Se compra esposa

Organizando una boda

Aquel primer día fue intenso para todos, ella se la paso entre llamadas y mas llamadas, Fabricio solo la observaba a lo lejos y escuchaba el dialogo fluido que tenía con un alengua que no era la suya. Llego a pensar que esto sería más difícil, pero se ha dado cuenta que no es así, Gaby es de las mujeres que les dicen las cosas una vez y entienden perfectamente la instrucción. Ahora por caprichos del jefe tendrá que organizar la boda de alguien más en donde ella hubiera deseado ser la novia, o tal vez…

Por la tarde el jefe lo llamo para recordarle que ella tenía que comer a sus horas, una preocupación nació por esa chiquilla y lo que quería era que estuviera cómoda mientras trabajara para él.

Y así se hizo la rutina en aquella oficina, Gabriela veía pocas veces a su jefe Alexander, sin embargo, las pocas veces que lo vio la misma sensación de la primera vez permanecía, algo en ese hombre provocaba sensaciones en su ser. Tal vez era el hecho de buscar protección el que generara esos sentimientos.

Fabricio solo se limitaba a cumplir la orden de su jefe y cada vez veía más cerca el día en que los planes se llevarían a cabo.

Hoy era el día pactado para elegir el vestido, Gaby se encontraba nerviosa porque pensaba en que, si ella fuera la novia, lo mínimo que hubiera solicitado es elegir el vestido ella, pero lo dicho el jefe estaba loco y contra eso nada se podía hacer.

—Tranquila que solo es un vestido. —Le decía Fabricio al notar que se encontraba demasiado ansiosa, guárdate los nervios para más tarde.

—¿De qué hablas?

—Ya lo veras o, mejor dicho, ya lo leerás.

Cada vez que una situación como esta se presentaba es cuando ella se preguntaba, ¿en qué locura se había metido? no entendía el afán de hacer todo tan misterioso cuando todo el mundo sabe que el excéntrico multimillonario Alexander Johnson pronto contraería nupcias.

—Hay mucho misterio detrás de esto, que sepas que no me está gustando.

—Tranquila pequeña que todo se resolverá a su tiempo, ahora lo que necesitamos es que elijas el vestido que vas a usar, perdón, que usará la novia comprada.

Resopla porque no está de acuerdo en esto. —Es una completa locura, ¿Por qué no permiten que ella sea la que elija el vestido? por lo menos eso.

Antes de que respondiera, ella sola da respuesta a su cuestionamiento.

—Ya lo sé, no es necesario que me digas. Órdenes del jefe. —Imita la voz de Fabricio cada vez que dice eso, esa frase se volvió recurrente en estos días.

—Ya niña deja de molestar y apresúrate que tenemos que tener un vestido para antes de las tres de la tarde que es la reunión con el jefe para darle los por menores de esta boda.

Entran al establecimiento y la dependienta le dedica una mirada de arrogancia a Gaby. Es verdad que el atuendo que trae ha cambiado gracias a todo lo que le compro Fabricio, pero la gente sigue viéndola de forma despectiva.

Sin darle importancia, caminan hasta encontrarse con la encargada quien ya los esperaba, la hicieron probarse miles de vestido hasta que encontró uno del cual se enamoró, verse al espejo vestida de blanco, hizo que imaginara como hubiera sido la boda con el padre de su bebé, él se lo prometió y ella le creyó y se hizo ilusiones, le dijo que volvería cuando encontrara un mejor futuro para los tres, le hizo creer que a su regreso tendría una boda soñada para que sus padres no la despreciaran más. Sin embargo, nada de eso fue real y ahora solo le queda soñar con lo que pudo haber sido.

—Señorita, elijo este vestido. —y diciendo esto la dependienta la ayuda a cambiarse, mientras le explica que se le harán los ajustes necesarios al vestido y este será entregado el día de la boda.

A Gabriela solo le queda conformarse con lo que le dicen, al final de cuentas si algo queda mal, no será ella la que tenga que pasar la vergüenza.

—Listo Fabricio. —Le informa al asistente para que se vayan.

—Pero no me lo has mostrado.

—Era necesario hacerlo. Ya está elegido, solo espero que la novia no se moleste con la elección —Respondió un poco molesta sin saber la razón.

—De acuerdo, ahora démonos prisa que el jefe nos espera.

—Quiero comer, mejor dicho, queremos comer.

Y sin esperar respuesta se sube al auto, se abrocha el cinturón y espera que Fabricio haga lo mismo.

—Y que se les antoja comer.

—Comida.

Se ríen del mal chiste y con esta risa se rompe la tensión que se había formado tras salir de la tienda.

—Perfecto, entonces, en marcha.

Después de haber terminado de alimentarse, están de regreso justo a tiempo para la reunión con Alexander, este al verlos entrar una ligera molestia se presentó en su ser, había visto a su asistente pasar demasiado tiempo junto a Gabriela.

A ella la ha visto desde la distancia, es muy hermosa, no lo puede negar, pero algo ha ocurrido con ella y es que no ha sucedido como con las demás que se metían en su cabeza, las tenía en su cama y después simplemente las botaba. Con Gabriela se posó otro tipo de emoción y no logra reconocer que es, a ella no la ve como alguien que se la pueda llevar a la cama, no porque no sea deseable, al contrario, es simplemente que ella aparece en sus pensamientos de forma esporádica y solo eso basta para sacarle una sonrisa y mejorar su día. Después llega el arrepentimiento, porque es consiente que solo conseguirá hacerla sufrir más de lo que ya ha sufrido en la vida.




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