Scarlet

114

Por la noche Rodrigo le contó a Braulio a solas que él y Scarlet si se iban a casar.
—No estoy muy de acuerdo con lo que piensan hacer, se la llevan muy mal, esta casa se va a convertir en un campo de batalla.
—¿Entonces le quito a su hijo?
—Tampoco me gustaría eso, pero no queda otra opción, no podemos dejar que ese niño crezca solo con ella, no con la vida que Scarlet acostumbra tener.
—Casándome con ella deberá dejar esa vida, no tendrá necesidad de hacer esas cosas.
—Todos en la familia conocen la verdad de su origen.
—Más les vale que se olviden de eso, porque Scarlet será mi esposa, y su pasado no debe salir de estas cuatro paredes.
—Elena se va a morir cuando se entere.
—No le diga nada, yo mismo se los diré a todos cuando ya estemos casados y la traiga a vivir con nosotros.
—No quiero ni imaginarme ese momento.
Más tarde Rodrigo se quedó con Jr. y le leyó un cuento para antes de dormir. Después que terminó le dijo:
—Bueno, vamos a dormir, papá tiene que salir a trabajar mañana muy temprano porque en la tarde voy a viajar.
—¿Por qué te vas? —Rodrigo susurrando le dijo:
—Voy a hacer algo que es un secreto. ¿Si te lo cuento me lo guardarías? —El niño sonriendo asentó con la cabeza.
—Tu mamá va a regresar a la casa. —La sonrisa de Jr. se apagó.
—No quiero que pelees más con mi mamá. —Rodrigo agachó el rostro, porque reconocía que había actuado mal el día que encontró al niño en la casa del Conde.
—Jr. perdóname por cómo me comporté el otro día, no lo volveré a hacer.
—¿Amas a mi mamá?
—Es confuso lo que siento por Scarlet.
—¿Quién es Scarlet?
—Quise decir: Ángela. Pero si, la quiero mucho, y la voy a traer de nuevo a casa.
—Mami debe estar feliz.
—Sí, supongo.
***
Al otro día cuando llegaron a Texas, ya había un auto esperándolos con un par de guardaespaldas; Scarlet tenía más cara de mujer que acababa de enviudar que una novia a punto de contraer nupcias.
Durante todo el viaje ella y Rodrigo apenas cruzaron palabras. Llegaron casi al anochecer al rancho de su familia; allí no solo los esperaban sus padres y sus hermanos, sino que también se encontraban sus tíos y primos que vivían en el mismo pueblo.
Les dieron una calurosa bienvenida, todos fueron muy atentos con Rodrigo, quien supo muy bien disimular la situación real de su relación con Scarlet. Él se sintió ameno con aquellas personas, y le desconcertó un poco haber encontrado al padre de Scarlet en silla de ruedas, pues ignoraba lo de su operación, y que padeció un mal muy parecido al de su hijo. Entre charlas se enteró de parte de la historia.
La cena la hicieron en el patio exterior de la casa, el cual estaba iluminado con muchas luces, el ambiente fue muy ameno, al menos para Rodrigo que compaginó con todos, pero Scarlet por dentro estaba llena de amargura, la cual pudo disimular con su estado de salud.
El padre de Scarlet bajó con las muletas al sótano e invitó a Rodrigo, sacó un vino especial producido en el pequeño viñedo que la familia tenía en Italia.
—Este vino solo lo utilizo en días muy especiales, y hoy lo es, ya que tengo a un nuevo hijo en mi casa.
—Gracias señor Julio.
—Solo dime Julio.
—Está bien, Julio.
Antes de la cena sirvieron el vino, cada quien tenía la copa en su mano, y Julio levantó la suya y les dijo a todos:
—Antes de hacer este brindis por mi hija Ana Julia y Rodrigo, que desde ahora también será mi hijo —Todos sonreían de felicidad, aceptó Rodrigo y Scarlet que apenas disimulaban—. La verdad tememos muchos motivos para brindar, ya que este ha sido un buen año, lo digo por los años anteriores que han sido tan difíciles, con mi enfermedad, y luego Ana Julia que estuvo a punto de morir, todos saben que los médicos no nos daban esperanzas de que ella saliera del coma en el que estuvo.
