El padre de Alexander observaba desde su lugar como su hijo lo desafío, mira que casarse con una mujer sin chiste, lo hacía enojar cada vez que pensaba en las consecuencias que traería esto con los socios, que al final fueron los que pusieron estas condiciones.
Esperaba que ocurriera un milagro, mientras escuchaba hablar al juez decidió averiguar donde es que se encontraba la que le creía seria la esposa, le envió un mensaje a su guardaespaldas personal para que la buscara, no tardó en responder y le indico lo que habían hecho con ella.
Se debatía entre si decirle que la soltara y que armara un escándalo para que su hijo no se casara o dejar las cosas pasar, porque un escándalo no traería nada de beneficios y los medios solo confirmarían lo inmaduro que era sus hijos al hacer este tipo de actos, primero tuvo que callarlos para que nadie mencionara más de la cuenta la boda de su hijo y en donde la esposa fue comprada y si ahora trae a la mujer lo único que provocara es un escándalo mayor.
Así que contra todo ideal termino por resignarse y le indico al guardaespaldas que solo la mantuviera vigilada para que no hiciera ningún escándalo mayor. Ya después de que termine este circo él iría personalmente a hablar con la mujer y proponerle un trato, si su hijo era tan descarado para hacer este tipo de cosa, también podía hacer lo mismo el, jugar a su mismo juego y si es posible usando las mismas fichas.
La ceremonia continua con una novia sumamente nerviosa, se le puede ver en el rostro y Alexander se da cuenta de eso, su conciencia le dice que las cosas no las hizo de la manera correcta.
—No tienes que estar nerviosa, yo no soy como el lobo feroz, no te comeré.
Sus palabras lejos de tranquilizarla lo que hicieron fue solo ponerla más nerviosa, entendiendo que se metió a la boca del lobo por su propia voluntad.
Cuando el juez les pide que firme, ella por un momento duda, tal vez esto que está haciendo no es lo correcto, su mete le dice una y otra vez. Luego recuerda la razón por la que está haciendo esto y si no lo hace tendrá consecuencias graves, así que espanta los pensamientos que le dicen no y firma. El turno fue para Alexander quien sin temblarle la mano coloco su firma, uniéndose a ella como su esposo durante un año.
—Por el poder que me confiere el estado yo los declaro marido y mujer. Ahora usted puede besar a la novia. —Indica el juez y este ni corto ni perezoso se lanzó a probar por primera vez los labios de esta mujer que se encuentra a su lado.
Gabriela no pudo ni reaccionar cuando sintió como los labios del hombre que la compro se unían a los de ella. Solo había besado a un hombre en su vida y no se podía comparar en nada los besos que ese mal nacido le daba. Este beso le provoco algo en el estómago que no supo identificar, pero de algo estaba segura y era que a partir de aquí nada de lo que ella conocía como vida sería igual.
—Tranquila que no hace nada más que esto —le dijo en secreto poniendo los labios a su oído—, Por ahora—. termino de completar.
Después la tomo de la mano y camino junto a ella hasta el final el pasillo en donde los recibieron con una lluvia de pétalos de rosa.
Que irónico pensar que ella preparo su propia boda, no se le había escapado ningún detalle, ahora paso de ser la organizadora a ser la novia. Si se lo contara a alguien tal vez ni le creería.
No había expresado ninguna palabra al hombre que ahora era su esposo, llegaron hasta las mesas donde sería la recepción, no fue mucho ya que formaba parte del mismo hotel.
—Antes de sentarme necesito hablar con usted —Se dirigió a su ahora esposo.
—Nada de usted, ahora soy tu esposo y me tienes que hablar como tal.
—Podemos hablarlo en privado o quiere que le grite lo que pienso en medio de la gente —Alzo un poco la voz para que se diera cuenta que ella no se quedaría callada.
—Está bien —Sin decir más la tomo del brazo y camino con ella hasta una pequeña sala privada en donde nadie los escucharía. La gente los veía desaparecer tras la puerta y nadie era capaza de decir nada.
Ella solo caminaba a su lado sintiendo su agarre, siendo consciente de que si se dejaba seguir tocando por este hombre lo más probable es que cayera rendido ante sus encantos y eso era lo que menos deseaba; durante las dos semanas que trabajo en la oficina pudo conocer las impresiones de las personas con las que trabajaba, había algo claro y era que el jamás tenia algún tipo de relación con sus trabajadoras, por más que ellas babearan por él, este jamás les dedicaba alguna mirada, pero lo que era bien sabido era lo que significaban las mujeres para él, eran desechable. Por los pasillos se decía que esa fue una de las razones para que le dieran este ultimátum, o cambiaba o le quitaban la presidencia del corporativo Johnson.
Y ahora que reflexionaba, ella se volvió una empleada más, eso ¿en qué lugar la dejaba? porque a pesar de que ella había estipulado algunas reglas, no pudo detallar mucho más el acuerdo que firmó hace unas horas.
—Ahora sí, te escucho —Sus palabras la hacen volver de sus pensamientos, viéndolo fijamente mientras se sienta en el pequeño sofá.
—¿Puede explicarme que fue todo este show?
—¿A qué te refieres mujer?
—Eso, necesito explicación de por qué rayos yo soy la que se acabada de casar y no la mujer que se supone había escogido.