Se compra esposa

Tomando decisiones

Al final Gabriela había optado por no decir nada, así sus siguientes movimientos dolerían menos.

Toco con suavidad hasta que este le dio el pase pensando que era su asistente, con quien tenía asuntos que arreglar antes de marcharse definitivamente de este lugar.

—Fabricio, necesito que tengas en orden todo lo que te pedí, solicitaré la reunión para el lunes siguiente en donde presentare mi… —No le dio tiempo de terminar su oración ya que levanto la cabeza y se encontró con el rostro de su bella esposa.

Instintivamente, se levantó y llegó hasta ella, le dio un beso y la invitó a sentarse, no sabía la razón, pero se encontraba algo nervios. Justo al separarse de ella se dio cuenta del pequeño moretón que tenía en la mejilla, recorva haberla visto por la mañana cuando estaba profundamente dormida y no tenía nada de eso.

—¿Qué te paso? —Pregunto molesto, no se imaginaba quien fue capaz de golpear a su esposa, pero se prometió que quien sea que fuera, lo pagaría caro.

—No fue nada Alexander, solo una pequeña discusión sin importancia que termino en eso.

—¿Qué? ¿Con quién peleaste que terminó en esto? Y no me digas que fue sin importancia, porque no lo es cuando traes la mejilla roja.

—Te lo diré, pero no quiero que me prometas que no hagas nada, déjalo así que yo ya lo puse en su lugar y le dejé las cosas claras.

—¡Dime ahora ¿Quién fue?! —habló más enojado.

—No lo diré hasta que te calmes y prometas lo que te he pedido.

—Está bien no haré nada contra esa persona indeseable que se atrevió a ponerle la mano encima a mi esposa —Fingió complacerla, pero por nada del mundo se quedaría con las manos cruzadas después de enterarse que su esposa fue golpeada.

—Fue Diego, me lo encontré en la entrada, me reclamo algunas cosas yo solo me reí de él, fue algo que no soportó; después sentí el golpe, no creas que las cosas quedaron ahí, yo le devolví el golpe y le exigí que se alejara de mí. —habló de forma corrida, como si temiera que algo de lo que dijera estuviera mal.

Alexander escucho su relato cada vez más enojado, molesto por que ese hombre se atreviera a seguirle haciendo daño en el presente, contra su voluntad le haría una visita y si fuera necesario hablaría también con su esposa Emma, esto no podía quedarse así.

—Me alegro que le hayas dado su merecido, sin embargo, esto no se puede quedar así.

—Lo prometiste y no quiero más peleas, esta es nuestra última semana que estaremos casados y debemos hacer que sea perfecta. —Sus palabras seguían teniendo doble sentido—. El domingo nos sentaremos a hablar de lo que ocurrirá después, ahora no pensemos en nada y solo disfrutemos, no digas nada.

Colocó un dedo sobre los labios de su esposo para que este no expresara su pensar, Alexander así lo hizo y decidió que por ahora era lo mejor. Tomo en sus manos el sobre que le ofrecía su esposa y se sorprendió al darse cuenta que es una invitación al mismo lugar en donde pasaron la luna de miel.

—Claro que acepto.

—Entonces vamos que nuestro vuelo sale en dos horas.

—¿Cómo? Y las maletas.

—Ya me encargué yo, tu no pienses nada y disfruta, dejemos que el mundo arda sin nosotros, este fin de semana solo seremos do personas sin problemas, sin conflictos, sin pasado, solo disfrutando por favor.

Alexander no dudo en decirle que si a su esposa, por ella y por verla feliz haría cualquier cosa.

—Está bien, solo déjame ir donde Fabricio y darle algunas indicaciones, después no iremos con mucha más tranquilidad.

Mientras Gabriela se quedaba sentada en la oficina Alexander camino hasta donde ese encontraba su asistente y le indico todo lo que tenía que hacer en su ausencia, todo tenía que quedar perfecto antes de su partida.

—Así que ya sabes, cualquier cosa, a menos que sea de vida o muerte, la resuelves tú, te quedas a cargo y me importa poco si alguien se molesta.

A Fabricio una sonrisa se le formo en el rostro, se alegraba de ver feliz a su jefe y que esto sea significado de que está feliz con su querida Gabriela.

Una hora después estaban abordando el avión en un vuelo comercial, ahora ya no había miedo en el rostro de ella, después de aquel primer viaje, durante este año tuvieron que hacer algunos otros fuera del país, pero siempre de mano de su esposo quien estaba ahí en caso de que entrara en alguna de sus crisis de pánico por los vuelos, por fortuna nada de eso paso y se acurrucaron uno al otro hasta quedarse dormidos.

Los días cuando se disfrutan suelen pasar demasiado a prisa, las mini vacaciones eran por cuatro días y durante este tiempo se han dedicado a disfrutar el uno del otro, hicieron el amor como si el alma se les fuera en ello, visitaron aquellos lugares que no pudieron en su primer viaje, comieron comida callejera, disfrutaron del sol y de la playa, bebieron hasta quedar borrachos y en su inconciencia cada uno se profeso el amor que se tenían, durmieron abrazados, se levantaron tarde de la cama, vieron alguna película tonta en la televisión, cenaron en el restaurante más lujos que había, desayunaron en la cama, caminaron disfrutando el atardecer, vieron las estrellas acostados sobre una manta en la arena y abrazados para quitarse el frio. Hicieron muchas cosas imborrables en su memoria, si algún día el destino los separara seguramente estos días son lo que se quedarían guardados por siempre.




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