Se compra esposa

Una noche de sospresas

Por meses Alexander llevaba planeando como desprenderse de su padre y llego a la conclusión de que la única forma de hacerlo es renunciando a la empresa, esa era su forma final de decirle que nada le importa más que vivir su vida a su manera.

Con ese pensamiento comenzó a ahorrar lo más posible, invertir su dinero lejos del radar de su padre y comenzar a asociarse con personas que le permitieran un crecimiento lejos de la empresa Johnson, su motivación principal era su esposa, verla feliz todos los días y brindarle aquello que le falto siempre.

En el camino se encontró con personas en busca de inversión en bienes raíces y constructora, las cosas estaban funcionando muy bien y esperaba el momento indicado para decirle a su padre que se largaba de su lado, que dejaría el nido que él le construyo para que no volara.

—Alex, ¿puedes ayudarme con el vestido? —escucho a su esposa decirle, se estaba terminando de arreglar por que irían a un evento al cual no podían faltar, ya que era común que los fines de semana se la pasaran fuera de su casa.

Gabriela llego hasta él mostrándole el cierre con el que estaba batallando, este se acercó hasta ella y le retiro el cabello a un lado, le dio un beso en su cuello antes de comenzar a subir el vestido.

—Me encantas —Nunca perdía oportunidad para decirle este tipo de cumplidos, para él ella se volvió una pieza clave en su vida, como una pieza de arte de mucho valor, él la cuida y la protege siempre, es su más grande joya, su dinero, empresas, carros han quedado relegadas porque su adquisición de mayor valor es ella. Esta mujer que vale cada centavo que pago por ella.

Se escucha muy feo, pero fue real aquel contrato, mismo que piensa romper al finalizar el año, pero para hacer efectivo el amor que siente por ella, haría algo así como un intercambio y está seguro que el la aceptara.

—Listo, has quedado hermosa —comento cuando termino de acomodar el vestido y regreso a su lugar su sedoso cabello.

Emprendieron el camino rumbo a aquel evento, Gabriela siempre colgado del brazo de su esposo y él más que feliz de hacerlo; se posicionaron en la parte trasera del coche mientras el chofer se encargaba de llevarlo, este los veía por el espejo y no podía negar que se veían enamorado, se alegraba mucho de ver a su jefe de esta manera, amando a alguien y al fin no ha visto a su padre tan seguido como antes porque al final de cualquier visita la cara de su jefe cambiaba, ahora se ha acostumbrado a verlo sonriendo casi siempre.

Llegaron hasta el evento y entraron como siempre siendo la pareja que más elogiaban, la que más envidiaban. Y como siempre ellos saludaron a todos, todo era sonrisas y abrazos hasta llegaron a una pareja que hace mucho Alexander no veía, específicamente a ella, Emma; su mejor amiga de la infancia y con la cual siempre se llevó bien, después simplemente se alejó de su radar y lo último que supo de ella fue que se casó, boda a la cual no fue invitado y nunca entendió la razón de su distanciamiento.

—Emma, que alegría verte —La mujer al escuchar esa voz volteo inmediatamente a verlos, hacía mucho que no se veían y Alexander seguía igual de galán que siempre, le dedico una sonrisa que solo duró unos segundo e inmediatamente la cambio por una cara más seria.

—Yo no diría lo mismo.

Esas palabras dejaron pensando a Alexander, definitivamente algo había pasado y necesitaba averiguar qué fue lo que hizo para que su amiga se alejara de él y ahora le estuviera hablando de esta forma, viéndolo de manera seria.

—Creo que aquí paso algo de lo que me perdí y me gustaría platicarlo.

Gabriela estaba a su lado y veía como su esposo miraba a la mujer que tenían en frente, hasta ahora no los habían presentado, pero algo en la mujer se le hacia conocido y por más que tratara de recordar de donde es que lo hacía no llegaba nada a su cabeza.

—Creo que no será necesario Alex, es mejor dejar las cosas como están, yo me case y soy feliz ahora.

Y Alexander siguió sin comprender, en sus palabras estaba oculto algo y esta situación no le estaba gustando.

—Yo también me casé —Decidió seguir el rumbo de la conversación—, te presento a mi esposa Gabriela.

Emma ya la había visto y no pida negar que se trataba de una mujer hermosa.

—Sí, me entere por las noticias que habías comprado a tu hermosa acompañante. —En sus palabras se podía sentir veneno.

La pareja se sintió incomoda con esta declaración.

—En realidad fue un show, ya sabes, hacer molestar al viejo, pero en realidad yo ya amaba a mi esposa —Para confirmarlo, este le dio un casto beso en los labios para que quien los viera no dudara más del amor que se tenían, quería que todo el mundo lo supiera y se olvidaran de la manera en que ella llego a su vida.

Gabriela le seguía el juego correspondiendo a su beso, ya se había acostumbrado a este tipo de comentarios que no faltaban cada vez que alguien con una mala intención le recordaban la naturaleza de su matrimonio.

—Si tú lo dices te creeré. Por cierto, yo también quiero presentarte a mi marido. —menciono al sentir que sobrara ahí.

La mujer buscaba a su esposo con la mirada ya que hacia un segundo este estaba a su lado, se quedó demasiado embelesada viendo a Alexander que por un momento se olvidó de con quien vino. Lo encontró no tan lejos hablando con alguien, no fue necesario que ella fuera hasta él, porque este camino hasta ella al ver su mirada que la invitaba a cercarse.




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