Alexander padre se encontraba ansioso por conocer a la mujer con la cual se casaría su hijo, así que como todo buen magnate y que nada se le escapa, mando a investigar los pasos de su hijo y sin mucha dificultada logro dar con la susodicha.
Claro está que a él también le urgía que su hijo se casara, no solo por las exigencias de los socios, sino porque quería ver a su hijo realizar el sueño que el no tuvo; una familia. Pero tampoco podía permitir que por los caprichos de su hijo se casara con cualquier mujer.
Hoy frente a él se encuentra la mujer que su hijo ha comprado, la ve de pies a cabeza y no le desagrada, por fin está de acuerdo en algo con su hijo y la elección que hizo no estuvo mal.
—siéntese señorita —Le indica después de haberla analizado mas de la cuenta.
—Muchas gracias.
—Verá, el motivo de esta reunión era solamente para conocer a la futura esposa de mi hijo ya que él no se ha dignado en presentármela.
—Es un honor para mí estar frente a usted, el hombre que será mi suegro.
—Dejando de lado eso, quiero que esta reunión quede en secreto, solo tú y yo sabemos que se llevó a cabo, ya sabes, mi hijo y su temperamento y no quiero causar más roces de las que ya tenemos.
—De eso no tiene que preocuparse. —Respondió sincera la mujer, ya que después de todo es muy poco la interacción que ha tenido con su futuro esposo, solo estuvo con aquel aquella noche en la que cerraron el trato y de ahí solo le han estado informando los avances de la boda, ella quisiera opinar en algunas cosas, pero no se lo permiten así que tiene que resignarse a ver todo desde lejos. Claro que su cuenta está siendo llenada para que se relaje y vaya de compras antes de que se efectué la boda.
Lo que más le llego a molestar es que ni siquiera tuvo el derecho de elegir su propio vestido de novia, Alexander fue quien lo eligió, le hablo para reclamar y lo único que obtuvo fue una contestación por parte del asistente. Todo se hace de acuerdo a lo que indica el jefe y nadie puede ir en contra de eso, no insistió más y solo se dedicó a disfrutar los beneficios que le trajeron ser la futura esposa de un Johnson.
Cuando recibió la llamada de su suegro claro que le sorprendió, asistió a la reunión con algo de miedo por saber que era lo que este hombre le quería decir, escuchándolo ahora se da cuenta que lo que este hombre busca es cerciorarse que su hijo haya hecho una buena elección. Y claro que la hizo, pensaba ella, porque se consideraba una mujer con unos atributos excepcionales, además de que el porte y la elegancia la tenía a pesar de haber nacido en un lugar tan deplorable. En fin, eso es algo de lo que no quiere acordarse.
—Bien, entonces, cuéntame de ti —La pregunta la saca de su reflexión y le dedica una sonrisa al viejo. Lo que no sospechaba es que este hombre lo sabía todo de ella, desde el cómo logro salir de la pobreza en la que vivía usando su cuerpo hasta el hecho de despreciar a sus padres diciendo frente a todos que ellos han muerto. Eso no le interesa a él, lo que le importa es que una buena imagen sea la que acompañe a su querido retoño.
—Solo soy una mujer común, señor, que lo único que busca es complacer a su hijo y verlo feliz —responde de forma que el hombre entendiera que lo único que busca aquí es estar bien con él.
—Así que por eso decidiste venderte a él.
—Decirlo así sueña muy feo. —Finge indignación.
—Pero es la verdad. —Contra eso no tuvo más que decir.
Por un largo rato, ellos charlaron de cosas sin mucho sentido, en donde el padre aprendió a conocer mejor a la mujer con la cual se casaría, y obviamente había cosas que no le gustaban, sin embargo, a simple vista esta mujer parecía muy maleable, entonces él se encargaría de hacerla una mujer perfecta para su hijo y que claro le ayude en ciertas situaciones.
La charla solo se prolongó hasta cerca de la noche, le pidió al chofer que se la llevara mientras él tomaba una copa pensando en que todo estaba saliendo como quería.
Los días que faltaban para la boda se fueron como agua y al fin el ansiado día había llegado, desde que el día comenzó fue un ir y venir por parte de Fabricio y Gabriela, por la mañana él paso a recogerla desde antes de que saliera el sol.
Todo iba marchando conforme al plan.
Alexander estaba ansioso porque las cosas se llevarán a cabo, más que nada para ver en los rostros de las personas.
Desde aquel primer día en que Gabriela piso la oficina él no ha dejado de admirarla, de verla y detallar sus facciones, de admirar el brillo que en su irada reflejaba. La tristeza con la que la había visto los primeros días se fue de a poco. La podía ver más contenta y sonreír por cualquier cosa. Claro que la sonrisa se la dedicaba a su asistente con quien al parecer ha tenido mucho acercamiento.
Eso acabara el día de la boda, porque después de eso las cosas cambiarían. Si, las cosas no las estaba haciendo como tendría que ser, pero todo tiene un por qué.
Los nervios lo invadían y no encontraba una respuesta a ese sentimiento, tal vez tenía miedo de que al final la novia se arrepintiera y no llegara a la ceremonia.
Desde muy temprano él se preparó para el grandioso día, uno que al principio lo obligaban, pero conforme pasaba el tiempo se daba cuenta de algo, pensaba disfrutar de este acontecimiento sin preocuparse por nada más. Con una esposa que ha elegido.