Antes que Braulio llegara a la casa con Antonella, Elena le marcó a Annie a la oficina.
—La trepadora ya debe estar por llegar.
—Pensé que se demoraba una semana más.
—Adelantó en viaje y le avisó a Braulio apenas hasta anoche, por eso no te avisé antes. Annie debes estar muy alerta con mi sobrino, ese mujer es una resbalosa, y ya sabes cómo son los hombres de sinvergüenzas que se dejan llevar por cualquier falda que se mueva bonito. Y Braulio no lo dice de frente, pero estoy segura que él quiere ver a Rodrigo casado con esa buscona.
—Por supuesto que estaré muy pendiente de Rodrigo, no dejaré que esa muerta de hambre pase ni un minuto a solas con él.
—Me gustaría que hoy vinieras a almorzar con nosotros.
—Iré encantada.
Rodrigo volvió a sentir el perfume de Scarlet en la ropa de Jr. y como sabía que ella seguía en Ciudad de México, solo le quedaba confirmar su sospecha de que ella estaba viendo al niño por encima de su consentimiento.
Entonces llamó a uno de los guardaespaldas que siempre estaba pendiente de Jr. cuando este salía de la casa.
—Ernesto, sé que mi papá ha estado sacando a Jr. al parque o a comer.
—Sí señor.
—¿Se ha estado encontrando con alguien?
—La verdad no lo sé porque siempre me deja afuera pendiente.
—¿Afuera de dónde?
—En los locales a donde entra a comer con el niño. También va como dos veces a la semana a la casa del Conde. Lleva a su hijo a jugar en el jardín con el perro.
—Entonces te deja afuera para que no veas lo que hace. Necesito que la próxima vez que mi papá lleve a Jr. a esa casa me llames de inmediato, y por favor que él no sepa nada de esta conversación.
—Si señor.
Ernesto salió de la oficina y Annie llegó.
—Te tengo una noticia, hoy Israel y yo nos vamos a reunir con Frank Gallardo, creo que va acceder a darnos la información que necesitamos. —Rodrigo resopló.
—Al fin una buena noticia.
—Hoy tu tía me pidió que los acompaña a almorzar.
—Me parece bien. —Rodrigo acomodó algunos papeles dentro de una carpeta y se veía un tanto distraído, Annie se quedó observándolo.
—¿Qué tienes?
—¿Nada por qué lo preguntas?
—Estás más serio de lo habitual, más bien te ves preocupado.
—¿Te parce poco todo lo que sucede Annie, las cosas que están diciendo de ti, de mí y de todos los demás altos ejecutivos?
—Si tienes razón en preocuparte, pero intenta mantenerte calmado, ya verás que vamos superar todo esto. La vida siempre nos pone pruebas y luego nos premia cuando superamos las vicisitudes. —Rodrigo tomó un grupo de carpetas y las acomodó a un lado, cabizbajo agregó.
—No siempre. Por ejemplo la muerte de mi esposa, ¿qué premio se supone que me dará la vida? ¿O cuando Jr. ya no esté? —Annie se sonrojó un poco, no esperaba esa respuesta de parte de Rodrigo; con un tanto de achate le dijo:
—Perdón, yo solo quería levantarte el ánimo. —Rodrigo se quedó en silencio, Annie un poco incomoda decidió irse a su oficina. Entonces Rodrigo la detuvo.
—Annie perdón, no era mi intensión descargarme contigo —Él se levantó, salió de detrás del escritorio y se acercó a ella, luego le agarró una mano—. Tu no tienes la culpa de todo lo que me sucede por dentro, no entiendo por qué a pesar de todo lo que hago mal contigo, aun sigues apoyándome e intentando ayudarme. —Ella lo miró a los ojos, después levantó su mano y le tocó la mejilla.
—Lo hago porque te amo, y quiero cuidarte, protegerte. —Rodrigo agachó su mirada.
—Por eso mi tía Elena te quiere tanto, debe ser que ella percibe la bondad que tienes en tu corazón.
—Solo déjame quererte Rodrigo. —Annie acercó su rostro a él, quiso aprovechar el intenso momento para besarlo. Rodrigo por un instante pareció que iba a ceder a las pretensiones de Annie, pero rápidamente se retractó. Agachó el rostro y le agarró la mano que ella aun le tenía sobre su mejilla y la quitó.
—Annie no quiero hacerte más daño del que ya te hice antes; te conduje a hacer cosas que no estaban bien para ti, y no quiero verte sufriendo más por mi culpa. Tampoco quiero que te hagas falsas ilusiones conmigo, eres una mujer hermosa y especial, te mereces a un hombre a tu altura; yo tengo mi corazón demasiado herido y dañado, no creo poder hacerte feliz a ti ni a ninguna otra mujer.
—Pero puedes intentarlo.
—Sabes que la muerte de Ángela me dejó desbastado.
—Pero lo intentaste con Scarlet, también puedes hacerlo conmigo, yo no te voy a defraudar como ella lo hizo.
—Lo de Scarlet fue algo que no tenía planeado, no sé ni cómo sucedió.
—Estoy segura que buscabas en ella a Ángela, pero es una mujer muy distinta, aunque se le parezca. En cambio yo puedo hacerte feliz, solo déjame estar cerca de ti y amarte.
—Estoy demasiado consternado ahora, lo que me sucedió con Scarlet terminó por desequilibrar todo mi mundo interior, cometí un gran error en traerla, ahora solo deseo hacerla desaparecer, no quiero saber más d ella, no deseo ni oír más su nombre.
—Ya ella se marchó, no tienes porqué volver a verla, yo no te la voy a mencionar más.
—No se ha ido. —Él regresó al escritorio y se sentó.
—¿Dices que esa mujer sigue aquí?
—Sí, me la conseguí en un antro, le ofrecí un avión de la empresa para que regresara a Estados Unidos. ¿Sabes qué me dijo? Que está cumpliendo aquí un compromiso y que luego si se irá.
—Me imagino el compromiso.
—Pero eso no es todo, ella está viendo a Jr.
—¿Qué?
—Tengo días investigando y ya descubrí que papá la está hospedando en una de sus casas y le está llevando a mi hijo varias veces a la semana.
—¡Qué barbaridad! esa mujer puede alterar al niño, ya lo hizo hasta el punto que Jr. escapó de la casa.
—Como ya te dije, cometí un error al traerla, y yo mismo debo sacarla antes de que esto llegue más lejos.
—Por supuesto que debes sacarla así sea a la fuerza, esa mujer está buscando ganarse más el cariño del niño. Seguramente para más adelante pedirte mucho dinero por cuidar de él. Jr. en su estado de salud él no debe sufrir emociones fuertes, y seguramente ella está buscando ser imprescindible aprovechando que se parece a Ángela.