Se Busca Mamá

CAPÍTULO 11

CAPÍTULO 11

 

Narrado por STEFAN

 

—¿S...Señorita Bello?

Me detengo de sopetón en lo que sea que esté haciendo tras escuchar esa voz al otro lado de la línea. Mi propia voz resulta en sorpresa ya que no me esperaba en absoluto que me dirigiera este llamado ahora. Bah, ni en ningún momento. Jamás pensé que se comunicaría conmigo.

—Lamento haber tomado su número de mi lista de contactos de emergencia para todos los alumnos. Pero realmente creo que esto forma parte de mi lista de prioridades ya que sus hijos lo son al igual que todos mis chicos.

¿Todos por igual? ¿En serio?

—Señorita Bello—empiezo—, respecto de lo sucedido, no tiene la culpa en absoluto. Sé de su buena voluntad y quiero que se sienta exceptuada de la mala gestión que lleva adelante todo el equipo de coordinación y directivos de esa escuela.

—Señor Zajac, ¿dispone de un momento para hablar a solas hoy por la tarde en el café? Quisiera conversar en persona de lo sucedido, creo que merece explicaciones al respecto. Me siento responsable de lo sucedido.

No, usted no es responsable.

Pero si es excusa para que nos veamos, sí, la responsabilizo de ello.

Me lo pienso varias veces hasta que accedo:

—Esto…sí, claro, por supuesto. Nos veamos. ¿Dónde?

—En Macchiato, ¿le parece bien?

—¿El que está frente a la plaza central del pueblo?

—Así es.

—¿No es muy…visible? Digo, está cerca de la escuela.

—No es problema.

—¿Hablaremos de mis hijos? Porque en ese caso, no tendría con quién dejarlos.

—El lugar cuenta con un patio de juegos externo. Iré con mi sobrina así pueden divertirse y ocuparse en conocerse. Ella tiene la edad de Ulises y Alenka.

—Me parece fabuloso. ¿A las cuatro le parece bien?

—De maravilla.

—Okay, señorita Bello. Un placer como siempre.

—Puede llamarme por mi nombre de pila. Siempre que yo pueda llamarle a usted Stefan, ¿le parece bien?

¿Está intentando ligar conmigo?

No lo sé

Pero claramente que son guiños a acotar la distancia entre nosotros. Ella tiene tantas ganas como yo, aunque no sé si estoy listo para volver a confrontar a una señorita luego de las experiencias por las que he pasado.

Bueno, ya van casi dos años desde la última vez que estuve con una persona.

De imaginarme la posibilidad de volver a estar íntimamente con alguien, con ella en específico, tengo que llamar a los dioses de la cordura para que me obliguen a abofetearme internamente y así perder de foco mis ganas de pegarme un revolcón con esta hermosa mujer. ¡No tiene que ver en absoluto con lo que en verdad se trata!

Estamos hablando de mis hijos.

De la escuela.

De los problemas con la gente del equipo pedagógico.

Son problemas importantes, mientras que yo solo puedo hacerme una idea de cómo sería poder sentir su piel contra la mía.

Definitivamente comienzo a padecer las consecuencias de tanto tiempo sin estar cerca de una mujer que me guste.

Creo que Wanda fue la última.

—¿Señor Zajac?—me espabila.

—S…Stefan—contesto de inmediato—. Puede llamarme Stefan.

—Y usted a mí también puede…llamarme por mi nombre…

¿Debería preguntarlo?

Claro que sí.

Que yo recuerde, aún no nos hemos presentado de manera diferente.

—¿Y su nombre es?—murmuro, con pena.

—El mismo que aparece en mi cuenta de Facebook.

—Yo… Lo siento. Pero sospecho que no recuerdo muy bien. —Caramba, si tan solo no hubiera sido de agregar mujeres a diestra y siniestra en algún momento de mi vida, quizá podría ubicar quién es ella. Porque ni siquiera tengo el registro interno de haberla añadido a mi lista de contactos en algún momento—. ¿Me lo puede decir? Llevo realmente mucho tiempo sin abrir mi…mi cuenta de Facebook.

—¿Mucho tiempo?

—Ajá.

—Mmmm. Okay.

No me está creyendo.

Piensa que soy un casanova.

O que no me interesa en lo más mínimo cuando no es así.

¡Cómo es posible que no me haya fijado antes en cuál es el nombre de pila de la maestra de mis hijos, nada menos!

De pronto temo que ya no esté tan interesada, tengo que revertir eso, me siento comprometido a demostrarle que sí me interesa ella.

—Tina. Valentina Bello, de hecho. Pero puede llamarme Tina.

—Oh, sí. Por supuesto. Maravilloso. Hermosa… Hermoso nombre, digo. Tina Bello. La agendaré. ¿Este es su contacto personal?

—Así es…

—Un placer, Tina. La veo esta tarde. ¿Paso por usted?

—Humm. No será necesario.

Por supuesto que no.

¿Qué hace el padre de unos niños llevando a su maestra a tomarse un café en un pueblo tan cerrado?

O en cualquier contexto, sería algo extraño a ojos ajenos.

—Ahí nos vemos, Stefan—contesta por fin.

Y cuelga.

 




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