—Aún no puedo entender cómo lograste hacer que nos invitaran a una fiesta antes de que empiecen las clases —juraba que parecía que Kally daba saltos en su asiento mientras se maquillaba en el escritorio donde había colocado un pequeño espejo colgado en la pared continua.
Niego divertida volviendo a tumbarme en la cama.
—Ya te lo dije. Él seguramente nos invitó por cortesía —replicó tranquilamente cerrando los ojos.
Había repetido mentalmente en varias ocasiones ese momento, pero por más que lo pensaba, más me convencía que solo estaba siendo amable con nosotras por ser nuevas y por el comentario que había hecho.
Un día después de eso, Eric me había mandado mensaje dándome la dirección, la fecha y la hora agregando que le encantaría verme ahí. Kally inmediatamente saltó a la conclusión de que yo le gustaba, solamente me reí sabiendo que todo lo hacía por pura cortesía.
—¿En qué momento planeas arreglarte?
Abro los ojos y me levanto quedando apoyada en los codos viendo a Kally viéndome por el espejo.
—¿Qué tiene de malo lo que llevo puesto? —pregunté mirando mi ropa.
Me había vestido con una blusa rosada con un pequeño moño en la parte superior, una falda suelta color negro, mallas nude y zapatos negros.
—Ariel, nadie se viste así para una fiesta —esta vez ella se volteó para regañarme.
—Yo suelo vestirme así todo el tiempo —me quejo haciendo un pequeño gruñido.
Kally suelta una risita tonta caminando hacia su armario. Me siento correctamente escuchando como debate con ella misma mientras busca algo.
Unos minutos más tarde, se pasa al mío sacando una de mis faldas color oro, una blusa negra y una chamarra de mezclilla. Me entrega las prendas y las miro con algo de duda.
—Esto no es mío —digo refiriéndome a la blusa y la chamarra.
—Lo sé, son mías, pero te las quiero prestar por hoy —ella se encoge de hombros mientras vuelve a su espejo para terminar de arreglarse.
Vuelvo a ver la ropa suspirando, no podía haber manera en que me dejara salir si no me probaba la ropa al menos.
Me volteo dejando la ropa en la cama. Me retiro la ropa que traía volviendo a doblarla para dejarla en su lugar, tomo la ropa que me dió y me visto con ella. Veo mi reflejo analizando cómo me queda, no se veía mal aunque no estaba acostumbrada a usar algo que no era mío.
Abro uno de los cajones sacando unas mallas negras intentando hacer que se vea más como algo que usaría; igualmente me calzo con unos slippers color negro.
Cuando me volteo, veo que Kally ya está lista para salir,usando una blusa holgada color vino con detalles en las mangas, unos pantalones de vestir negros con rayas blancas y unos stilletos negros.
—Sabía que se te iban a ver bien —dice levantándose de su cama y caminando hacia mí.
Se acerca a uno de sus cajones tomando una paleta de sombras y unas brochas. Por instinto, me alejo al ver que me las iba a poner.
—Tranquila, no te voy a hacer nada —menciona entre risas.
—No suelo usar maquillaje —respondo casi instantáneamente—, mi hermano mayor siempre me pidió que me viera natural.
Se vuelve a acercar a mí, pero yo ya no puedo caminar más hacia atrás al chocar con mi cama, por lo que me subo intentando alejarme.
—Bueno, tu hermano no está aquí —dice sentándose a mi lado y llenando la brocha con uno de los colores—. Prometo hacerte algo natural.
Dejo de forcejear y me mantengo tranquila mientras ella me maquilla. Conocía algo de lo que estaba usando, pero al no usarlo nunca me había interesado investigar el nombre de cada cosa y su uso.
Después de unos minutos, guardó su maquillaje y me hizo voltear al espejo del armario.
—¿Ves? Natural y linda.
Pude ver como sonreía contenta por haberlo hecho. Se levanto de la cama y acomodo las cosas de su bolsa, aunque me mantuve un momento observando como me había maquillado. Visto de alguna manera, parecía que casi no tenía nada de maquillaje.
—Anda. Ya hay que irnos. No quiero llegar tarde —suplicó Kally tirándome del brazo.
Tomo mi bolsa rápidamente y juntas caminamos afuera del cuarto.
Salimos del edificio y nos dirigimos a la dirección que Eric me había mandado. Kally se había dedicado a ver dónde se encontraba para que pudiéramos llegar sin contratiempos, por lo que se dedicó a dirigir el camino por el que íbamos.
Durante el camino, ella lucía tanto nerviosa como emocionada, estaba segura que le emocionaba ir a una fiesta tan pronto pero le preocupaba lo que fuera a pasar. Por mi parte, no sabía cómo sentirme. Había ido a varias fiestas a lo largo de mi vida, pero la mayoría de ellas eran demasiado tranquilas y estaba al tanto de la reputación de las fiestas americanas.
Después de varios minutos caminando, mis pies empezaban a dolerme. Aún cuando estaba acostumbrada al ejercicio, los zapatos no habían sido una buena opción para caminar por un par de kilómetros.
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Editado: 19.08.2021