Narrado por ULISES
La escuela nueva sí que está rara. Queda mucho más lejos de casa, de hecho, casi tenemos que salir del pueblo para poder llegar a clases, suerte que papá nos lleva y nos busca en el auto porque la mayoría de los chicos suelen llegar caminando. En cuanto entramos a clase, hay más chicos así que a Alenka nos separan desde el primer momento. Son varias divisiones por año, lo cual hace que nosotros “porque somos hermanos” según dice una de las maestras, debamos estar separados en cursos diferentes.
Me entra una congoja grande saber que tendré que enfrentarme a todos los niños yo solo, sin Alenka que pueda venir a defenderme si algo va mal con los niños malos del salón de clases. Me aferro fuerte al libro nuevo de papá y entro junto a la maestra, afrontando yo solo todo lo que hay alrededor.
Más chicos, más personas, más grande la escuela, pero esta no tiene una parroquia, no rezan al entrar a clases ni al salir, tampoco hay imágenes religiosas pendiendo de encima de las pizarras generando la sensación de que Dios nos está observando a todos como cámaras de vigilancia, sabiendo lo que hacemos, entrando en nuestra “conciencia moral” como decían las maestras que intentaban acusarnos con la imagen de la cruz que rondaba a todos en la escuela anterior a esta.
Aún así, eso no prevenía que los niños malos siguieras siendo malos. Yo sí, yo me sentía con algo de rabia sabiendo que ese hombre en la cruz no estaba observando a todos y yo tenía que portarme bien, pero los demás no.
—Buen día, clase. Hoy tengo una noticia para traerles y es que tenemos compañerito nuevo, su nombre es Ulises y está culminando el año escolar junto a todos nosotros. Ha venido con su hermanita Alenka a quien le ha tocado en el otro salón. Espero puedan darle un cálido recibimiento y así puedan tener feliz estadía de clases, ¿sí? ¿Te quieres presentar, cielo?—me pide la maestra quien es una señora mucho mayor que la señorita Bello que teníamos en la otra escuela.
—Yo… Sí… Soy Ulises. Tengo siete. Me gustan mucho los libros… Si alguien quiere puede luego llevarme a conocer la biblioteca.
Eso causa algunas risas en los demás niños.
Siento que me estoy enrojeciendo como un tomate, me da algo de miedo ver que los demás se rían de mí, estando al frente de todos.
La mestra los detiene y suelta:
—¡Oh! ¡Vaya! Es una fabulosa idea, cariño. Es lo que mereces, que te acompañen, a muchos niños les gusta la biblioteca. Luego les juntaré para que puedan ir a consultar libros y así conoces a la Señora Alessia quien está a cargo de biblioteca.
—B…bueno—le digo, acomodándome las gafas.
De pronto, una de las niñas que va sentada primera, levanta alto la mano y la maestra la identifica de inmediato.
—¿Sí, Bianca?
—¿Por qué el niño nuevo habla tan raro?
Todos vuelven a reírse.
Esta vez sí se han burlado de mí y ya no hay manera de escaparle, sé que se están riendo de mí a viva voz y eso me hace poner muy mal.
Debo mirar al suelo para no seguirle viendo directamente sino no podré controlar las ganas de llorar.
—Por favor, hagan silencio y sean respetuosos. Quizá podrán notar que tanto Ulises como su hermanita tienen acentos distintos porque ellos vienen de Polonia y allá se habla polaco, ¿verdad, cariño?
Pregunta en mi dirección.
Solo asiento con un movimiento de cabeza, sin levantar la mirada.
Acto seguido me manda a sentarme al final, donde hay un lugar libre. Aquí hay un niño también sentado.
En cuanto me ubico y la maestra se pone a hablar, el niño a mi lado me dice bajito:
—Pssst. ¿Qué sucede?
Niego con la cabeza.
—Nada—digo.
—¿Te avergüenza que se rían?
Asiento.
—No seas bobo. —”Bobo”. Así me llama Alenka. Por algún motivo eso me hace sentir con una pizca de confianza—. No tiene que importarte lo que digan o lo que piensen los demás. No me gustan los libros, pero puedo acompañarte en el recreo a la biblioteca.
Me acomodo las gafas y me seco una lágrima.
A levantar la mirada y cruzarlo directamente, noto que es un niño de piel blanca y pelos negros, muy negros, largo en rulos que brillan.
Tiene los dientes chuecos y uno de sus ojos…no está bien. Como si mirase para otro lado.
—¿Qué…te pasó ahi?—le pregunto, señalando su ojo.
—Nací así. Los niños se burlan de mí, pero aprendí a que no me importe. ¿Ves? Así es como tienes que hacer tú.
Le dedico una sonrisa y asiento.
—Soy Salvador.
—Okay, Salvador. Aceptaré que me lleves a conocer la biblioteca luego.
Narrado por ALENKA
No me gusta esta escuela, es como si ser la niña nueva hiciera que a todos los demás me señalaran y me miraran por hablar raro y por tener el pelo muy blanco.
Una vez que salimos al recreo, salgo en busca del salón de clases donde está Ulises. Él es más débil, de seguro lo están molestando.
Sin embargo, una mujer me detiene en mitad de los pasillos. Viste como una de las mujeres que cuidan a los niños en la casa.
—¿Zajac? ¿Alenka Zajac?
Levanto la mirada y la observo.
Ni idea quién es.
—Sí, qué quiere—le digo.
—Ay, cielo, por qué contestas así. En fin, necesito que vengas conmigo.
—¿Por qué?
—Es tu mamá. Ha venido a verte.
—¡¿Mi QUÉ?!