Scarlet

81

Rodrigo estaba en el baño cuando el celular sonó, Jr. miró hacia la cómoda, como un niño travieso que era estiró la mano, tomó el teléfono y lo contestó:

—Aló. —Scarlet oyó la vocecita del niño y abrió grandes sus ojos mientras sonrió con alegría.

—Jr.

—¿Mamá?

—Sí, ¿Éstas bien?

—Sí, estoy en la clínica con papá. ¿Por qué te fuiste?

—Es que no puedo quedarme.

—¿No vas a regresar?

—No puedo.

—¿Ya no me quieres?

—Si te quiero, pero estas muy pequeño y no puedo decirte por qué me voy, pero te juro que te amo, no pienses que no te quiero. Portante bien y no preguntes por mí porque tu papá se pone triste.

—¿Se van a divorciar?

—No.

—Pero te vas, lo papás de mis amigos se van cuando se van a divorciar.

—Jr. hay cosas que tu papá te va a explicar cuando crezcas, pero quiero que sepas que aunque yo no esté en la casa siempre voy a recordarte. —Rodrigo salió de baño y vio a Jr. con su teléfono, el niño le dijo a su interlocutor.

—Aquí está papá. —Jr. estiró el brazo dándole el teléfono a Rodrigo y este se le resbaló de sus manos. El teléfono cayó al piso, la tapa y la batería cayeron a un lado y el teléfono en otro.

—Lo siento papá. —Dijo el niño con el rostro pálido porque estaba asustado.

Rodrigo recogió el teléfono y lo armó de nuevo, pero la pantalla se le había partido.

—Jr. te he dicho mil veces que no agarres mi teléfono.

—Lo siento papá, no era mi intensión.

—¿Quién era?

—Mamá. —Rodrigo puso una expresión de asombro.

—¿Tu mamá?

—Sí, me dijo que no podía volver.

—Te dijo a dónde iba?

—No. ¿Por qué mi mamá no va a volver? —Rodrigo no pudo gesticular ninguna palabra para responder su pregunta, simplemente no tenía idea de qué inventarle

—¿Se van a divorciar verdad?

—¿De dónde sacas eso? —Rodrigo tenía cara de lamento.

—Tú ya no quieres a mi mamá.

—¿Por qué piensas que no la quiero?

—Por qué la dejabas sola en Miami y en la casa.

—Es que debo trabajar.

—Pero en la casa ella se sentía muy triste cuando tú no llegabas a cenar. —Rodrigo puso serio el rostro, se acercó más al niño y le dijo:

—Haber, ¿cómo sabes que ella se ponía triste cuando yo no llegaba a cenar?

—Le preguntaba a Lucrecia varias veces si habías llegado, y no sonreía, tampoco comía y no tenía ganas de jugar.

—Bueno, a veces las cosas no son lo que parecen.

—Si no se van a divorciar dile a mamá que regrese a la casa.

—Hijo, no sé cómo explicarte...

—Mamá me dijo que cuando yo sea grande me vas a explicar todo.

Rodrigo recordó que Scarlet no sabía de su enfermedad.

—Tal vez si hijo, tal vez te lo pueda explicar. Por ahora tranquilízate, ya hablaste con tu mamá.

Scarlet creyó que Rodrigo había colgado el teléfono, entonces sintió que ya era demasiado, y le volvió a marcar para decirle unas cuantas verdades, pero le salió la contestadora, entonces colgó. Se quedó pensando, entonces le volvió a marcar, le volvió a salir la contestadora, pensó en dejarle un mensaje, pero se arrepintió.

No conforme con lo poco que había hablado con el niño pensó en ir a la clínica a verlo, como no sabía en cual estaba le marcó a Juan Carlos.

—¿Scarlet en dónde estás? ¿Por qué no me avisaste que querías irte?

—Siento no haberte avisado, es que no quiero causarte más problemas con Rodrigo.

—Por eso no te preocupes, la verdad no me importa lo que él pueda pensar o hacer. Dime en dónde te estas hospedando.

—En el hotel el Castillo. No se lo digas a nadie. Juan Carlos, ¿Tu sabes en qué clínica tienen a Jr.?

—En la clínica infantil de La esperanza. ¿Acaso piensas ir a verlo?

—Sí.

—¿Y Rodrigo te dejará hacerlo?

—Intentaré hacerlo cuando él no esté. El niño está sufriendo por mi culpa y por culpa de Rodrigo.

—Me gustaría acompañarte.

—No quiero molestarte.

—No es molestia. Soy tu amigo, déjame ser tu cómplice. —Scarlet se rió.

—Lo dices como si fuera a cometer un crimen.

—Si te descubren los Salvatierra de seguro te van a tratar como a una criminal.

—Tienes razón. Y si Rodrigo te ve conmigo te va a odiar más.

—Ya te dije que no me importa lo que Rodrigo piense de mí.

—Está bien, acompáñame esta noche.

***

Cuando Braulio regresó Rodrigo le dijo:

—Papá Jr. habló con Scarlet.

—¿Cuándo?

—Llamó a mi celular y el niño contestó.

—¿Y qué le dijo?

—Que no volverá.

—¿Y de dónde llamó?

—No lo sé, Jr. dejó caer el teléfono y se hizo añicos.

—¿Pero no piensas hacer nada? vas a dejar que se vaya?

—Si papá, que se vaya, Jr. ya lo sabe y se quedó tranquilo.

—Estará tranquilo ahorita, pero con los días que pasen comenzará de nuevo a pedir que le traigan a su madre.

—Ya te dije que no papá, no quiero ver a esa mujer cerca de mi hijo.

—Eres un tarado egoísta, solo piensas en ti mismo y no te importa los sentimientos de tu hijo.

—No me importa lo que pienses de mí.

—¿Cuando la contrataste lo hiciste por Jr. o por ti?

—Claro que lo hice por Jr.

—Me parece que lo hiciste por ti. ¿Tuviste una relación amorosa con esa muchacha?

—No.

—Pues menos mal, porque con su llamada demostró que el niño le importa, y pienso llevarla de nuevo a la casa.

—Ya te dije que no la quiero cerca de Jr.

—Me vale un bledo lo que digas, yo mismo la voy a contratar y no me importa si Elena o tú se interponen.

—No estoy de acuerdo.

—Yo te apoyé cuando se te ocurrió traerla, ahora es tu turno de apoyarme.

—Pero papá…

—Tienes celos de Juan Carlos, ¿es eso verdad, te da rabia que ande con él?

—No, no siento celos.

—Entonces manda a reparar ese maldito teléfono para saber de qué número llamó.




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