. Scarlet estaba muy afligida y afanada por marcharse de aquí.
—¿Te dijo algo de mí?
—No, pero si rostro, se notaba muy afligida. Ella no quiere volver con tu familia, se siente juzgada.
—Pues ayer no la noté tan afligida, por lo visto con Juan Carlos se siente muy bien.
—Pues si es así y ella estuvo ayer con la niña, Sara puede confirmarme lo que dices. Voy a llamar a casa de mi hermano.
Marina marcó a la casa de los padres de Juan Carlos, y pidió hablar con Sara que se había quedado con ellos.
—Sarita, ¿Ayer fuiste al parque con tu papá?
—Si tía.
—¿Y quién fue con ustedes?
—Rosario y Scarlet.
—¿Y Rosario está en casa de tus abuelos?
—No, mi papá la llevó a cuidar a Scarlet en la suite del hotel.
—¿Sabes cómo se llama el hotel?
—No.
Marina se despidió de la niña y colgó la llamada.
—Es cierto lo que dices, la niña me dijo que Scarlet se está quedando en la suite de un hotel, y una de las muchachas que trabaja en la casa de mi hermana la está acompañando. —Rodrigo esperaba estar equivocado, pero ya no había lugar a la duda, él intentaba disimular, pero los labios le temblaban de la rabia.
—Si ella quería irse con Juan Carlos no tenía por qué disimularlo, me lo hubiera dicho; no me parece justo que mi hijo ahora la ande extrañando.
—Si es verdad, pero a mí no me pareció que Juan Carlos tuviera esas intenciones.
—Te engañó diciéndote que ella había subido al avión.
—Si es verdad, pero igual hay algo que no me cuadra del todo.
Michael preparó la cena, Israel puso la mesa como de costumbre mientras el otro servía los platos.
Cuando se sentaron a comer, Michael parecía un zombi en la mesa, tenía la mirada desconectada y estaba muy callado.
—Te quedo delicioso el pollo. —Dijo Israel. Michael con desgano respondió.
—Gracias, lo preparé con mucho amor.
—No me has mostrado los adornos que compraste.
—Mañana si amaneces vivo te los enseño.
—¿Cómo que si amanezco vivo?
—Uno nunca sabe si se acuesta a dormir y despierta en la mañana. —Israel se Percató que estaba enfadado.
—¿Qué te sucede? —Michael volteó a mirarlo.
—¿Por qué lo preguntas?
—Se te nota que estás enfadado.
—¿Debería estarlo?
—De mi parte no. —Continuaron comiendo en silencio, aunque se sentía una atmósfera incómoda y pesada. Pasaron como dos minutos que se hicieron eternos.
—Bueno ya, ¿qué te sucede? —Michael suspiró, se levantó y recogió el palto.
—Ya terminé de cenar, voy a lavar mi plato.
—Michael te hice una pregunta, no me dejes con la palabra en la boca. —Michael se detuvo, de pronto con ira estrelló el plato contra el suelo y miró con rabia a Israel mientras este se quedó catatónico, nunca lo había visto actuar de esa manera.
—¿Qué te pasa Michael?
—¿Has estado saliendo con la perra de Frank todos estos días verdad?
—¿De dónde sacas eso?
—Annie te envió hace rato un mensaje preguntándote si ya me comentaste lo de Frank, y no sé qué cosa debes comentarme de ese animal traidor.