Scarlet

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Afuera Rocío le entregó el niño a Ernesto.

—Es mejor que lo lleves a su casa. —Jr. le dijo a Rocío.

—No quiero dejar a mi mamá.

—Lo sé, pero tú no debes escuchar esa discusión que hay entre ellos. —Ella miró a Ernesto.

—Llévalo, no vale la pena que se quede oyéndolos.

—Si, por supuesto.

Adentro había todo un campo de batalla donde Scarlet no tenía ninguna posibilidad de ganar. Ella gritando a Rodrigo a todo pulmón agregó:

—Seré una zorra, pero jamás trataría tan mal a mis hijos. —Rodrigo rió con cinismo y le dijo:

—Si claro, solamente crecerán sabiendo que su madre trabaja de puta en un bar.

—No te la vengas a tirar de decente, si te lo pasas metido en los bares buscando putas para acostarte con ellas, perro desgraciado, te odio con todas mis fuerzas.

—Yo te odio y te desprecio maldita ramera que nunca debí conocer. Pero hoy mismo me voy a encargar de devolverte a ese lugar a donde perteneces.

—Deberías irte para el infierno, por mal padre, por déspota y canalla.

—No voy a permitir que una ramera me insulte. Y yo trato a mi hijo como se me dé la gana.

—Ángela debió haberse arrepentido de darle a su hijo un mal padre como tú.

—A ella ni la nombres, es demasiado sagrada para una mujer sucia como tú que solo deseo matar.

—Mátame si es eso lo que deseas miserable, mal padre, te detesto.

Rodrigo le agarró el cuello y la golpeó con fuerza contra la pared; él estaba fuera de sí y quería matarla para no oírla más.

—Cállate zorra. —le gritó

Scarlet no sé pudo defender, Rodrigo reaccionó cuando sintió que su cuerpo se había vuelto pesado, aterrado por lo que estuvo a punto de hacer la soltó, ella se desplomó en el suelo. No estaba inconsciente pero si había pedido sus fuerzas.

Ella rápidamente se sentó tosiendo y vio a Rocío que se asomó a la puerta y la miró con terror en sus ojos.

Segundos después hubo total silencio, el catártico momento había acabado.

Rodrigo ojeó a Scarlet que seguía sentada en el suelo, después miró a Rocío; el hombre reaccionó comprendiendo las dimensiones de lo que acababa de ocurrir y de lo que estuvo a punto de hacer.

De pronto una horrible sensación se apoderó de su mente, acababa de descubrir lo violento que podía llegar a ser si se le sometía a ese tipo de situaciones. No entendía por qué había sido capaz de llegar tan lejos con Scarlet, hasta el punto de querer matarla, y todo por un solo sentimiento que él muy bien reconocía en secreto, “celos” detrás de todo y aun por encima de su propio hijo eran los celos los que lo movían a cometer tantas estupideces que ya se estaban acercando a la locura.

Decidió marcharse y le pasó a Rocío por un lado como una ráfaga de viento.

Afuera el otro guardaespaldas le contó que Ernesto se había llevado a Jr. Rodrigo dio gracias al cielo, porque no estaba como para tener que escucharle a Jr. sus reproches mientras conducía.

Adentro Rocío le echó una mano a Scarlet para que se levantara del suelo, después la ayudó a caminar hasta el sofá. La miró con compasión, Scarlet tenía sus ojos llenos de lágrimas y no establecía contacto visual con ella, estaba muy afligida con una gran expresión de dolor en su rostro.

De pronto estalló en llanto, nunca en su vida había insultado a nadie como lo acababa de hacer con Rodrigo; tampoco la habían tratado con tanto menosprecio. Pero lo que más le dolía era la forma como él había tratado al niño. Ante sus ojos Rodrigo había quedado como un padre impiadoso, egoísta e incapaz de comprender al pequeño. Todo el sentimiento de amor y añoranza que sentía por él se convirtió en odio y rechazo, deseaba nunca más volverlo a ver.

También pensó en lo injusta que había sido la vida con Jr. que había perdido a su madre y quedado en manos de tan mala persona como Rodrigo.

Rocío compasiva le dijo.

—Ay señorita, ¿le hizo daño? —Scarlet entre el llanto le dijo:

—Lo hubieras visto como maltrató al niño.

—El niño lloraba mucho.

—Eso a él no le importó, es tan egoísta, y pensar que llegué a querer a ese patán.

—Así son los hombres con dinero, caprichosos y mal criados.

—Jr. está enfermito, y ni con eso ese desgraciado tuvo contemplación de su hijo. —Frunció los labios—. Siento que lo odio.

Rodrigo llegó a la casa y subió a la habitación de Jr. Elena estaba con el niño durmiéndolo, él se asomó en silencio, Elena le señaló que el niño estaba casi dormido. Rodrigo se fue a la biblioteca y encendió un cigarrillo, no quiso sentarse, estaba demasiado inquieto para hacerlo. Caminado de aquí para allá comenzó a fumar pensando en todo lo sucedido.

Scarlet seguía en la sala con Rocío y de pronto sintió mojado el pantalón y se miró, vio que estaba sangrando.

—Me manché.

—Seguro del coraje que el dio comenzó a sangrar más señorita. —Ella se levantó lento.

—Voy a darme una ducha.

Braulio ignorando lo que había sucedido llegó a la casa del Conde a buscar al niño. Rocío le contó todo lo que sucedió. Él se quedó asombrado por todas las barbaridades que había hecho su hijo, y salió molesto a buscarlo.

Cuando Jr. se quedó profundamente dormido, Elena bajó a buscar a Rodrigo.

—¿Qué sucedió con el niño que llegó tan alterado diciendo que por tu culpa su madre no volverá más nunca? —Él restregó el cigarrillo en el cenicero.

—No quiero hablar de eso tía.

—Tengo derecho de saber lo que sucede con el niño...

Ella aun le reclamaba a Rodrigo cuando Braulio llegó molesto mirándolo con dureza.

—¿Por qué eres tan egoísta con tu hijo?

—Tú no tenías ningún derecho de hacerlo papá, Jr. es mi hijo y yo soy el que decido lo que hago o no con Jr. —Elena los miraba atónita, y curiosa preguntó:

—¿Qué está pasando?

—Para qué te lo cuento. Mejor déjame solo con el canalla de mi hijo.

—Tengo derecho de saber que sucedió con el niño.

—Sucedió que Rodrigo solo sabe comportarse como todo un canalla. Y ahora dejamos solos Elena.




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