Habían pasado algunos meses desde que aquel contrato había terminado, desde que aquellos dos corazones que se amaban tuvieron que decirse adiós.
Cada uno luchaba por su lado día a día por ser mejor, ambos caminaban con paso firme para logra un nuevo comienzo, Gabriela aún se encontraba en aquel pueblo que lo vio crecer, fue difícil lidiar con algunos problemas, especialmente aquellos propiciados por los mismos pobladores inconformes con su proceder. Tardó algún tiempo en que entendieran que las cosas que ella hacia no era para afectar si no para ayudar, no tenían que cambiar las costumbres que tenían, era aprender a convivir en armonía y como familia, entre el trabajo que se ofrecía, los talleres para adultos y para aquellos jóvenes que querían seguir estudiando un programa de becas, al final aquellos terminaron entendiendo que se trabajaba por un bien común.
Trataba siempre de darse ánimos y mostrarse fuerte ante los demás, recordaba todos los días al hombre que amaba, pero lejos de ponerse a llorar este era su aliciente para continuar, si las cosas las seguía haciendo bien pronto podría hacer frente al hombre que tanto les hizo daño. Otra cosa que causaba tristeza es el hecho de enterarse que su familia no existía más, cuando su padre le relato el cómo ocurrieron los hechos en su corazón lloro por ellos y por no haber podido despedirse como se debió; su padre le relató los hechos, aquel día él había ido al pueblo y se embriago como era costumbre hasta perder la conciencia por días, cuando volvió solo encontró las cenizas de lo que alguna vez fue su casa y su familia, según relatan los vecinos fue in incendio forestal que llego hasta ellos, se cree que el humo les impido salir y después el fuego termino por consumir todo lo que estaba a su paso, incluyéndolos; no hubo cuerpos que rescatar y lo único que pudo hacer fue hacer un memorial en su casa que volvió a edificar; de eso ya habían pasado casi un año . Era triste darse cuenta que la vida puede terminarse en un instante, al marcharse de aquí jamás pensó que sería la última vez que los vería, cuando salió por aquella puerta con lágrimas en los ojos por su mente nunca paso que ellos tuvieran un final tan trágico, sur hermanos, aquellos hombres indomables que crecían bajo el rigor del hombre que los engendro, su madre una mujer de carácter, pero que al final se dejaba manipular por el hombre que ahora estaba junto a ella.
Don Gabriel rivera, así lo conocen en el pueblo, ahora luchaba al lado de su hija para ofrecer un mejor futuro a sus pobladores, aunque no se lo dijera con palabras él estaba orgulloso de lo que su hija estaba logrando, su corazón brincaba de alegría cada vez que escuchaba como la alagaban los demás. Junto a su hija construyeron un hogar en donde convivían ambos.
También se encontraba a su lado Fabricio, su entrañable amigo el cual estaba aprendiendo nuevas costumbres, conociendo nuevos paisajes y enamorándose de la maravillosa vida que estaba teniendo en este lugar. Junto a Gabriela seguían de cerca los pasos de Alexander padre, con los contactos que logro tener se habían enterado que había vuelto a hacerse cargo de la compañía, misma que estaba llevando a la quiebra, sus malas decisiones y con un poco de ayuda estaba acercándose al precipicio y solo esperaba el momento adecuado para actuar y que este terminara de caer.
En su corazón solo había dos cosas, amor y odio en partes iguales.
Faltaba poco para volver, estaba feliz de lograr antes de tiempo lo que se había propuesto, su presencia aquí ya no era del todo necesaria, se podía seguir haciendo cargo desde donde estuviera.
Mientras Alex estaba que no cabía de la felicidad, la empresa estaba dando sus frutos, solo era cuestión de constancia y trabajando día y noche sin mucho descanso para lograr lo propuesto, de esta manera no tenía suficiente tiempo para pensar en ella en el día no así cuando llegaba a su nueva casa y en la soledad de esta recordaba su rostro, su aroma, sus gestos, era su motivo para continuar, tenía su foto pegada en la pared donde cada día que llegaba la saludaba como si estuviera ahí, le contaba su día a día y se sentaba a comer en su presencia, suspiraba y le daba las buenas noches pensando en que el siguiente día sería mejor y sería un día menos sin ella.
Hoy venia más cansado de lo normal y no pudo evitar sentir pena al leer las noticias sobre el corporativo Johnson, al parecer todo se estaba yendo a la basura, tantos años de trabajo para que en unos meses su padre lo estuviera botando por un abismo, pero se prometió que no intervendría, él se buscó lo que estaba ocurriendo y aunque en sus manos estuviera la posibilidad de hacer algo no lo haría, incuso uno de los socios lo había contactado para que fuera al rescate, pero él fue muy claro, no quería seguir teniendo lazos con su padre.
A Emma no la había visto más, volvió a desaparecer de su radar antes de que pudiera ir a reclamar algo, huyeron como unos cobardes.
Volviendo a aquel pueblo, Gabriela estaba feliz, hablaba con su principal contacto dentro de la empresa.
—Como te digo, el señor está rematando las acciones porque no sabe como lidiar con todo esto, ha llamado a reunión esta mañana informando su decisión, algunos de los socios están interesados en adquirirlos, pero también son varios los que no quieren saber más de la empresa porque solo les está causando problemas así que se están ofertando demasiadas acciones, más del cincuenta por ciento.
—Tengo que hacer una llamada, porque esto no puedo hacerlo sola, por mientras necesito que negocies todo porque nosotros seremos los que compren esas acciones.