Viéndolo todo perdido y sintiendo que ya no tenía nada más por hacer en ese lugar, Scarlet decidió empacar las pocas cosas que tenía. Quiso desconectarse de una vez por todas de Rodrigo; comenzó llamando a la compañía telefónica, pidió el corte de la línea de su celular. Rosario escuchó y le dijo:
—¿Por qué hizo eso señorita? —Scarlet con desánimo y decepción le dijo:
—No lo sé, es una forma de irme desprendiendo de Rodrigo Salvatierra, no quiero tener su número, ni que él tenga el mío. Tampoco quiero que tenga conocimiento de donde estoy. Ahora mismo quiero que empaquemos todas mis cosas, me voy a cambiar de hotel.
—¿Él es el hombre del que usted está enamorada? —Scarlet se quedó reflexionando por un momento antes de responder, después volteó a mirar a Rosario, con una sonrisa pintada de lamento le dijo:
—Si Rosario, él es el hombre del que me enamoré como una tonta desde la primera vez que lo tuve cerca; no sé porque mi corazón se ligó a él si ni siquiera lo conocía. Casi desde el principio hubo ciertas señales que me indicaban que no debía esperar nada bueno de él, pero no hice caso y lo idealice, me hice muchas ilusiones; pero todo era ya evidente para los dos, ninguno debía esperar nada del otro, pero esperamos demasiado.
Él esperaba de mí un pasado perfecto que no lo hiciera desconfiar; yo esperaba que me amara a pesar de todo, pero muy en el fondo presentía que todo iba salir mal. Mas sin embargo me aferré a él —Scarlet puso una sonrisa y mirada soñadora—. A su cariño, a sus besos, sus lindas palabras que me parecían tan dulces y sinceras; de verdad llegué a creer que superaríamos todos los obstáculos, las esperanzas que tenía puestas en nuestro amor eran muy fuertes. —Su sonrisa cambió por una expresión de lamento—. Pero todo acabó más rápido de lo que esperaba. Vine a México solo para ver cómo se desmoronaba mi castillo de naipes.
—¿Y no hay manera de que se arreglen? A veces hablando las cosas se acomodan, quién quita y de verdad el sienta lo mismo por usted.
—No Rosario, él me prometió dejar atrás mi pasado, pero me demostró lo contrario, está muy seguro que soy una prostituta, le dijo a toda su familia y al personal que trabaja en su casa que yo me acostaba con los hombres por dinero. ¿Cómo se suponía que me iba a presentar como si novia si por su culpa todos piensan que soy prostituta? ¿Tú qué harías en mi lugar?
—No le creería ni una palabra, se supone que cuando uno quiere a alguien de a de veras no anda divulgando cosas que son tan privadas.
—Él pensó que yo era prostituta y lo mantuvo delante de su familia, con eso se encargó de hacer imposible que algo pueda surgir entre nosotros. Para el colmo piensa que me estoy acostando con Juan Carlos; vieras como me trató ayer en la delegación, me miraba con odio, me hizo sentir tan poca cosa con todo lo que me dijo. Yo como una tonta intenté darle explicaciones pensando que iba a cambiar de opinión, pero me trató peor; hasta me mandó a prostituirme porque según él eso es lo que me gusta hacer.
—Es bien horrible por lo que usted está pasando.
—Si Rosario, pero a partir de hoy todo esto acabará, voy a desaparecer de la vida de Rodrigo Salvatierra, por favor ayúdame a empacar todo. No quiero saber nada de él. Aunque lo sigo amando.
—¿Se irá ahora mismo?
—Sí, me voy a otro hotel en cuanto termine de recoger mis cosas. Quiero que tu regreses con la madre de Juan Carlos .
—¿Piensa quedarse sola así como está?
—Me puedo defender no te preocupes.
—¿A cuál hotel irá?
—Al que sea, voy a buscar en la guía telefónica.
—¿Y el señor Juan Carlos?
—Lo llamaré cuando llegue a New York, no quiero seguir molestándolo, ya vio los golpes que Rodrigo le dio por mi culpa.
Annie llegó a la clínica a ver a Jr. en cuánto entró a la habitación se acercó a Rodrigo y lo saludó con un beso en la mejilla.
—¿Cómo estás?
—Muy bien Annie.
—Te dije que tu hijo aparecería sano y salvo.
Ella miró a Jr. y se acercó a él con una dulce sonrisa.
—Hola Jr.
—Hola Annie.
—Recuerda que puedes llamarme tía Annie.
—Está bien, tía Annie.
—¿Cómo te sientes?
—Bien.
—Nos diste un gran susto a todos.
—Lo sé —Jr. puso su cara triste—. Es que quería buscar a mi mamá pero una gente mala me robó. —Annie y Rodrigo se miraron—. Mi abuelo dijo que ella iba a venir pero se está demorando mucho.
—Bueno, es que ella está lejos y seguro se le ha hecho difícil regresar.
—Por eso quería buscarla para decirle que regrese y no se vuelva a marchar más nunca, papi y yo la extrañamos mucho.
Elena y Raiza regresaron de almorzar, ellas se quedaron con Annie cuidando al niño y Rodrigo salió a almorzar con Braulio.
Rodrigo estaba muy pensativo en el restaurante y Braulio le preguntó:
—¿Qué te pasa que te veo preocupado? —Rodrigo primero resopló y después le dijo:
—Jr. no ha hecho más que preguntar por Ángela, ha estado muy insistente toda la mañana. Ya no sé qué más voy a inventar para que se esté tranquilo.
—Hay que traer de nuevo a Scarlet
—No papá, después de lo que hizo no. Además tú mismo has dicho que ella se fue porque se siente avergonzada.
—Por eso no te preocupes, yo la haré regresar.
—No quiero que Scarlet se acerque más a mi hijo.
—Eso debiste haberlo pensado antes de traerla, ¿Cómo diablos se supone que vas a tranquilizar a Jr. cuando los días pasen y su madre no aparezca.
—No creo que ella acepte regresar a la casa.
—Para eso le hiciste firmar un contrato y le pagaste la mitad por adelantado.
—Ayer le entregué una carta de despido.
—Pero creí que se la darías después de que Jr. apareciera. No debiste hacerlo.
—Fue lo mejor. No deseo volverla a ver.