Rodrigo se había encerrado desde temprano en su habitación, no porque tuviera sueño, sino tal vez huyendo de los demás, no tenía el ánimo suficiente como para entablar una conversación con ninguno; menos con Antonella que tenía ya claras sus intenciones de conquistarlo y permanecería un buen tiempo en la casa. Toda su mente y su energía la tenía puesta sobre Scarlet, la mujer que pronto le daría un hijo, y que por supuesto, él amaba.
Como a las doce de la noche se asomó a la habitación de Jr. observó a niño que estaba dormido y le acomodó la cobija. La cama le fastidiaba, pues no tenía ni una gota de sueño. Entonces salió y a oscuras bajó las escaleras y se metió a la biblioteca; allí se entretuvo fumando un cigarrillo y hurgando su portafolios viendo a ver en qué entretenerse.
Pasó un buen rato, dejó lo que estaba haciendo y se dedicó a pensar en todo aquello que le había movido el piso. Scarlet parecía un terremoto para su vida, ella le había cambiado todo de lugar, por más que él deseara conversarse de lo contrario y considerarla una mujer insignificante que no había dejado ninguna huella, pero sucedía todo lo contario. La verdad era que esa mujer se había adueñado de su corazón, y ahora con un hijo de por medio las cosas se le iban a hacer aún más difíciles para Rodrigo olvidarla.
Se quedó dormido detrás del escritorio por algunos minutos y por unos pocos segundos soñó con Scarlet que lo llamaba a gritos pudiendo ayuda. Despertó de sopetón con el corazón acelerado y se percató se solo era un mal sueño; pero sintió una fuerte preocupación que invadió su pecho, pensó en que Scarlet estaba sola en la clínica, cualquiera que quisiera hacerle daño podría efectuarlo con facilidad. Pero a si vez le pareció que su presentimiento era tonto, y se rehusó a preocuparse por ella a causa de un sueño.
Entonces subió de nuevo a su habitación, muy inquieto se sentó a la orilla de la cama y recordó aquel sueño que era más bien una corta pesadilla. Se levantó y comenzó a dar vueltas de aquí para allá frente a la cómoda con las manos entrelazadas sobre su cabeza.
"Quiero ir con ella, es la madre de mi hijo, la mujer que... amo, y está sola en esa clínica, lejos de su familia que seguro ignora que está hospitalizada. No soporto más esta sensación, iré de inmediato a verla, seguro está dormida pero necesito saber que está bien".
No lo pensó más y tomó de la cómoda las llaves de su coche y se marchó a la clínica.
Un hombre ingresó al cuarto de vigilancia de las cámaras de seguridad de la Clínica Central, allí estaban dos guardias que hacían la vigilancia, uno de ellos anonadado volteó a verlo.
—No puede entrar aquí, esto es un área restringida.
El hombre sin responder nada le disparó en la frente, como el arma portaba silenciador no emitió ningún ruido. El otro guardia asustado levantó las manos, ‹‹No me mate se lo suplico›› Dijo con tono desesperado. El hombre sin contemplación le disparó igual que a su compañero.
El asesino era uno de los hombres de Alejandro Alcázar; él estaba esperando abajo en el estacionamiento con Antonio. El hombre apagó todas las cámaras de seguridad y escribió un mensaje al celular de Antonio.
››Ya está allanado en camino.
Antonio leyó el mensaje y le dijo a su jefe:
—Ya están apagadas las cámaras. —Alejandro estaba vestido como enfermero todo de blanco, se puso un gorro y tapabocas quirúrgico.
—Señor, ¿está seguro de querer hacerlo usted mismo?
—Si Antonio, tenía semanas esperando por este satisfactorio momento. —Alejandro bajó de la camioneta y Antonio le acercó un arma.
—Está bien cargada.
—Perfecto. —Del otro lado de la camioneta bajó una mujer vestida de enfermera. Antonio le dijo:
—Ve adelante, ya sabes lo que tienes que hacer. —Ella no emitió ninguna palabra, se fue al ascensor y marcó el número de piso donde se encontraba Scarlet, este se cerró, entonces Alejandro se dirigió hacia el mismo y pulsó el botón para que este regresara.
Scarlet había recibido un tranquilizante para dormir, este desde hacía unas horas le estaba haciendo efecto y estaba profundamente dormida. De pronto entró a su habitación Alejandro, caminando despacio para no hacer ruido con sus zapatos blancos de enfermero.
La mujer vestida de enfermera ya se encontraba allí simulando que estaba en plena faena.
Alejandro se paró al lado de la preciosa Ana Julia que parecía según "él" un ángel descansando. Tuvo la tentación de acariciarle una mejilla, y estiró su brazo para hacerlo, pero se detuvo, era preferible no despertarla.
Él y la mujer se miraron a los ojos, sin palabras se pusieron de acuerdo en ejecutar el plan, ella trasladó la bolsa de hidratación que le habían puesto a Scarlet al porta sueros que venía integrado a la cama, Alejandro le tapó los ojos con una manta para que las luces del pasillo no la fueran a despertar.
Con sumo cuidado y a paso silencioso movieron la cama y la sacaron de la habitación. Fácil recorrieron el pasillo sin levantar sospechas; el puesto de control estaba solo ene se momento, entonces aceleraron un poco antes que apareciera alguna enfermera, rápidamente llegaron al ascensor, este no tardó mucho en abrir sus puertas; Alejandro jaló la cama mientras que la mujer la empujó de la otra punta .
Las ruedas de la cama hicieron resistencia con el pequeño desnivel que había entre el piso del edificio y el ascensor; con ello la cama hizo un movimiento brusco y Scarlet despertó de su profundo sueño, por el medicamento que había tomado tardó algunos segundos en adquirir consciencia de la realidad, abrió los ojos luchado con la pesadez de sus parpados, por la manta que tenía sobre la vista no pudo ver claramente el panorama, y los volvió a cerrar.