Scarlet

117

—No anularemos nada, y mejor te calmas, no pensé que te fuera a afectar tanto lo que te dije, siempre te defiendes como una gata.
—Y me volveré como un tigre de ahora en adelante, ya me cansé de tus insultos y todas tus humillaciones, no te voy permitir que sigas intentando hundirme, porque cada vez que lo intentes te voy a joder a ti y a tu familia.
—No metas a mi familia en esto. —Ella se rió con sarcasmo.
—Más bien diles a tu a ellos que no se metan con la puta que te casaste.
—Basta ya, mejor te callas. —Ella alzó la voz.
—No me voy a callar.
—Tal parece que se te alborotó el demonio que llevas por dentro.
—¿Qué pensabas, que sería una mansa paloma? tu decidiste meterme en el infierno, entonces yo seré un maldito demonio y te voy a atormentar.
—Definitivamente eres cada vez más distinta de lo que aparentabas.
—Si mis padres desconocen quién soy en verdad, ¿qué te hace pensar que tu si puedes conocerme? —Rodrigo se quedó sin argumentos y ambos se quedaron en silencio por algunos segundos; de pronto Scarlet se levantó de su asiento y salió de allí.
—¿A dónde vas? —Le preguntó Rodrigo.
—Voy a donde no tenga que verte la cara, idiota.
***
Willy llegó a la casa de los Salvatierra como a las tres de la tarde.
—¿Qué haces aquí? —Le preguntó Raiza con un tono áspero.
—Vine a ver a mis hijos... y a mi esposa.
—Sabes que no me interesa verte. De pronto llegaron a la sala Braulio y Antonella; ella se hizo como que tenía tiempos sin ver a Willy.
—Willy, qué alegría verte por aquí.
—¿Cómo estás Antonella?
—Muy bien gracias. —Él miró a Braulio.
—¿Cómo está suegrito?
—Hola Willy, estoy muy preocupado por mi hija y por ti. —Willy le puso una mano en el hombro a Raiza.
—No se preocupe suegro. Todas las parejas pasan por dificultades, pero Raiza y yo siempre hemos sabido superar todos los obstáculos ¿verdad mi amor? —Raiza lo miró con recelo.
—Pues eso espero, que superen ese rollo en el que andan.
—Tenlo por seguro. —Raiza cargada de indignación no le contestó nada a Willy y se fue arriba a su habitación, Antonella se rió en silencio sin que su padrino la viera.
Raiza se puso a ver una película y Braulio decidió ir a hablar con ella. Se sentó a un lado de la cama.
—Hija, abajo está tu esposo con los niños, deberías ir con él e intentar arreglar las cosas.
—No papá, me quiero quedar aquí con ustedes.
—Pues entonces intenta que él se quede contigo aquí en la casa.
—Sabes que a él no le gusta vivir aquí.
—Pues exígele, si él en verdad te quiere y te extraña cederá, un hombre cuando ama a una mujer hace lo que sea por retenerla a su lado. —Ella se le recostó al papá.
—¿Mamá y tú se armaban mucho?
—Por supuesto, me enamoré de tu madre años antes de casarnos, nunca me he olvidado de lo hermosa que era cuando la conocí.
—Sería bonito si estuviera aquí con nosotros.
—Sí, aun siento que me hace mucha falta, sobre todo cuando mis hijos tienen problemas que no sé cómo ayudarlos a resolver. Como hombre creo que casi nunca suelo acertar en guiarlos del modo correcto. Solo pienso que deben intentar mantenerse unidos como familia.
Más tarde toda la familia se reunió en la sala para tomar un café, Rodrigo estaba a punto de llegar con su nueva esposa. Para ese momento a Scarlet ya le daba igual llegar a esa casa, no sentía ni una gota de miedo ni se le estremecía de nervios el ser interior; por el contrario tenía tanta indignación por dentro, que sentía que se llevaría por delante a todos los Salvatierra, especialmente a Elena, que seguramente sería su principal enemiga dentro de la casa, y, aunque no la veía aun, ya en sus adentros vislumbraba un campo de batalla con la dama, ignorando que se encontraría con enemigos más oscuros y peligrosos ella, que eran capaz de hacer cosas peores que solo refunfuñar o ladrar como Braulio lo decía, como un perro sin dientes.
Rodrigo miró su reloj, sabía que a esa hora toda la familia debía estar reunida en la sala tomando café como siempre lo hacían el día domingo. Entonces le marcó a Braulio a su móvil.
—Papá ya estoy por llegar.
—Supongo que con ella.
—Sí papá.
—Elena en vez de tomar café debería tomar diazepam con un jugo. Bueno, cómo me imagino que mi hermana le va a dar un ataque, mejor mandaré a sacar a los niños antes de que lleguen.
Apenas colgó la llamada, Braulio buscó a Lucrecia en la cocina y le dijo:
—Lucrecia, por favor manda que alguna de las muchachas se lleve a Jr. y a los niños de Raiza al parque, si mi hija pregunta dile que es una orden mía —Él suspiró—. Una bomba está por estallar en esta casa y es mejor que los niños no estén presentes.
—Sí señor.
—Mejor no les de café a la familia, más bien un té, sobre todo Elena que lo va a necesitar… menos mal y Adelaida está para ayudarme con ella.
—¿Disculpe señor Braulio, ¿es muy grave lo que va a suceder?
—Rodrigo se casó ayer con Scarlet, en unos minutos la va a traer a la casa.
—Virgen santísima. —Lucrecia se puso la mano en el pecho de la impresión.
—Rodrigo siempre le causa a mi hermana los dolores de cabeza que nunca tuvo con hijos propios.
—No me quiero ni imaginar cómo lo va a tomar.
—Todos lo van a tomar muy mal, pero deberán aceptarlo, Rodrigo ya eligió un camino, solo espero que él y Scarlet puedan aprender a convivir, por ahora no se la están llevando nada bien.
—¿Por qué se casaron entonces?
—Ella espera un hijo suyo.
Scarlet llenó su pecho de aire cuando el auto en el que iban ingresó a la propiedad y pensó dentro de sí:
"pensé que nunca más volvería a esta casa —se vio la mano con el anillo—. Jamás me imaginé que volvería siendo la señora Salvatierra, aunque muchos no lo vayan a aceptar, pero como el mismo señor Braulio me lo dijo una vez: debo ser fuerte, no dejaré que me humillen, ni permitiré que le hagan daño a mi hijo, lo defenderé con mis uñas si es necesario, el que intente hacerle algo lo pondré en su lugar”.




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