—Te quiero mucha mami. —Jr. le agarró el cabello—. Te ves linda con el pelo amarillo. —Scarlet e Israel se rieron.
—Gracias bebé, ahora tienes una mamá rubia.
Los minutos pasaron. Israel observó su reloj.
—Creo que ya deberías irte antes que todos regresen. —Jr. se agarró duro de Scarlet.
—No mamá, todavía no te vayas. —Ella con ternura le dijo:
—Me quedaré cinco minutos más, pero debes prometerme que cuando me vaya te quedarás tranquilo hasta que podamos vernos de nuevo.
—Sí mami. —Israel agregó:
—Jr. es peligroso que encuentren aquí a tu madre. —Jr. hizo caso omiso y se recostó sobre el regazo de Scarlet.
Después Israel lo devolvió a la cama, Scarlet se acercó y le dio un beso. Jr. se puso a llorar. Ella se contuvo de hacerlo también.
—No llores, debes estar feliz que hoy pudimos vernos. —Israel agregó:
—Si Jr. y yo los voy a ayudar a verse varias veces a la semana, pero debes tranquilizarte.
—¿Papá por qué odia a mamá?
—No la odia, solo tienen problemas de gente grande.
—Los papás de Diego mi amigo se odian, y los míos también.
—No bebé, no digas esas cosas tan feas, quiero que te quedes feliz porque vine a verte, yo también me iré feliz.
—Está bien mami. —Israel arropó a Jr. y Scarlet salió de la habitación bregando con las muletas, tomó el pasillo hacía la sala de espera. Tenía que cruzar el mismo hacía la izquierda; cuando lo hizo se topó con Elena, ambas estupefactas se quedaron viendo a los ojos; Elena puso la expresión como de una fiera, por lo que veía, Scarlet vislumbró lo que venía de parte de la dama.
Con desdén en su mirar y los labios fruncidos, Elena le dijo:
—¿Qué diablos haces aquí sinvergüenza?
Scarlet se quedó muda, su cuerpo tembló al saberse descubierta. Más atrás aparecieron Willy y Raiza, la miraron como si de una vil animal se tratara. Tal vez no con rabia ni desdén en su mirada, pero si como a una intrusa y con reproche. Aunque Willy se veía más curioso que cualquier otra cosa.
Elena se devolvió a la sala y gritó como si hubiera visto a un miserable ladrón:
—¿Rodrigo que hace esa mujer aquí en la clínica? —Rodrigo anonadado volteó a ver a su tía, no alcanzó a comprender a qué mujer se refería.
—¿De qué mujer hablas?
—Scarlet estaba en la habitación de Jr. —Rodrigo se llenó de asombro y de prisa se dirigió al pasillo y Braulio lo siguió.
De un momento a otro casi todos los Salvatierra estaban allí y tenían sus ojos encima de ella. Rodrigo quedó detrás de los demás, sus ojos se encontraron con los de Scarlet; él se quedó paralizado.
Scarlet se sintió rodeada como un animal de caza vislumbrando su propia muerte. Miró de nuevo a Rodrigo quien se suponía ella conocía más, en sus ojos no pudo ver nada que pudiera interpretar. No sabía si estaba enojado, él sencillamente no emitió ningún tipo de emoción. Ella en sus adentros deseaba que él al menos no la tratara como a una intrusa.
Todo aquello sucedió en pocos segundos, pero de una forma intensa, fue un momento que pareció eterno. Para Scarlet el tiempo y el universo se detuvieron mientras fue rodeada por una manada de lobos que solo deseaba destrozarla.
La curiosidad de los ojos de todos ellos aún no se había saciado, cuando de pronto Elena se le vino encima a Scarlet, la agarró con fuerza de la blusa y la sacudió con violencia.
—¿Qué vino a hacer aquí maldita prostituta? —Raiza la detuvo.
—Ya tía, no vale la pena ensuciarse las manos con tan poca cosa. —Scarlet la miró con rabia, después desvío su mirada hacía Elena.
—No se preocupe señora, ya me voy.
—Ah, lo dice así tan fresca. ¿A qué vino, a robarse a Jr. verdad?
—No, solo quería verlo.
—¿Con qué derecho? Rodrigo ya la echó por irresponsable, usted no tiene por qué acercarse al niño. —Raiza con desdén le dijo:
—Mi hermano le confió a su hijo, pero usted prefirió volver a su mala vida y abandonó a Jr. para seguir acostándose con los hombres por dinero. —Scarlet miró a Rodrigo con cierto reproche, tenía frente suyo la confirmación de lo que él le había dicho a todos, que ella era prostituta. Rodrigo estaba enojado, más sin embargo comprendió el mal que había causado contándoles a ellos acerca de su profesión y agachó la mirada.
De pronto Elena la abofeteó en la cara con todo lo que le daban sus fuerzas. Scarlet no lo esperaba, no pudo sostenerse con las muletas y perdió el equilibrio. Rápidamente cayó golpeándose la cabeza con todo el peso contra el piso.
Raiza se preocupó y agarró a su tía y todos se quedaron paralizados mirando a Scarlet en el suelo. Ella intentó sentarse, abrió sus ojos y no pudo enfocar la vista, veía doble, de pronto se mareó y todo alrededor de ella se puso oscuro. Scarlet perdió el conocimiento. Willy se acercó para intentar ayudarla a levantarse y se agachó. De pronto Raiza con voz imperante le dijo:
—No toques a esa ramera. —Willy levantó su cara y miró de forma amenazante a su esposa. Como si no le importara lo que Raiza pensara o hiciera le tocó el rostro a Scarlet.
—Señorita Scarlet. —Se dio cuenta que ella estaba inconsciente. Él miró a Rodrigo.
—Perdió el conocimiento. —Rodrigo se acercó. Elena dijo:
—Seguro está fingiendo. —Willy agregó:
—Voy a llamar al médico.
Juan Carlos llegó:
—¿Qué pasó con Scarlet? —Raiza le dijo:
—Se cayó. —Él preocupado dijo:
—Iré por el médico.
—Ya Willy fue a buscar uno. —Le dijo Braulio.
Poco después el médico llegó y se agachó para examinarla.
—¿Qué sucedió? —Raiza le dijo:
—Perdió el equilibrio y cómo anda con maletas no pudo sostenerse y se cayó. —Elena agregó:
—A mí me parece que está fingiendo, no se golpeó tan duro. —Rodrigo molesto respondió:
—No tía, Scarlet está fría y pálida, eso no se puede fingir.
—Mejor te callas Elena. —Dijo Braulio enojado.
—Tiene un poco débil la reparación. —Comentó el doctor, Scarlet reaccionó y tardo un poco en responder al médico que le hacía preguntas, Juan Carlos se acercó, ella lo observó a él y a Rodrigo.