Narrado por Alenka
—¿Usted da clases particulares?
¿Es normal que se estén mirando como se están mirando?
—Digo, por ahí mis chicos tienen problemas con algunas tareas y…
—Creo que será mejor que le recomiende a alguien más para eso, señor Zajac.
Oh, oh.
Creo que a ella no le ha gustado la situación y lo que están hablando.
Más allá de que estoy segura que me estoy metiendo en problemas por defender a mi hermano, acabo de notar que nuestra maestra y papá se miran de manera bonita.
—Un placer, señorita Bello.
—Permanezco a su disposición, señor Zajac. Niños. Hasta mañana.
También la saludamos.
—Hasta mañana señorita—contesta Ulises.
Pero unos pasos más adelante, me suelto de la mano de papá y me vuelvo corriendo hasta la dirección de la señorita.
—¡Quiero hacerle una pregunta!
Ella acaba de entrar al salón para ordenar las sillas en sus lugares.
Se gira hasta mí.
—¿Alenka? ¿Qué sucede?
—¡Alenka!—grita papá desde fuera.
—Le cuento un secreto rapidito.
—Dime, corazón.
Se agacha y queda a mi altura.
—Con Ulises—le explico—, estamos buscando una novia para papá para esta navidad. Y usted le gusta.
—¡Alenka!
Papá aparece desde la puerta.
Me vuelvo al oído de ella:
—Y a usted le gusta nuestro papá. Invítelo a cenar.
Me aparto de ella.
Tiene los ojos grandes como si la hubiese asustado.
—Hija, por favor, vamos—dice papá. Me busca, me toma de la mano y salimos—. Con permiso, señorita. Disculpe.
—¡Porfa, porfa!—le digo a ella.
No dice nada y salimos del salón.