Rodrigo llegó donde tenían a Scarlet, Braulio en ese momento le estaba diciendo:
—No tienes necesidad de irte de la casa del Conde, esa le dejé a tu completa disposición; más ahora que estas embarazada de mi hijo.
—Se lo agradezco señor Braulio, pero la razón de yo estar en esa casa era para que usted me llevara a Jr. —Ella miró con recelo a Rodrigo—. Pero a su hijo le molestó tanto que yo estuviera ahí que casi le arranca un brazo al niño.
—Las cosas no son como tú las estas diciendo. —Respondió Rodrigo.
—Dices que yo finjo cariño por el niño, pero tú eres el que finges ser un padre amoroso. Ya llegará el día en que Jr. crezca y pueda defenderse de tus maltratos. —Rodrigo se quedó mirándola, sus ojos se le entristecieron a causa de la enfermedad de Jr. resopló casi en silencio y se fue de la habitación. Braulio se acercó a ella y le dijo:
—No estoy de acuerdo contigo, Rodrigo podrá tener muchos defectos, pero es capaz de hacer lo que sea por su hijo, y me vas a disculpar, pero no tienes ningún derecho de descalificarlo.
—Yo sé lo que vi y como lo trató.
—En ese caso la culpa es mía por intentar pasar por encima de la voluntad de Rodrigo al llevar al niño contigo.
—Por eso no debe preocuparse, me iré en cuanto antes, pueden hacer de cuenta que no pasó nada.
—Señorita Scarlet, le tengo especial aprecio, y lamento que mi hijo haya ido con usted más allá de la relación profesional que debió mantener, estoy seguro que todo habría salido perfecto. Pero no fue así, y ahora usted lleva en su vientre a un Salvatierra, y no se puede ir de esta ciudad, al menos que decida dejarle su hijo a Rodrigo.
—Eso jamás, jamás dejaré a mi hijo en manos de... —Él con tono de reproche le dijo:
—Usted no sabe nada de Rodrigo, así que no emita ningún tipo de opinión acerca de él. Él está sufriendo demasiado por lo que sucede con Jr. sé que usted lo ignora, pero le voy a decir la verdad para que la próxima vez que vaya a acusar a mi hijo se lo piense mejor. Jr. está desahuciado, le quedan solo meses de vida, Rodrigo vive cada día una zozobra esperando que en cualquier momento sea el último que verá a su hijo de pie caminado. —Scarlet atónita no movió un músculo de la cara, sus ojos se quedaron paralizados mirando a Braulio; entonces él agregó:
—Siento hablarte en tal mal tono, pero los problemas que hay entre Rodrigo y tú me tienen estresado... aunque no lo creas ese hijo que llevas en el vientre puede que sea una esperanza para nosotros poder seguir con nuestras vidas sin Jr. —Él cabizbajo se sentó como si presintiera que las fuerzas le iban a faltar. —En eso llegó Rodrigo y Braulio continuó.
—Rodrigo te trajo para que hicieras el papel de Ángela, y no sé a qué horas el mismo lo echó a perder todo, y tampoco entiendo por qué se la llevan tan mal; no quiero que las cosas continúen así, y quiero darle una solución a todo esto, espero que tú estés dispuesta también. —Scarlet predispuesta le dijo:
—¿Qué me está queriendo decir?
—No te juzgó por tu forma de ganarte la vida, no suelo hacer eso, tampoco dudo que seas una buena persona; pero quiero que mi nieto crezca en el seno de mi familia, y quiero que pongas de tu parte y todos nos ahorremos el mal rato.
—¿Pretenden que les entregue a mi hijo. —Rodrigo le respondió:
—¿Y qué pretendes Scarlet? llevarlo a los Ángeles, dejarlo con una niñera nocturna mientras te vas a bailar o a acompañar a algún hombre. —Ella se puso a llorar.
—No tienes derecho a quitármelo, podemos compartir la custodia. —Rodrigo miró a Braulio.
—Papá ¿me podrías dejar a solas con Scarlet? —Braulio se levantó de la silla y salió.
Rodrigo tomó la silla y la arrastró cerca de Scarlet y se sentó, tenía su rostro bastante serio, y sus ojos cargados de un sentimiento que Scarlet siempre había percibido pero no identificado, "tristeza" era la misma mirada que tenía cuando estuvieron juntos en la suite de los Ángeles; solo que ahora ella conocía los que realmente pasaba con Jr. y que él le había ocultado.
También conocía por las palabras de Braulio que ellos harían lo que estuviera a su alcance por quedarse con el niño que había en su vientre; por su pasado de bailarina ella perdería esa batalla y se sentía indefensa y con miedo por dentro.
—Ya debes tener claro que mi hijo no se irá contigo de esta ciudad, como te dije ayer, tú te podrás ir si es lo que quieres, pero él se queda. —Ella llorando entre cerró los ojos y le dijo:
—Cómo puedes ser tan cruel, pretendes separarme de mi hijo mientras el tuyo está a punto de morir, ¿A caso deseas que yo sufra igual que tú?
—¿Quién te lo dijo?
—Tu papá me lo acaba de decir, están sufriendo y quieren que yo sufra igual, todos ustedes son igual de egoístas.
—No es que queramos separarte del niño, solo queremos velar por su futuro, y tú no tienes de donde ofrecerle algo mejor que tu desvergonzada forma de proceder. ¿O qué crees? ¿Qué tienes derecho de arruinar si vida como lo hiciste con la tuya? —Esas hirientes palabras la derrotaron en esa batalla de parloteo, Scarlet agachó levemente su rostro mientras las lágrimas le comenzaron a brotar sin que ella pudiera pararlas, contuvo el llanto amarrándolo en su garganta. Inconsciente se pasó el lado externo del dedo índice por la mejilla derecha. Rodrigo se dio cuenta de su pequeña victoria, entonces agregó:
—Hay una forma de resolverlo todo. —Scarlet lo miró por un instante a los ojos, luego volteó su mirar a otra parte—. Estoy seguro que si lo hacemos, el futuro de ese niño no se verá afectado por lo que haces, tu pasado se borraría para siempre; claro, tanto tu como yo debemos estar de acuerdo en hacerlo. —Ella con poco interés lo volteó a mirar y le dijo:
—Sí, y ¿Qué se supone que debemos hacer para resolverlo? —Él con frescura respondió:
—Casarnos.
—¡¿Qué?!
—Lo que oíste. Si nos casamos no tendremos que pelear por la custodia del niño; los dos sabemos que yo ganaría, porque tú tienes todas las de perder —Él suspiró—. Pero no me gustaría que mi hijo creciera sin su madre. —Scarlet lo miró fijo a los ojos como una gata enfadada: