Alejandro llevó a sus sobrinos al cine y después de ver la película fueron a comer. De pronto Antonio llegó donde él estaba.
—Señor, disculpe que lo interrumpa, hay algo muy importante que tengo que decirle. —Alejandro dejó a los niños en la mesa con un guardaespaldas y se fue a solas a hablar con Antonio.
—Espero que me tengas la información que he estado esperando.
—La encontramos. —Alejandro abrió grandes sus ojos.
—¿Dónde está?—En la Clínica Central.
—¿Están seguros que es ella?
—Sí, Moncada es un sabueso experto. —Alejandro sonrió.
—¿Pero por qué está hospitalizada?
—Ahí si tenemos un problema que no le va a gustar; una enfermera le dijo al detective que está casada, y está esperando un hijo de su esposo.
—Maldición.
—Pero los oyó discutir muy feo, él le quiere quitar a su hijo. Según ella es un tipo millonario.
—Eso me ayuda, si él le quiere quitar a su hijo yo puedo ayudarla con eso, así seré su héroe.
—Tiene razón señor. —Él le puso la mano a Antonio sobre el hombro derecho.
—Sabes Antonio, me costó mucho encontrarla y no quiero asumir riesgos, quiero llevármela conmigo esta misma noche.
—¿La sacáremos de la clínica?
—Sí, no esperaré que salga y se vaya con su marido; me la llevaré conmigo esta misma noche y me convertiré en su nuevo dueño.
—¿No cree que ella se asustará?
—Al principio sí, pero con el tiempo y cuando vea que la protejo de ese hombre que desea quitarle a su hijo me amará solo a mí, ya los verás.
—¿A qué horas desea que la saquemos?
—Que tal en la madrugada, cuando el personal esté algo exhausto. Prepara a mis mejores hombres, todo debe estar bien palmeado. No quiero ninguna equivocación.
—No se preocupe señor, le traeré a esa mujer a su casa.
—No Antonio, yo mismo iré a sacarla de esa clínica, ella saldrá de allá en mis brazos.
—¿Quiere decir que usted irá con nosotros?
—Por supuesto. Yo mismo la traeré.
***
Gema fue a la clínica para la visita de las siete de la noche.
—Gracias por venir Gema.
—Sabes que puedes contar conmigo para los que sea, mi mamá te mandó saludos, Juan Carlos vendrá a verte mañana y la va a traer. Ella quería venir ahora pero como tu querías hablar conmigo le dije que mejor mañana.
—Está bien, si hay algo que necesito contárselo a alguien. Gema estoy embarazada de Rodrigo.
—¡¿Embarazada!?. —Scarlet asentó con la cabeza y puso una expresión de lamento.
—Rodrigo ya lo sabe y quiere quitarme a mi hijo.
—¿Pero con qué derecho? ¿Pero que se cree?
—¿Qué voy a hacer?
—La ley ampara a la madre.
—Pero él dirá que soy una prostituta, además con su dinero supongo que todo lo favorece.
—Debes aclarar que no trabajas en eso.
—Igual trabajé... bailando casi desnuda. Ante los ojos de todos es lo mismo.
—Mejor deberíamos hablar con Juan Carlos, él debe conocer más de ese tipo de casos. Me da coraje que Rodrigo pretenda quitarte al niño, está bien que él sea un buen padre y desee protegerlo, pero de ahí a querer quitártelo está bien pasado.
—Rodrigo no es un buen padre, no es lo que todos creen, ayer lo vi maltratando a Jr.
—¡¿Cómo?! ¿Le pego?
—Lo gritó horrible porque estaba llorando, creo que le fastidia el niño, y le anduvo con brusquedad, casi le arranca un bracito.
—¡No puede ser!
—Fue horrible, ese pobre niño está indefenso sin su madre, y ahora mi hijo seguramente tendrá el mismo destino.
***
Rodrigo se quedó solo en el jardín fumándose un cigarrillo pensando en Scarlet y su embarazo. Se quedó de pie junto a un barandal que rodeaba el área de la piscina.
"Scarlet espera un hijo mío, me pregunto lo que habría pasado si ella se hubiera ido; no sé si estaba ocultando su embarazo, aunque hubiera podido sacar mucho provecho de él, a lo mejor por eso no se había marchado. Aunque me dio la impresión que no quería que lo supiera".
De pronto Antonella que había decidido poner en marcha su plan de conquista llegó donde él estaba.
—Hola Rodrigo, ¿puedo acompañarte?
—Si claro.
—Vine a saludarte, desde que a llegué a esta casa casi nunca te veo.
—Es que tengo mucho trabajo en la oficina.
—Me imagino, si yo a veces ando hasta el cuello con la hacienda, ahora tú con una empresa tan grande. Pero bueno, me gustaría hablar de otras cosas.
—¿Cosas como qué?
—No sé, ya sabes, cosas que no tengan que ver con el trabajo. —Ella se acercó más a él y quedaron de frente, entonces le puso la mano sobre el pecho y lo miró de frente de forma insinuante.
—Quiero hablarte de lo que sigo sintiendo por ti, sabes que te quiero desde siempre.
—Antonella...
—Respeté cuando te casaste con Ángela, aunque lloré mucho por ti, y después que ella murió esperé el tiempo que se debe para respetar tu duelo, pero regresé para reconquistarte y para demostrarte cuanto estoy dispuesta a hacer por amarte.
Elena ya estaba en su habitación con su bata de dormir y le dio por asomarse por la ventana; entonces los vio hablando de frente y muy cerca el uno el otro. Abrió grandes los ojos a la vez que frunció la frente, cerró la cortina y se acercó a la cama, después con la voz carrasposa dijo:
—Ahí está maldita trepadora metiéndosele por los ojos, pero está muy equivocada si piensa que dejaré que Rodrigo se fije en una muerta de hambre como ella, eso solo sobre mi cadáver.
—Antonella, lo que hubo entre nosotros fue algo de chicos, éramos unos adolescentes.
—Pero ahora somos adultos, y tu deberías ir pensando en redirigir tu vida, y yo quiero ser la mujer que escojas para hacerlo. —Antonella se acercó para besarlo en la boca pero Rodrigo la esquivó.
—Antonella no me mal intérpretes, sé que eres una excelente mujer, pero no quiero...
—Necesitas amar a alguien, también necesitas ser amado.
—No quiero que te construyas falsas ilusiones conmigo. —Ella lo miraba a los ojos con añoranza.