Alejandro se encontraba muy inquieto porque no sabía nada de Ana Julia. Había ido al apartamento de Chaustre porque necesitaba hablar con alguien esa noche, y después llegó Antonio porque él lo había mandado llamar.
—¿Qué te ha dicho el detective?
—No ha encontrado ni un rastro de la mujer, al parecer la policía eliminó los registros de ella y su familia de la clínica, la están protegiendo.
—Maldición. ¿Y quién será ese fulano esposo que tiene?
—El detective está buscando en los registros públicos a todas las mujeres con ese nombre, sobre todo ha estado buscando en los libros de actas de matrimonio.
—Pues dile que se apresure, la paciencia se me está agotando. Quiero tenerla conmigo en cuanto antes.
Chaustre le dijo:
—Supongo que con el susto que le diste a Ana Julia, ella corrió a los brazos de su esposo y se habrán reconciliado.
—Me importa un carajo el imbécil de su marido, Ana Julia será solo mía. La próxima vez que le tenga entre mis manos no se me va a escapar.
—Sí ya sé, primero tendrá que matarte. No me gusta cuando dices esas cosas.
—Tú me conoces Chaustre, me conoces incluso más que mis padres; sabes muy bien lo que soy capaz de hacer, así que ¿de qué te asustas?
—No me asustas, solo no quiero que destruyas tu vida por una mujer que seguro ya te debe tener mucho miedo. No sé cómo piensas retenerla a tu lado, ya ella demostró que no desea ir contigo.
—La retendré así sea amarrada con una cadena o encerrada en un sótano, lo haré tal como debí hacerlo con Ángela, por tu culpa no lo hice.
—Solo intenté evitar que cometieras ese crimen y que te metieras en muchos problemas.
—¿Y qué resultados obtuve? se acostó con el que creí que era mi amigo y no lo pensó para casarse con él; mientras que yo tuve que obligarla que aceptara casarse conmigo.
—Sabes que sigo siendo psiquiatra, y estoy seguro que Ángela se casó con Rodrigo para huir de ti, la tenías tan ahogada que se fijó en el primero en el que tuvo oportunidad.
—Claro, y el imbécil ese se aprovechó de ella.
—Alejandro, deberías por tu salud mental olvidarte de esa tal Ana Julia. Hay tantas mujeres con las que podrías ser feliz.
—La quiero a ella.
—¿Y si no te acepta?
—Si no me acepta la mataré igual como maté a Ángela.
—Cuando mataste a Ángela me dijiste que ya te sentías satisfecho, porque ya no era ni tuya ni de Rodrigo; no comprendo por qué quieres a otra que se parece tanto a ella. —Alejandro sonrió.
—Con ella tendré a Ángela conmigo, pero a su vez será Ana Julia. Es como recuperar a Ángela pero sin la ofensa que me hizo con Rodrigo; no habrá nada por reprocharle, ella será solo mía. Cuando al fin la encuentre le cortaré las alas como a un ave, cuando sienta ganas de volar, tendrá que hacerlo conmigo, no volveré a ser el idiota confiado que fui con Ángela.
—Bueno, y hablando de otras cosas, ¿es verdad que tus padres llegarán este fin de semana?
—Sí, mi mamá extraña su casa y a la familia, por eso decidieron adelantar su viaje de regreso.
—Menos mal tienes buenas noticias de tu empresa.
—Por supuesto, papá está muy orgulloso, todos lo están; el grupo ha tenido un buen crecimiento en las inversiones, y las acciones están subiendo cada día.
***
Rodrigo reunió a Raiza con su tía en la noche, los tres tuvieron el encuentro privado en la biblioteca. Antonella se enteró de dicha reunión y se escondió cerca de una ventana que daba al jardín para escuchar los que él les iba a decir:
—Supongo que ya sé deben estar imaginando para qué las he reunido aquí.
—Si supongo. —Dijo Elena con los hombros erguidos y el rostro volteado para otro lado.
—Quiero que ya acepten que Scarlet es mi esposa, y que ese hijo que viene en camino es mío, no de Israel. —Elena tenía presente que no debía atacar a Scarlet, pero no se contuvo.
—Eso está por verse, y suponiendo que si es tuyo, igual debería darte vergüenza que tu mujer haya sido mujer de tu primo, deberías al menos tener un poco de orgullo.
—Tía, yo veré cómo hago para lidiar con el pasado de mi esposa. Y tu Raiza, eso que hiciste esta mañana en el comedor estuvo muy mal, no solo para Scarlet, sino para mí también, me estas irrespetando, y no quiero que eso vuelva a suceder.
—Rodrigo tienes toda la razón discúlpame por lo que hice, estoy muy apenada contigo, de verdad perdóname no volverá a pasar. De ahora en adelante trataré con respeto a tu esposa.
—Me cuesta creerte. La verdad tenía pensado hoy mismo llevármela de esta casa, pero Scarlet decidió que nos quedáramos aquí con Jr. la verdad le agradezco eso a ella, hoy me demostró que siente empatía por mi hijo, pero en cuanto suceda lo que es inevitable con Jr. me la voy a llevar lejos de aquí; nos iremos a vivir a otra parte fuera de México, así que no tienen que preocuparse de que ella vaya a estar aquí por mucho tiempo, nos iremos a donde nadie nos conozca ni sepan de nuestro pasado.
Elena frunció los labios pero se quedó callada, no le gustó para nada la idea de que Rodrigo se fuera lejos, y odió aún más a Scarlet porque a su parecer, ella pretendía alejarlo de todos, y eso era incluso peor que haberse casado con ella. Pues Elena era de esas personas que creían que los hijos debían seguir cerca de sus padres, y Rodrigo era como su hijo; él más que nadie debía permanecer cerca de su casa, había nacido para estar al frente de su familia cuando Braulio ya no estuviera. Para ella, Scarlet había aparecido como todo una intrusa para apartarlo de ellos. Y de inmediato dictó firme sentencia: a esa mujer había que destruirla lo antes posible, o terminaría llevándose a Rodrigo.