Antes de la salida del hospital Gabriela no había querido hablar con Alexander, para ella y en su mente dolida él tenía la culpa total de su perdida, no había poder humano que la hiciera cambiar de opinión, al verla Fabricio de esta manera no dijo nada más solo la acompaño en su duelo estando a su lado.
En los momentos en que ella se quedaba dormida, él aprovechaba para ir a darle los pormenores a Alexander quien en estos momentos se encontraba en la entrada donde había mandado poner una silla y no le importaba estar incomodo con tal de no alejarse.
Una semana había pasado desde aquella fatídica noche y avances respecto a la estabilidad emocional de Gabriela no había, al contrario, cada día se encontraba más renuente a aceptar su realidad, era entendible hasta cierto punto, ella estaba dolida y atravesaba por un momento sumamente difícil, pero la convicción de Alexander es ayudarla salir de ahí estando a su lado aun en contra de su voluntad.
—Señor Johnson, es momento de dar el alta a su esposa, sabemos que será difícil, pero es necesario que usted este presente para que se le pueda dar las indicaciones y cuidados que deberán tener. —Le hablo el medico quien ya se había acostumbrado a verlo sentado aquí afuera.
Entro junto al médico y lo primero que recibió fue una mirada fría de su esposa, la chispa con la que la había visto antes de irse a su viaje había desaparecido.
—Buenos días, señora Johnson ¿Cómo se encuentra?
—Excelente doctor si por mi fuera me quedaría a vivir aquí toda la vida —Exclamo y sus palabras estaban llenas de sarcasmo.
El doctor había pasado por situaciones como esta infinidad de veces y lo mejor que pudo hacer es solo ignorar las palabras ya que era su dolor y frustración los que hablaban. En completo silencio la examino.
—Todo se encuentra bien, por lo tanto, la daré de alta hoy mismo, solo debe tener algunos cuidados, el reposo lo recomiendo por una semana más, no hacer actividades pesadas. Después de ese tiempo y tras otra revisión podré darla de alta definitivamente.
—Gracias por todo doctor —Agradeció Alexander.
—Junto con la hoja de alta le dejaré la receta de los medicamentos que necesitará seguir tomando para una óptima recuperación, sin más que decir me retiro y nos veremos en una semana.
Diciendo esto y después de dejarles la hoja de alta y receta, salió por la puerta dejando a la pareja solos, es después de muchos días que sus miradas se volvían a encontrar, ninguno decía nada y pareciera que ambos esperan que el otro rompa el silencio.
—Al fin podremos volver a casa. —Aquellas palabras la dejaron pensando, si por ella fuera lo que menos desearía es volver ahí, pero recordaba las palabras de Fabricio durante estos días que la estuvo acompañando, ella podía lograr muchas cosas siendo la esposa de Alexander Johnson, aun cuando su motivo ya no estaba.
No respondió y se levantó de la cama haciendo una mueca de dolor ya que lo hizo demasiado a prisa, al ver esto Alexander se acercó hasta ella sosteniéndola.
—Permíteme ayudarte —Sus palabras sonaron a suplica.
—No necesito más de tu ayuda, cuando la necesite no estuviste —Enseguida que dijo estas palabras y vio la cara de Alexander entendió algo, la que hablara era su dolor. Durante esta semana no le permitió la entrada a su habitación, pero sabía por Fabricio que él se encontraba fuera esperando siempre por noticias, en algún punto entendió que él tampoco necesitaba estas palabras.
—Antes de que sigas, necesitamos hablar y lo haremos aun cuando tu no quieras, por lo menos me escucharas.
—¿y quién te dijo que quería escucharte? —Nuevamente hablo en tono borde y era el rencor que se guardaba en su corazón y que se negaba a salir el que expresaba las palabras hirientes
Sin hacer mucho caso a lo que decía, Alexander la guía hasta el baño y aun en contra de su voluntad la ayudo a desvestirse. Lo hizo con calma, sin segundad intención, realmente quería hacer esto para cuidarla y protegerla.
Cuando la tuvo totalmente desnuda, se limitó a limpiarla con esmero, paso sus manos por su piel mientras la bañaba, al principio Gabriela trato de detenerlo, no quería que la viera de esta manera, sin embargo, por un momento dejo de lado su careta y se permitió relajarse, su cuerpo se lo exigía a gritos, Alexander disfrutaba haciendo esto, había soñado en algún momentos estar así con su esposa, compartiendo un momento de intimidad, por desgracia las cosas no se dieron como él las hubiera deseado.
—Aquella noche venia cansado del viaje, pero no me importaba, por primera vez estaba emocionado de regresar a casa porque sabía que estabas en ella —Comenzó a decir mientras seguía en su labor de asearla y al ver que Gabriela no la interrumpía, continuó —. Cuando llegue, la única mujer que se encontraba en ese momento me tendió una trampa.
Gabriela volteo a verla como si no le creyera
—Me creas o no las cosas fueron así, cometí el error de tomar un vaso de agua que me ofreció, algo tenia y lo comprobé cuando mandé a que me hicieran estudios de sangre esa misma noche, me nubló la mente y no sabía bien lo que hacía, sin embargo, tú estabas en mi cabeza y fue por ti que reacciones y pude huir de esa mujer, por eso no llegue a tiempo para ayudarte y no sabes cuánto me arrepiento. No me cansaría de pedirte perdón por no haber estado contigo.