Rodrigo agachó su mirada porque ignoraba que Scarlet había estado en coma. Después Julio extendió su copa hacia su futuro yerno, Rodrigo disimuló que estaba sorprendido por lo que acababa de descubrir, a su vez pensó dentro de sí en lo insignificante que él era para Scarlet, que ni siquiera se había tomado la molestia de contarle que en el pasado estuvo a punto morir.
Ello lo indignó por dentro, por más que quisiera hacerse el que no le importaba, eso no evitaba que le doliera, solo de pensar que ella lo hubiera valorado tan poco.
Más tarde la madre de Scarlet les preparó una habitación para que durmieran juntos.
—Pero mamá, Rodrigo y yo preferíamos dormir en cuartos separados, nos da vergüenza dormir juntos aquí en la casa.
—Hay pero si prácticamente ya son esposos.
—No te preocupes mi amor —Dijo Rodrigo—. Tu madre tiene toda la razón. —Scarlet lo miró con recelo.
—Bueno, los dejo para que descansen.
Cuando la madre salió Scarlet abrió su maleta, mientras sacaba sus cosas le dijo a Rodrigo:
—¿Qué diablos te sucede? debiste pedir otra habitación.
—¿Acaso te molesta dormir con tu prometido? —Ella comenzó a poner sus cosas sobre la cómoda.
—Por supuesto que me molesta.
—Pues deberías irte acostumbrando, al fin y al cabo mañana seremos esposos.
—Eso solo de apariencia. —Rodrigo se acercó a ella.
—Nunca me dijiste lo que te sucedió.
—¿A qué te refieres?
—Que estuviste a punto de morir.
—¿Y cómo para qué tenía que decírtelo? —Se quedaron mirando por un momento, entonces él se apartó y se dirigió a la otra orilla de la cama.
—No lo sé, hablamos tantas cosas, bueno, eso creí yo, pero ya veo que eres una total desconocida, ni siquiera sabía que tenían un viñedo.
—No es gran cosa, es pequeño y está arruinado. Igual pienso de ti; antes te creí una buena persona, pero estas últimas semanas sacaste a relucir tu verdadero ser. Y tampoco me contaste lo que sucedía con Jr. creo que debiste decírmelo ya que pretendías que yo lo cuidara durante un año.
—¿Para qué te lo iba a decir si tan solo eras una empleada?
—¿Entonces por qué te molesta que no te haya contado que estuve en coma, solo era tu empleada, no tenía por qué contarte mi vida personal?
—¿Quién te dijo lo de Jr.?
—Tu papá.
—Debí suponerlo.
—No logro comprender cómo pudiste ser tan egoísta con tu hijo aun sabiendo...
—¿Sabiendo qué? ¿Que morirá? —Scarlet escondió su rostro y continuó en lo que hacía y le preguntó:
—¿Acaso no existe algún tratamiento, no sé, algo?
—Ya me cansé de explicarle a todos que Jr. no podrá salvarse. —Rodrigo puso un semblante triste—. Cuando te Contraté lo hice solo para que lo hicieras feliz, después me equivoqué contigo creyendo que los que fingías era verdad.
—Con Jr. nunca he fingido.
—Pero conmigo si, y lo hiciste también que te lo creí.
—Sí, me esmeré mucho en dejarte complacido con la fantasía de que yo era tu esposa. Pero me cansé, y no me dio más la gana de ser Ángela.
—Por eso no te preocupes, me quedó claro que jamás le llegarías a Ángela ni a los talones, ella era una buena mujer, en cambio tu...
—Sí, tan buena y tan decente la señora que se iba a casar con su prometido estando preñada de su mejor amigo. ¡Qué decencia! ¡Como deseo ser como ella!
—¿Quién te dijo eso?
—No importa quién me lo dijo, solo te advierto que no me vuelvas a comparar con ella mientras esté casada contigo si no me quieres oír diciéndote cosas muy hirientes. —Rodrigo se acercó a ella, la agarró de un brazo y la jaló contra sí mismo:
—Tú a mí no me adviertes nada.
—No te tengo miedo, traidor. Ángela y tú eran un par de traidores de la peor calaña, eran tal para cual, yo al menos ando con la verdad de frente. —Rodrigo la desdeñó con la mirada y se rió:
—Si claro, siempre andas con la verdad.




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