Gabriela suspiro fuerte, mientras abría la regadera y se metía en ella dejando correr sus lágrimas mientras se camuflaban con el agua. Lloraba no por haberlo visto, lloraba porque si él no se hubiera ido posiblemente su hijo estuviera con ella, que, si él se hubiera hecho responsable, seguiría viendo a sus padres y hermanos, no tendría que estar aquí en un país que no era el suyo.
—¿Sabes que jamás volverás a estar sola? —Escuchó la voz de su marido, ese mismo hombre que corrió hasta ella al darse cuenta que no podría esperar hasta mañana para tener respuestas, era su esposa, la mujer a la que amaba y tenía que cumplir la promesa de ser su confort, estar para ella cuando lo necesitara.
Gabriela no pudo responder en ese momento, se permitió llorar en los brazos del hombre que decía amarla, se permitió tirar la careta de mujer de sociedad para volver a ser solo Gabriela, aquella chiquilla que siempre deseo amor.
—Perdóname —decía entre el llanto.
—¿Perdonarte? A ti no tengo nada que perdonarte, a ti es a la que deben pedirte perdón y de rodillas, tú nunca debes arrodillarte ante nadie nunca más, no permitas que personas vengan hasta ti y descontrolen lo que tú eres, que perturben tu paz mi amor.
Sus palabras le llegaron al alma y lloro por unos momentos más, después tomo una respiración profunda y le agradeció a su esposo con un beso que se terminó convirtiendo en una entrega de amor, comprobando ahora con acciones lo que su marido dijo en palabras.
Cuando sus cuerpos fueron saciados, regresaron a la habitación, ahora ella se sentía en paz, feliz de acurrucarse en los brazos de su marido, disfruto del silencio que reinaba en la habitación, misma que sabía no duraría ya que estaba seguro que su marido comenzaría con el interrogatorio.
Sus respiraciones profundad se habían vuelto recurrente, fue lo que su terapeuta le recomendó y ahora estaba llevando a cabo de nuevo esa técnica.
—Ese hombre era el padre de mi angelito —Comenzó a hablar mientras detallaba con sus dedos el pecho de su esposo —Yo vivía con mis padres en un lugar que no imaginarias, te lo resumiré en que teníamos solo necesario para vivir el día a día, a las mujeres se les veía solo como incubadoras de hijos y sirvientas de los hombres, mis padres tenían planes para mí, pero yo no quería eso, me enamore y una mujer enamorada comete muchas tonterías, sin saber bien lo que hacía me entregue a él creyendo en sus palabras y promesas que después entendí eran vacías. Cuando le confesé mi embarazo él dijo que buscaría un mejor futuro para nosotros, que tenía que salir del pueblo, pero que volvería por mí y mi hijo, poco tiempo después supe por los rumores que él se había casado y lo comprobé al ver su foto; me derrumbe más cuando mis padres descubrieron mi embarco y me estaban obligando a eliminarlo, me negué y hui, hui sin saber el futuro que me deparaba, hui sin saber si lo que encontraría sería mejor. Después de todo lo que pase me jure que nunca lo perdonaría, le guarde rencor y es difícil que pueda cambiar eso, sobre todo porque si él hubiera asumido su parte posiblemente mi bebe estaría conmigo.
—¿Sabes? Siempre escuche aquello que decía que todo pasa por algo y siempre me reí, jamás creí en aquello que llaman destino, hasta que llegaste tú, porque ahora entiendo que si ese hombre se hubiera hecho cargo jamás te hubiera conocido y no estaría feliz a tu lado. Si ese hombre hubiera estado a tu lado jamás hubieras llegado a mí en busca de ayuda.
Y de pronto un recuerdo se formó en su cabeza, la naturaleza de su relación no fue la mejor, ahora que ha conocido otro mundo se da cuenta que nada de lo que vivió con él fue amor, nada de lo que tenía a su lado era lo que en estos momentos desea para su vida y está de acuerdo con Alexander, el destino la puso aquí, y tiene razón al decir que si las cosas no hubieran ocurrido de esa manera no estaría aquí durmiendo abrazada a él, y se preguntaba ¿bajo qué condiciones estaría viviendo al lado de Diego? Si su hijo hubiera nacido en ese escenario ¿Qué es lo que ese hombre podría ofrecerles? Nada, y ahí estaba su respuesta. Agradeció con el corazón y en silencio aquin fuera que moviera los hilos para ella estar aquí y ahora, pudiendo hacer algo para mejorar su futuro y el de alguien más.
—Desde que te vi lo planeé todo, tu serias mi esposa a como dé lugar y mi padre no podía evitar eso. y pude engañarlo —Confesó sacándola de su estado de reflexión.
—Pensé que me elegiste porque era la más fea y tu padre se decepcionaría.
—¿Fea? Jamás, eres la mujer más hermosa que mis ojos hayan visto, incluso en aquel momento, te vi y supe que no eras como cualquiera que hubiera llegado al llamado por frivolidad, tu buscabas dinero y no para ti, lo buscabas porque querías un mejor futuro para aquel angelito que nos cuida desde el cielo.
Un suspiro se le escapó de los labios a Gabriela recordando aquella perdida, pero ahora conforme con saber que su criatura estaba en un lugar mejor, en el cielo cuidando de ella.
—Gracias por amarme. —Fue lo último que se escuchó en aquella habitación antes de que los dos se quedaran dormidos.
***
Una semana nueva estaba comenzando y no es cualquier semana, es aquella en la que se cumplía el año en que habían firmado su contrato de matrimonio, esta semana daría fin a aquello que comenzaron, esta semana seria crucial ya que Gabriela tendría que tomar ciertas decisiones, tendría que pensar seriamente en que hacer después de terminado su contrato, tendría que hablarlo con él y tomar la decisión correcta.