Scars of Love

VI. Hermano Mayor

Durante el camino de regreso, ninguno de nosotros dijo algo más. Sospechaba que ambos esperábamos que el otro fuera el primero en hablar, pero eso solo nos dejó en absoluto silencio.

Volvimos a la casa de la fraternidad cuando distingo al mismo chico que nos había traído a Kally y a mí.

Camino hacia él rápidamente con la esperanza de que sepa algo de Kally.

—Hola —digo llamando su atención, detrás mío Eric estaba escuchando atento—, no se si me recuerdas…

—Claro, eres la amiga de Kally. ¿No?

Asiento aliviada porque me reconozca.

—¿No sabrás dónde está ella? —preguntó algo incómoda por lo que pudiera pensar de que lo sepa dónde está mi amiga.

—Se fue hace unos minutos; si mal no recuerdo, estaba buscándote.

Su respuesta me hace sentir herida. Ella se había ido sin mí. Me tranquilizo sabiendo que si me estaba buscando, era muy probable que al no encontrarme hubiera pensado que ya había vuelto.

—Gracias —murmuro dándole una sonrisa.

Camino lejos de él volviendo a dónde estaba Eric.

Mi rostro debía de mostrar cómo me sentía, porque inmediatamente se dio cuenta que algo andaba mal.

—¿Qué ocurre? — pregunta notándose preocupado.

—Según esto, mi amiga Kally regresó a nuestro cuarto sola y me dejó aquí —no quería sonar molesta con ella, solo que me hería que yo la estuviera buscando para volver y ella no lo hizo. 

—¿Y qué vas a hacer? —pregunta cruzándose de brazos.

—Tendré que regresar sola, pero está bien, estamos dentro del campus por lo que no me preocupa —una de las mayores preocupaciones de mi mamá al dejarme venir, era lo que podría pasarme, aún cuando yo estaba convencida de que no había posibilidad de que algo llegara a sucederme.

Él se mantiene serio por un momento observándome, hasta que parece darse cuenta de algo y sonríe.

—Ven conmigo —dice descruzando los brazos y extendiendo su mano.

Dudo por un par de segundos si debería ir con él o no, quería irme pronto para poder llegar relativamente temprano a mi habitación. Pero su mirada me dice que puedo confiar en él, por lo que tomo su mano y dejo que me guíe a través del patio hacia dónde se encontraban varios autos aparcados.

—¿A dónde me llevas? —pregunto viéndolo con duda.

—Supuse que sería mejor que alguien te llevara en un auto a que te fueras sola caminando —responde sin devolverme la mirada.

—¿Y quién es ese alguien? —pregunto con la ligera sospecha de saber cúal sería su respuesta. 

—Yo —responde deteniéndose junto a un auto negro con azul.

Abre la puerta del pasajero y se hace a un lado esperando que suba. 

—¿Estás seguro? —pregunto mirándolo con duda—. Yo puedo volver sola y estoy segura que tal vez prefieras volver a la fiesta.

Niega con la cabeza, agachando la mirada para que no vea que se ríe por lo bajo.

—¿Qué va? Esa fiesta se estaba poniendo aburrida —responde caminando hacia donde estoy.

Apoya su mano en mi espalda, haciéndome que tiemble ligeramente, para empujarme con delicadeza hacia el auto.

Muerdo mi labio mientras subo sentándome en el asiento, no estaba muy convencida de dejar que me llevara, sentía que solo lo hacía porque tendría que volver sola, aún cuando estaba acostumbrada a andar por las calles sola desde hacía años.

Eric camina alrededor del auto y sube por la puerta del conductor. Saca unas llaves de su pantalón, enciende el coche y empieza a manejar alejándose de la fiesta.

—¿A dónde la llevo, señorita? — pregunta viéndome.

No me había dado cuenta que él no tenía idea de dónde estaba mi habitación.

—Residencia Florence Moore, casa Alondra —respondo.

Él se limita a asentir y mirar hacia al frente manejando. Me apoyo en la ventana viendo cómo todo pasa a nuestro lado.

—Tengo otra pregunta para tí.

Me giro sorprendida sin despegarme del vidrio.

—¿Cuál es? —preguntó con curiosidad.

—Si tú eres de Escocía, ¿por qué quisiste venir aquí? 

Él me mira de reojo esperando por una respuesta, aunque no sabía del todo que responder.

Había presentado a todas las escuelas prestigiosas posibles, quería demostrar que era capaz de hacerlo, y tenía la horrible sensación de que no podría pasar. Stanford fue de las pocas escuelas en las que pasé que pude obtener una beca.

—Supongo que me gustaba la idea de estudiar aquí —respondo dubitativamente.

Me mira con duda por unos segundos pero no se atreve a decir algo más.

Unos minutos después, distingo la residencia a lo lejos reconociendo el camino por el que habíamos venido.

Eric entra hasta el estacionamiento y aparca en una de las entradas. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.