Se Busca Mamá

CAPÍTULO 32

Narrado por SABRINA

 

—¿Qué sucedió?

—Es peligroso, no podemos regresar ahí—le explico a mamá una vez que me encuentro con ella en las afueras de Sicilia.

No es la primera vez que la veo cerca de este lugar, ya estuvimos antes en la casa de alquiler del pueblo perdido donde hemos venido a parar buscando la cercanía del otro en el que vive Stefan con los niños.

Mi corazón está roto en mil pedazos ante la terrible idea de no poder volver a verlos jamás y saber que se me habrán acabado las oportunidades con ellos. No tiene él que ganar esta pelear bajo ningún concepto, yo me siento capaz de responder con mi propia voluntad a lo que es necesario para confrontar la realidad que se erige con todas sus fuerzas en nuestros propios rostros.

Mamá no está muy contenta con la situación y el resultado, de hecho se siente indignada con lo que resultó mi visita a la casa de Stefan.

—Sabes cuánto nos costó localizar a Stefan y la fortuna que se llevan los informáticos como para que eches a perder la oportunidad así—me amenaza ella, se la escucha desesperada y furiosa. De hecho, es probable que no le importen en absoluto los niños, solo parece empecinada en querer ganarle esta batalla al padre.

Que ni siquiera estoy segura si realmente lo es o no. Sospecho que difícilmente conseguiremos descubrirlo en algún momento, él está aferrado con uñas y dientes ante la idea de que sí es el padre.

—Es que amenazó con llamarles, creo que lo hizo—me excuso.

—¿Lo crees?

—Eso dijo.

—Hicimos guardia una hora y jamás llegó nadie—explica mi hermana, Wanda, quien también está alrededor de la biblioteca mientras habla con mamá.

Desde que mis padres decidieron dejar la convivencia este tipo de conversaciones ya no se terminan montando alrededor de una ritualística cena.

Ahora cada uno sigue su camino por su parte, siendo esta una decisión que supera en gran parte lo que dictan los sentimientos sino que hay intereses concretos de por medio que involucran protegerse ambos.

Por un lado papá que tiene enemigos a quienes debe huir y por otro mamá que está en busca de los niños porque detesta a Stefan luego de un intento de estafa que él les hizo en el que les pagó con dinero falso y luego desapareció para buscar amparo en los italianos que conforman una logia fortificada que hacen de este un terreno que no podemos transitar de parte de mi familia.

Pero de todas maneras acá estamos, con identificaciones falsas, vuelos privados y rutas aéreas escondidas que se utilizan con fines que los terrestres desconocen. Aún así, no me importa nada de lo que ellos decidan sostener gracias a sus recursos de poder un tanto criminales sino poder volver a ver a los niños y empezar de nuevo en lo que a ellos corresponde, no me importan los objetivos de mis padres, Wanda está acá para ayudarme a seguir adelante; en ella sí confío.

—No es posible, ¿le creyeron a lo que dijo en lugar de meterse en la casa y salir con los niños metidos en el coche?—asevera ella.

—¡Estábamos acorraladas! ¿Y si iba en serio?—pregunta con la voz quebrada Wanda al caer en la cuenta de que nos ha mentido una vez más.

—Tenemos que recuperar a los niños, ya sabemos cómo y dónde encontrarlos—le digo a mamá.

—Es una carta que sigue teniéndola guardada y se la va a jugar en cualquier momento—dice ella—, pero no lo hizo ahora. Lo seguirá teniendo presente para otro instante y desperdiciaron la ocasión.

—¿Quieres jugar con el destino para cuando realmente decida poner esa carta en jaque, acaso?—le pregunto a ella—. Quiero recuperarlos, pero no puedo ponerles más en peligro a ustedes.

—Sabes que los niños también son importantes para mí, hija. Así que no digas estupideces, vamos a dar con ellos a cualquier precio—asegura—. Lo que tu deseas es no arriesgarte, sabiendo que tiene un precio completamente diferente a lo que ya hayas hechos hasta ahora. ¿Cuál es la debilidad de Alenka y Ulises?

Nos miramos con Wanda, casi sin comprender.

¿Qué tiene que ver que haga esa pregunta ahora?

—No te sigo, mamá—dice mi hermana.

—Los pequeños han de tener algún rasgo común que los atraiga, algo que obligue a Stefan quedar nuevamente en el ojo de la tormenta y hacer, de su parte, lo que haga falta para que ningún nuevo escándalo vuelva a afectarles.

Vaya, eso está difícil.

Creo que las cosas que me he metido en el último tiempo han conseguido hacerme padecer las consecuencias de que mi cabeza vaya más lento, no sumo dos más dos en lo que implica entender por qué mamá hace esa pregunta, pero lo primero que viene a mi mente en cuanto le escucho decir eso es:

—Los perritos. A los niños les gustan los perritos. O cualquier animal, son super solidarios sobre todo cuando ven un cachorro en la calle pasando frío.

Quizá porque ello les identifica.

No por falta de hogar sino por fallas mías en un negligente cuidado al que les sometí mientras estuvieron a mi cargo y hoy busco remendar, pero el idiota de Stefan no me estaría dando la oportunidad.

—Entonces un perro herido debería obligarles a regresar a la ciudad. ¿Hay servicio de veterinaria en ese pueblo?

Con Wanda nos miramos, pero niego con la cabeza.

—Lo dudo, sé que muchos vecinos se quejan de cuestiones básicas que les obligan a ir con regularidad a la ciudad.

—Fabuloso—advierte ella, con los ojos chispeantes en un evidente gesto de Eureka—. Por favor, hija, ve a buscar un perro a la calle.

—¡¿Qué?!

—Cachorro.

—¿Qué sucede, mamá?

—No se hace eso, pero vamos a lastimar un perrito.

—No… Oh, cielos—digo, pensando en lo que va realmente su plan—. No es posible, no hablas en serio, eso no me lo perdonarían jamás.

—Porque nunca sabrán que lo hicimos.

—Es muy arriesgado—advierto y me vuelvo a Wanda quien está de brazos cruzados afirmada al mueble de biblioteca. No dice una palabra.




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