Se compra esposa

Una mujer invencible

Despertó después de haber dormido algunas horas, no quería permanecer más tiempo dormida y decidió levantarse, aun contra lo que dijo el doctor.

Llegó hasta la cocina y se encontró con la cocinera a quien le pido algo de comer para ella y Alexander, después de todo lo que había hecho por ella era lo justo.

Regresó hasta la habitación y abrió las cortinas, aun había suficiente sol como para hacer algunas cosas que tenía en mente. Comió en silencio viendo como su esposo seguía profundamente dormido.

Ahora con la cabeza más fría y ya sin muchas emociones arremolinadas en ella recordó con mayor lucidez lo que ocurrió esa noche, a pesar de que Alexander no le confirmo lo que ya sospechaba ella estaba segura de que aquella chica que estuvo con ella aquel día y la misma con la que encontró a su esposo en una situación comprometedora, tuvo que ver con la pérdida de su bebé.

Pensando en eso una idea se cruzó en su mente, mientras dormía se prometió dejar de lado a la mujer que huyo con sueños y también miedos, ahora tomaría lo que la vida le estaba ofreciendo y no permitiría que nadie más pasara sobre ella.

Se convertiría en una mujer cruel con quien tenga que serlo sin dejar de amar a quien le profese amor. Las palabras del padre de Alexander no las creyó, el también es uno de aquellos que siempre la vio menos, a él también le demostraría que podía ser mejor.

Y a su esposo, a él no tendría que mostrarle nada, si quería algo con ella seria bajo su propio riesgo, ella no se opondría.

A partir de ahora sería una mujer más fuerte, esa era su convicción.

—Alexander, despierta —Lo removió un poco mientras le decía estas palabras, cuando ella había terminado de comer.

El de a poco fue abriendo los ojos, el delicioso olor de la comida que preparaba su cocinera lo hizo levantarse de la cama y disfrutar de esto que no había podido disfrutar por días.

—Tu también tienes que comer.

—Ya lo hice —Le mostro el plato.

—Me hubieras despertado antes y comíamos juntos.

—Te vi tan cansado y decidí dejarte dormir otro rato, por cierto, gracias, sé que fue por mi culpa el que estés de esa forma, cansado y ojeroso porque no has dormido de forma decente, ahora no quiero que te preocupes más por mí, a partir de aquí puedo manejármelas sola.

—¿Por qué dieces eso?

—Simplemente no quiero dar más molestias, y no digas nada porque eso es lo que fui estos días, permíteme ser lo que tú quieres como esposa y dejemos de lado los remordimientos.

—De acuerdo —Hablaba mientras seguía comiendo.

—Lo único que quiero saber ahora es que hicieron con mi bebé.

Carraspeo un poco para hablar de eso, aun dolía, pero tenía que mostrar fortaleza.

—Fue puesto en el mausoleo de la familia, puedo llevarte cuando gustes, claro después de que te recuperes del todo y el doctor dé el visto bueno de que puedas salir.

—Por ahora no deseo hacerlo, lo tengo presente en mi corazón y ahí lo dejare por siempre, tal vez iré a verlo antes de que me vaya de aquí.

Sus palabras no las entendió el todo, no sabía a qué se refería, es lo que el cansancio estaba provocando en él, que no se concentrara y no podía pensar muy bien, dejo de lado sus palabras y siguió comiendo. Cuando termino se dio un baño y camino hasta su despacho a arreglar asuntos de su empresa que había dejado pendiente por unos días y antes de salir hablo con ella.

—El doctor indico que necesitabas reposo, lo harás para que te recuperes del todo, después decidirás lo que harás con tu vida, por ahora obedece y quédate aquí, serán solo uso días. —Hablo con seguridad, como cuando daba órdenes a sus empleados y estos no dudaban en acatar la orden.

Diciendo esto salió y Gabriela se quedó sola en aquella habitación, pensando en lo que haría de aquí en adelante. Pensó por un buen rato hasta que decidió hablarle a su mejor amigo.

—Fabricio, necesito de tu ayuda.

Le conto lo que tenía en mente y a este no le quedo más que seguirle la corriente porque de lo contrario esta sería capaz de buscar lo que no le daba en alguien más.

******

Los días fueron pasando demasiado a prisa, Alexander se ocupó de sus empresa y desde temprano desaparecía regresando ya muy noche, siempre al pendiente de sus esposa ya sea por llamadas o si aún la encontraba despierta cenaba con ella y trataba de entablar conversación sobre cualquier tema, algo había cambiado desde aquel día, le hablaba y todo, seguía la conversación y sonreía, pero sabía que algo no estaba bien así que una noche hablo con ella sobre la posibilidad de tomar terapia con algún especialista para su duelo.

Ella acepto y eso fue lo que más le sorprendió que ella dijera si de inmediato.

Después de que paso la semana de reposo el medico al fin le dio el visto bueno para poder levantarse y hacer su actividad “normal” fue a partir de aquí que le perdió un poco el rastro a ella, ya que por lo que le informaban los del servicio es que ella salía desde temprano y regresaba antes de que el volviera, todo eso le causaba molestia porque no estaba confiando en él. La dejo ser y se prometió que hablaría con ella sobre esto.




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