Scarlet

139

Rolando estaba armando una de sus maquetas y oyó los gritos de su hermana, de inmediato se alarmó, creyó que tal vez algunos maleantes se habían mentido a la casa, aunque era poco probable porque habían guardias de seguridad, pero puso a rodar su silla y fue a ayudar a su hermana.

Scarlet se levantó y comenzó a lanzarle cosas a Willy.

—Cobarde, animal.

—No te metas en esto zorra.

—Miserable desgraciado. —Willy soltó a Raiza y tomó el cinturón.

—¿Quiere probar perra? —Se fue hacia Scarlet y comenzó a darle azotes de la misma forma que lo hizo con Raiza. Ella gritó y se tiró al piso tapándose el vientre mientras él no paró ni por un momento, pues estaba como si toda la vida hubiera acumulado la furia de un gran volcán.

De pronto se oyó una voz aguda e imperante que le dijo: "déjala" eso lo detuvo. Willy levantó despacio el rostro y volteó a ver quién estaba en la puerta. Se quedó estupefacto por algunos segundos al ver a su cuñado, de imprevisto comenzó a reírse en son de burla.

Comenzó con una risita y lo señaló con el dedo índice, después comenzó a carcajearse y señaló a Scarlet y a Raiza. Luego como pudo en medio de la risa les dijo:

—El paralítico, la insípida y la ramera. —Siguió carcajeándose, ya no le importó, y mostró su verdadera cara. Cuando ya no podía reírse más le dijo a Rolando:

—Eres un idiota, por qué mejor no te largas a tu madriguera rata de alcantarilla.

—Aquí el que se tiene que largar eres tú imbécil. —Dijo Rolando enfurecido.

—No me voy porque no se me da la gana. —Raiza intervino.

—Ya Willy vete.

—Tú no me das órdenes estúpida. Rolando con la voz carrasposa agregó:

—Te largas de mi casa.

—Tú casa —Dijo en son de burla—. Ustedes los Salvatierra, se creen dueños de todo, miserables egoístas.

—Qué te largues te dije.

—Está bien, me iré, esta es tu casa, pero hay algo que si es mío. —Él agarró a Raiza del cabello y la jaló para llevársela consigo.

—No me pueden impedir llevarme a mi mujer.

—Suelta a mi hermana o...

—¿O qué? qué va a hacer bueno para nada. —Raiza de pronto lo enfrentó.

—Suéltame, no pienso volver contigo.

—Ah muy valiente.

—Vete Willy, puedes comenzar con el trámite de divorcio si quieres, ya no volveré contigo.

—Tú te vas conmigo. —La arrastró y se dirigió a la puerta, Rolando intentó detenerlo desde su silla, entonces Willy comenzó a darle patadas a él y a la silla mientras sostenía a Raiza del cabello. De pronto le dieron un escobazo por la espalda, era Lucrecia que había salido como de la nada defendiendo a Rolando.

Este en un descuido de Willy lo agarró del cuello de la camisa y lo jaló contra sí y el dio varios golpes por donde pudo.

Rodrigo regresó a la casa y oyó el escándalo que había arriba y subió de prisa

—¿Qué pasa aquí? —Rolando soltó a Willy y le dijo a su hermano:

—Le estaba dando golpes a Scarlet cuando yo llegue. —Rodrigo miró a Scarlet y también a Raiza; ambas tenían los brazos con marcas y sus cabellos despeinados. Después sus ojos se posaron en Willy, lo miró con ira y se abalanzó contra él.

—¿Cómo te atreves a golpearlas cobarde? —Lo agarró a golpes, Willy también se defendió, ambos se dieron una paliza. Los guardias de seguridad llegaron cuando Lucrecia los llamó, estos sacaron a Willy de la casa.

Después de todo, Raiza se sentó en la cama y se puso a llorar delante de sus hermanos. Lucrecia acompañó a Scarlet a su habitación, allí la ayudó a curarse los brazos.

—¿Desde cuándo te golpea ese imbécil? —Preguntó Rodrigo, Raiza agachó el rostro y no dejaba de llorar, le daba vergüenza contarles como había sido su vida al lado de Willy. Rolando le dijo:

—Debe denunciarlo con la policía —Miró a Rodrigo—. Scarlet también debe hacerlo.

Después Rodrigo fue ver a su esposa.

—¿Estas bien? —Ella tenía el semblante serio y distante de él.

—Ya me curé, no te preocupes.

—¿Estas molesta conmigo?

—No lo estoy.

—¿Entonces por qué me hablas en ese tono?

—¿Te gusta pegarle a las mujeres?

—Por supuesto que no, ¿a qué viene tu pregunta?

—Porque Willy estaba ahorcando a tu hermana como tu intentaste hacerlo conmigo.

Rodrigo se quedó callado, después se dio vuelta y la dejó sola. Se encerró en su cuatro, allí pensó en todo aquello, al rato decidió ir y hablar con ella, la encontró con el mismo ánimo de antes seria y distante, estaba sentada en la mesa de lectura. Él se paró cerca de ella y le dijo:

—Scarlet, de verdad quiero que me perdones por todo, por mis errores y los de mi familia. Creo que con rencores no llegaremos a ninguna parte. Mañana en la mañana nos vamos a Miami, y espero que allá comencemos de nuevo.

Ella no le contestó nada. Rodrigo percibiendo el bloque de hielo que había entre ambos no intentó convencerla más, sabía que era inútil, y con la demostración de Willy las cosas se pusieron peor de lo que ya estaban. Con un tono de voz achantado agregó:

—El viaje lo cambié para mañana en la mañana, iremos a ver un par de casas, y si nos gusta alguna podremos instalarnos el lunes. —Ella no contestó nada.

—Ya sabes, nos iremos en la mañana

Lucrecia se encargó de arreglar la maleta de Jr. y Scarlet hizo la suya. No empacaron muchas cosas. Solo lo necesario, en Miami compraría ropa nueva.

Por la noche Lucrecia se encargó ella misma de prepararle el té a Scarlet y se lo llevó, ignorando que Antonella había agregado una sustancia peligrosa.

—Aquí le traje su té.

—Gracias. —Lucrecia caminó hacía donde Scarlet estaba y se tropezó con la alfombra, la taza de té cayó sobre la misma y no se partió. Scarlet agarró a la mujer para que no se cayera.

—Perdón señora Scarlet, iré a prepararle otro té.

—No hace falta Lucrecia, mejor mañana, de todos modos no tengo ganas de tomarlo.

Alejandro le marcó a Antonella, estaba ansioso.

—¿Cómo van las cosas?




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