Scarlet

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Annie se enteró por boca de Raiza que Rodrigo se había casado con Scarlet y lloró de la tristeza y la rabia que le dio.

—No puede ser, Rodrigo no pudo hacerme esto a mí. Se casó con una cualquiera que se acuesta con todos.

Rodrigo bajó a la cocina con el tarro de té que la madre de Scarlet había mandado a preparar para ella. Como era domingo solo había una empleada de la cocina y está ya se había retirado, solo estaba Lucrecia y uno de los choferes comiendo.

Rodrigo puso al tanto a Lucrecia para qué era el té, y le explicó cómo Scarlet debía tomarlo para que ella instruyera a las empleadas.

Antonella lo vio cuando él pasó para la cocina y lo siguió.

—Rodrigo, ¿Me puedes acompañar un rato en el jardín? ya sabes, para hablar mientras fumamos un cigarrillo. —Lucrecia levantó las cejas, le parecía que la mujer era muy descarada.

—Claro —Dijo Rodrigo—. Espérame mientras le subo el té a Scarlet. —Lucrecia se lo puede llevar.

—Lucrecia debe estar muy cansada. No me demoro. —Rodrigo se fue arriba con la taza de té, Antonella se quedó en la cocina con una sonrisa cínica en su boca maquillada, sus ojos se toparon con los de Lucrecia que no escatimó en desdeñarla.

—¿Por qué me miras así Lucrecia?

—Me das vergüenza Antonella, parece que no has comprendido que el señor Rodrigo ya está casado, mi comadre debe estar revolcándose en su tumba al ver las actitudes tan incorrectas de su hija.

—Pero si yo no estoy haciendo nada malo madrina, sabes que Rodrigo y yo siempre hemos sido muy buenos amigos.

—Eres una igualada y atrevida. —Antonella se puso la mano en el pecho y se rió.

—No me digas así que se me baja la moral. —Ella tomó el tarro de té.

—¿Y este té de qué es?

—Es un té especial que el señor Rodrigo trajo para su “señora esposa” que casi pierde al bebé, eso le ayuda a fortalecer el útero.

—¡Qué interesante!

Rodrigo le llevó el té a Scarlet.

—Aquí está tu té.

—¿Por qué me lo trajiste tú? esperaba a Lucrecia o a cualquiera de las muchachas.

—Hoy es domingo, el poco personal que hay en la casa ya está descansando. ¿Qué, piensas que no puedo preparar un simple té?

—Simplemente no quiero recibir nada de ti.

—No te preocupes por eso, le diré a Lucrecia que contrate a alguien que te atienda.

—No necesito que me atiendan, no estoy tirada en una cama.

—Como quieras, la verdad solo me importa mi hijo, tú puedes hacer como te dé la gana. —Rodrigo se fue molesto a buscar a Antonella en el jardín, ambos encendieron sus cigarrillos y ella le dijo:

—Rodrigo de verdad me sorprendiste con tu repentino matrimonio.

—Fue algo que Scarlet y yo decidimos hacer por el bien de nuestro hijo. Antonella, sé que debes estar muy decepcionada de mí porque me casé con Scarlet.

—No te niego que si me siento algo decepcionada y triste, pero mi preocupación por ti es aún mayor.

—¿Qué quieres decir?

—Se trata de Scarlet, sobre todo lo que dijo tu tía Elena, me parece terrible que ella haya sido mujer de Israel que es como tu hermano. Tu tía tiene toda la razón, no sabes si él pretenda más adelante reclamar la paternidad de ese niño, debiste esperar que naciera y corroborar si en verdad es tuyo.

—Voy a confesarte algo, de lo único que estoy seguro es que ese hijo si es mío, tengo pruebas de ello, si Israel intentara reclamar una paternidad no tendrá como comprobarlo.

—Pero ¿qué pruebas?

—No quiero ahondar en explicaciones, pero ese hijo es lo único seguro que tengo con ella, de resto todo es mentira, Scarlet no me interesa, y yo tampoco le importo, este matrimonio es solo como una especie de pacto entre ambos para no pelear por ese hijo.

—O sea que no es por amor.

—Scarlet y yo nos odiamos.

—¿Por qué? Disculpa que te haga tantas preguntas, es que apenas me entero de tu historia y quiero entender lo que sucede. Si se odian ¿por qué ella está embarazada de ti?

—Tuvimos un amorío, eso es todo, después descubrí que estaba embarazada, creo que ella intentó ocultármelo. —Antonella pensó dentro de sí:

“Seguro esta es la mujer de la que Annie me dijo que Rodrigo se había enamorado. ¿Qué habrá sucedido que ahora él lo niega?”

El lunes la alarma del reloj de muñeca de Rodrigo sonó a las 5:30 a.m. Scarlet se despertó con el ruido, aún estaba oscuro, pero ella no se movió e intentó seguir durmiendo.

Rodrigo acostumbraba desde adolescente a hacer ejercido antes de iniciar sus actividades diarias. Scarlet apenas lo descubría, no conocía prácticamente nada de él ni de su estilo de vida. De igual forma él ignoraba muchas cosas de ella; pero ahora tenían la oportunidad de conocerse un poco más, aunque para entonces a ninguno de los dos estaba interesado en hacerlo.

Más tarde Rodrigo estaba vestido para irse a la oficina y no vio a Scarlet alistarse para bajar al comedor.

—¿No piensas bajar a desayunar?

—No pienso comer con tu familia.

—Mi familia ahora es tu familia, y la familia de tu hijo.

—Por desgracia.

—Alístate y baja a desayunar conmigo como te corresponde.

—No lo haré.

—Entonces te llevaré yo mismo así sea a rastras. —La agarró del brazo y la jaló.

—No te atrevas.

—En esta casa todos comemos juntos, y es mejor que te vayas acostumbrando. —Jr. entró sin avisar.

—¿Están peleándose de nuevo? —Rodrigo soltó a Scarlet.

—No hijo, solo estábamos hablando de lo felices que estamos por tu hermanito. —Jr. abrazó a Scarlet y le dio un beso sobre la panza.

—Buenos días hermanito. —Le dijo poniendo encima su manita.

Rodrigo la miró y le dijo:

—Bien esposa, vamos a desayunar juntos en “familia.”

Cuando llegaron al comedor estaban Elena, Antonella y Braulio. Elena por supuesto no le contestó el saludo Scarlet. Pero Braulio sí la recibió de buen ánimo y Antonella le contestó por quedar bien con Rodrigo y su padrino.

—Scarlet te quiero presentar a mi ahijada Antonella. —Antonella estiró el brazo para estrecharle la mano a Scarlet, ella tenía los labios pintados en vino tinto y sus ojos bien delineados, era una mujer muy hermosa, y sabía resaltar sus atributos con sus atuendos, contrastando con el estilo de Scarlet que no solía usar maquillaje ni joyas cuando estaba en casa.




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