Scarlet

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TRES DÍAS DESPUÉS.

Gema y Juan Carlos acompañaron a Scarlet a traumatología, esa mañana le quitaron el yeso de la pierna. Ella salió sonriente del consultorio.

—Al fin, me siento tan libre que tengo ganas de salir a todas partes. —Juan Carlos les dijo:

—¿Qué tal si mañana salimos a bailar? —Gema se rió.

—No importa, podemos solo charlar y beber unos tequillas, qué mejor excusa que a Scarlet le quitaron el yeso. Vamos a celebrar los tres.

—Qué mejor excusa que a Scarlet le quitaron el yeso. Vamos a celebrar los tres a un antro.

—Sí me parece bien. —Dijo Scarlet, Juan Carlos agregó:

—Hoy me gustaría invitarte a cenar Scarlet. Creo que te lo mereces después de todo lo que has pasado estas últimas semanas.

—Gracias Juan Carlos, encantada acepto tu invitación. Ahora quiero regresar al hotel y estar preparada, es que en la tarde el señor Braulio va a dejarme a Jr. un rato.

Alejandro fue al hotel La Orquídea y entró a la suite donde Scarlet se había hospedado, Antonino lo acompañaba.

Alejandro observó desde la sala a todos lados del lugar con admiración en sus ojos.

—Así que estas cuatro paredes aguardaron por algunos días a la mujer que será mi esposa. —Antonio sonrió.

—De verdad piensa casarse con ella.

—Por supuesto.

—Pensé que no quería entregarle su vida a ninguna mujer.

—Estas en lo cierto, después que mi novia me dejó plantado en el altar juré que más nunca pensaría en casarme con ninguna. Pero Ana Julia, mí Ana Julia es un ángel, estoy seguro que con ella estaré casado hasta el día de mi muerte.

Rodrigo no sabía a ciencia cierta si Scarlet seguía en México o si había regresado a Estados Unidos. Lo único certero era que si se había quedado estaba viviendo con Juan Carlos. Tanto él como Marina y Gema decían que si se había marchado. Pero Rodrigo presentía lo contrario, más sin embargó hacía como que no le importaba, no estaba interesado en volver a verla.

Braulio e Israel estaban enterados de la verdad y el jueves el abuelo llevó a niño a comer helados con Scarlet. Jr. se metió en la piscina de pelotas a jugar con otros niños. Entonces Braulio aprovechó para hablar con ella.

—Scarlet, quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mi nieto.

—No hay de qué señor Braulio, yo soy la que me siento agradecida con usted por dejar que yo lo vea.

—También quiero pedirte disculpas por las cosas tan horribles que mi hermana y mis hijos te han hecho, sé que los tres te han ofendido. —Scarlet agachó el rostro y puso un semblante serio.

—Prefiero no recordar esas cosas. Y de verdad gracias por comprender que mi cariño por Jr. no tiene nada que ver con sus hijos y tampoco con mi pasado.

—Scarlet, ¿Piensas quedarte o te irás pronto?

—Lo ideal sería regresar a Estados Unidos, allá tengo una vida. Pero no quiero alejarme de Jr. siento que debo estar a su lado, tal vez hasta que se opere.

—¿A qué operación te refieres?

—Rodrigo me contó que Jr. en unos meses será intervenido quirúrgicamente. —Braulio pensó dentro de sí.

"Ella no sabe lo de Jr."

Scarlet prosiguió:

—Después veré que hacer, por ahora pienso quedarme un tiempo.

—Scarlet, ¿Estarías dispuesta a regresar de nuevo a mi casa y encargarte de Jr. a tiempo completo?

—No, su familia me rechaza, y si le soy sincera yo ya empecé a sentir lo mismo hacia ellos. Y Rodrigo tampoco me lo va a permitir.

—Rodrigo debe permitirlo, y Elena es como un perro sin dientes que no sabe sino ladrar. Ya te lo dije el otro día, debes ser fuerte y no rendirte porque ellos te digan cosas. Scarlet, solo dime si éstas de acuerdo en regresar y yo me encargo de Rodrigo.

—Señor Braulio, la verdad no deseo volver a su casa. No me sentiría cómoda. Yo creo que usted puede traerme al niño así como lo hizo hoy.

—Usted me ha demostrado que en verdad aprecia a Jr. desearía poder hacer algo para retribuirle lo que hace por él, no sé si necesitas algo en que yo pueda ayudarte.

—La verdad no necesito nada por ahora.

—Te pido que reconsideres regresar a mi casa, y por favor, puedes tutearme, odio los distanciamientos sociales que alejan a la gente.

—Está bien, pero no puedo dejar de decirle señor. En cuanto a regresar a su casa Rodrigo me dejó muy en claro que no desea verme cerca de su hijo. Estoy segura que jamás me lo va a permitir.

—Yo procuraré convencerlo, por eso no te preocupes.

—¿No le parece que es mejor así como hicimos hoy? usted me trae al niño, yo me dedico a él un rato, así sin necesidad de confrontaciones con su familia; Jr. estará feliz, usted se ahorra pasar disgustos con ellos y todos estarán más tranquilos.

—Solo dime, ¿si Rodrigo acepta que vuelvas a la casa, lo harías? —Scarlet se quedó pensando por algunos segundos antes de contestar.

—No, después de lo que sucedió en la clínica me sería muy difícil estar cerca de su familia.

—Está bien Scarlet, te entiendo, entonces me las ingeniaré para seguir trayéndote a Jr.

Por la noche Juan Carlos pasó buscando a Scarlet para llevarla cenar.

—Pero qué elegante te ves Scarlet.

—¿Te parece? la verdad es un vestido muy sencillo.

—Bueno, cuando te conocí estabas casi encima del parabrisas de mi auto, créeme que no te veías para nada elegante, y el resto andabas con el yeso y las muletas. De verdad que te ves muy distinta. Bueno, ¿Qué te gusta más, la comida Italiana o japonesa?

—Ambas me encantan.

—Entonces vamos a un restaurante italiano que estoy seguro te va a encantar

Cuando Rodrigo llegó a la casa Jr. se avanzó en sus brazos. Él lo alzó y le dio un beso, como no se había cambiado la ropa, Rodrigo sintió el perfume de Scarlet en la camisa del niño. Por un momento dudó, creyó que eran ideas suyas y lo dejó pasar por alto. Más tarde que se puso su pijama para irse a descansar, se metió a la cama y se recostó de medio lado.

Intentó dormirse, pero la idea de haber sentido el perfume de Scarlet en la camisa del niño le siguió dando vueltas por la cabeza. Entonces se levantó y fue a la habitación de Jr. el niño ya estaba dormido. Rodrigo hurgó el cesto de la ropa sucia, allí estaba la camisa, la olió de nuevo, y sí, allí estaba su perfume.




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