Raiza llegó a la casa de los Salvatierra con los niños y algunas maletas.
Braulio y Rodrigo escucharon desde la biblioteca el revuelo que había en la sala. Raiza estaba llorando contándole a Elena que había decidido dejar a Willy.
—Tiene a otra mujer tía.
—¿Pero estás segura?
—Si tía, le revisé el celular y conseguí varios mensajes obscenos de esa mujer.
—Willy resultó ser un sinvergüenza. —Braulio y Rodrigo llegaron a la sala. Entonces Elena a propósito le dijo a su sobrina.
—Sí, seguro Willy anda con una pérdida. Porque eso es los que les encanta a los hombres. —Braulio tomó la indirecta.
—¿Lo dices por mí?
—No hermanito, lo digo por algunos necios que no quieren fijarse en las que si son damas de verdad, en cambio las resbalosas sí. —Rodrigo hizo como que no era con él.
—¿Qué sucedió Raiza?
—Me separé de Willy, conseguí en su celular mensajes de su amante.
—Bueno —Dijo Elena—. Hiciste bien en venirte para tu casa de donde jamás deberías haberte ido detrás de ese.
—Si tía, tienes razón, nunca debí irme de aquí.
Por la noche Rodrigo buscó a Jr. el niño estaba aparentemente tranquilo viendo la tv sentado en la cama. Caminó despacio hacia el pequeño y se sentó un lado, Jr. volteó a mirarlo, Rodrigo tenía los ojos tristes. El pequeño le dijo:
—Te ves muy triste papá. —Rodrigo se sentía con una fuerte carga de emociones negativas que no sabía manejar como manejar.
—Un poco... Jr. perdonadme... por cómo te traté. —Jr. como lo haría cualquier niño abrazó a su padre dejando de inmediato en el olvido el mal momento.
—No volveré a tratarte así. —Jr. se limitó a sonreír, pero sus ojos mostraban la inquietud que sentía por dentro pensando en su madre. Pese a su inocencia comprendía ahora más que nunca que las cosas no andaban bien con sus padres. En el colegio siempre oyó a otros niños contando esas cosas que sucedían en sus casas; esta vez eran los suyos los que tenían problemas, y posiblemente muy pronto iban a divorciarse.
Lo que más anhelaba el pequeño era que las cosas e arreglaran, y estaba seguro de que así sería.
Permaneció callado por un rato recostado sobre el regazo de su padre viendo la tv, de pronto y con la naturalidad inocente de un niño levantó su rostro, miró a Rodrigo a los ojos y le dijo:
—¿Amas a mamá? —Rodrigo se sonrojó y tragó saliva, pensó en ello por un momento.
—Si... la amo.
—¿Por qué se pelean?
—No volveré a pelear con ella.
—¿Mamá regresará?
—No, las cosas que tu madre y yo hemos hecho no nos dejan seguir juntos. Es mejor que ella no vuelva, sé que es difícil para ti, desearía que las cosas fueran mejor para ti, pero es preferible que no vuelva, así no pelearemos mas.
Jr. se quedó dormido. Rodrigo lo acomodó bien en su cama y lo arropó; se quedó observando su carita; se veía tan inocente, tan inconsciente de todo lo negativo que lo rodeaba. Rodrigo deseó ser como su hijo, percibir el mundo de otra manera, perdonar con facilidad como el niño lo había hecho y reconciliarse con facilidad.
Después le dio un beso en la frente, apagó y la tv y salió de la habitación. Luego hizo lo que tenía tiempos si hacer, se metió en la habitación de Ángela.
Por dentro Rodrigo se sentía tan solo como antes de conocer a Scarlet; con ella revivió el amor en su vida, se enamoró de involuntariamente como lo hizo con Ángela; solo que Scarlet le resuelto ser escurridiza, una mujer que no podía tener, era ella la que decidía con quien andar, simplemente no le pertenecía; amarla tanto sin ser amado lo volvía loco, y estaba peor que antes de conocerla, porque para entonces al menos seguía amando a su difunta esposa, en cambio ahora estaba enamorado de otra que no le correspondía.
Por más que intentaba razonar, por entender que Scarlet no era una mujer capaz de entregarse a un solo hombre, su corazón no lo entendía y los celos lo estaban destruyendo por dentro. Por eso deseaba con todas sus fuerzas tenerla lejos de su alcance, solo así podría controlar esos sentimientos, y olvidarse de ese amor que se estaba convirtiendo en un amor destructivo.
Tomó de la cómoda el portarretrato con la foto de Ángela, luego se sentó en la cama despacio. Con el semblante muy triste se quedó observando a Ángela.
—Te amé tanto Ángela, tanto que nunca creí que podría amar a otra. Pero me enamoré perdidamente de una mala mujer, una interesada arribista que hasta intentó aprovecharse de mi hijo.
No sabes cuánto lamento haberla traído a esta casa, a la vida de mi hijo. Me equivoqué con Scarlet, llegué a creer que ella era capaz de amarme y de serme fiel. Yo solo me creé todo un sueño de amor, creí que recuperaría con ella mi vida... hasta llegué a pensar en casarme con ella. Esto es una locura, esa mujer sabe fingir muy bien; claro, es su trabajo fingir, en Miami fingió tan bien ser la madre de mi hijo que hasta yo llegué a creerme el cuento, y la idealicé. Quizás me sentía tan solo y triste que me construí yo mismo una gran mentira.
Ahora estoy cargando con las consecuencias de mi error, y lo peor de todo es que Jr. es quien más sufre. El resto de mi vida deberé cargar con la culpa, y nunca podré explicarle a mi hijo por qué realmente alejé a esa mujer de nuestras vidas.
Rodrigo recordó cuando Scarlet le dijo mal padre:
››Ángela debió haberse arrepentido de darle a su hijo un mal padre como tú.
››A ella no la nombres, es demasiado sagrada para una mujer sucia como tú que solo deseo matar.
››Mátame si es eso lo que deseas miserable, mal padre, te detesto.
Después de recordar, Rodrigo continuó diciendo:
—De verdad parecía que quería defender a Jr. hasta se atrevió a llamarme mal padre. No sé qué habría hecho si hubiera continuado por más tiempo viendo a mi hijo, lo estaba confundiendo y poniéndolo en mi contra, esta tan astuta que hasta papá le creyó sus mentiras. No la quiero volver a ver nunca mas en mi vida, mañana mismo ella deberá salir de México, ya no tiene nada por hacer aquí.