Narrado por Alenka
—¡Oye! ¡No puedes escribir eso!
A Ulises le ha molestado mi publicación en el buscador de parejas de Facebook. Apenas sé cómo se usa esto, por lo general solo suelo ver tiktoks desde los celulares de mis amigas o compañeras de la escuela, sin embargo, aprender a leer tenía que servir de algo aunque resulte un poco molesto ir a clases.
Al sonso de Ulises le gusta ir a clases, porque es un chico “nerd” como suelen decirse entre clases aunque a mí me resulta un poco extraña la palabra.
También tuvimos que aprender italiano, así que me cuesta redactar un poco en el uso de las palabras. Él tiene mejor uso asi que comprende de inmediato cada parte del texto que subo tras colocar en la barrita blanca con la lupa la palabra “solteros” y la frase “se busca novia” para saber en qué parte se supone que deberíamos publicar con Ulises nuestro objetivo que tenemos fijo de aquí en más que es conseguir una esposa para papá. Bah, no sabemos si vaya a casarse o qué vaya a suceder, pero se pondrá como loco si se entera que estamos haciendo esto ahora mismo con la computadora de escritorio.
Lleva meses sin tocar la PC de escritorio, últimamente no ha hecho más que estar en su computador portátil que es el que usa en los viajes. Y debido a su trabajo, viajamos mucho, por lo que nunca se despega de esa máquina que lleva para todas partes.
—¡Borra eso!
—¡No, está bonito!—le digo, segura de que fue un esfuerzo grandote poder redactar eso yo sola.
—¡Que lo borres, Alenka!
Él intenta meterse en mi teclado, pero es una lucha contra él que tiene aún un libro bajo el brazo, así que me da ventaja. Lo empujo hacia atrás y empiezo a hacerle cosquillas. Él grita y papá que ha salido para hablar con el jardinero, nos reta golpeando la ventana de la sala y nos asusta:
—¡Oigan! ¡Qué está sucediendo ahí!
¡Oh, no! Puede entrar en cualquier momento.
Ambos nos ponemos de pie al instante.
—¡Nada, papá!—. Me acomodo los pelos.
—¡Todo bien!—dice Ulises y me jala del pelo. Le doy una patada y se queja.
—¡Pórtense bien! ¡En breve entro y quiero que estén todas sus tareas terminadas!—nos advierte.
—¡Siii!—contestamos ambos a la vez.
Una vez que vuelve con el jardinero, corro para ponerle llave a la puerta principal. Ulises se sienta frente a la computadora y modifica algunas cosas en el aviso.
—¿Sabías que lo estás publicando en un grupo de venta de cosas, verdad?—me pregunta él.
—Déjalo ahí, no hay más tiempo.
—Papá va a matarnos por querer venderlo.
—¡No lo vamos a vender!
—¿Lo piensas regalar?
—¡Tampoco! ¡Papá vale mucho y por eso se merece a una mujer bonita, que sea buena y que nos quiera a nosotros! ¡Será nuestro regalo de navidad!
Entonces él escribe algo más y lo modifica.
—Creo que está bien—le digo—. Pero me sigue pareciendo que deberías escribir que aún te meas en la cama.
—No es cierto, no lo hago.
—Claro que sí. Por eso papá te lleva a la psicoloca.
—¡No le digas así a Maureen!
—¿Niños?
Papá está intentando jalar la manija para entrar a la casa. Ulises y yo cambiamos una mirada de preocupación y baja el anuncio anterior para publicar este nuevo. Una vez que ya está listo, intentamos apagar la computadora, pero se demora.
—¿Qué está sucediendo ahí? ¡Abran la puerta!
—¡Nada papá!—le digo—. ¡Ahora vamos!
Y entonces le cuchicheo a Ulises quien mira a través de sus gruesas gafas la pantalla.
—¡Apaga eso!—le suelto, furiosa.
—¡No se apaga!
—¡¿Qué hacen?! ¡Abran la puerta o la tiro abajo!
—¡Hazlo!—insisto a Ulises.
—¡No reacciona!
Entonces me vuelvo a la parte de atrás y jalo el enchufe. Papá siempre nos dice que no tenemos que tocar los cables y los enchufes así que este es otro motivo para matarnos en cuanto descubra lo que estamos haciendo.
Lo bueno es que la pantalla se apaga de repente.
—¡¿Qué hiciste?! ¡Estás chiflada!—me suelta Ulises.
—¡Ponte con tus cosas!—le arrojo los cuadernos y los afirma sobre el escritorio.
Me voy hasta la puerta, muevo la llave y papá está al otro lado con los brazos en jarras, echando una mirada asesina en nuestra dirección, evaluando la sala de casa. Yo le dedico una sonrisa inocente y me regreso a los sillones donde estaba antes haciendo mis tareas. O eso se supone, de hecho, solo estaba dibujando corazones en los alrededores de las hojas de mi cuaderno.
—Bien. Hablen—dice él luego de estudiar la sala completa—. ¿Qué es lo que acaba de suceder aquí?
—Nada, papi—le dice Ulises—. ¿Por qué lo dices?
—Veo todo demasiado tranquilo. ¿Por qué cerraron la puerta con llave?
—Fue sin querer, papi—le digo—. No volverá a pasar.
—Digan la verdad—insiste, cruzándose de brazos—. Saben cuánto le molesta a papá que mientan.
Con Ulises cruzamos una mirada a punto de soltar la verdad de lo que acaba de pasar, entonces él contesta:
—Alenka me quería golpear y por eso le puso llave a la puerta.
Papá se vuelve a mí.
Yo le miro al tonto.
¡Pero…! Bueno, ha sido inteligente.
¡Y no quita que en cuanto pueda le voy a golpear por haberme acusado!
—¿Es eso cierto, Alenka?—me pregunta papá.
—Yo…—bueno, no tengo por dónde salir ahora—. Sí, papi. Perdón.
Bajo la mirada.
Agrego:
—¡No volverá a pasar, lo prometo!
—Te quedas sin postre hoy para la cena. Y si sigue así, te quedarás sin postre mañana también. Terminen sus cosas que luego vendré a revisar todas las tareas—advierte y sale.
Ulises me saca la lengua.
Y yo le arrojo la goma de borrar que le da en las gafas.