La alegría que desbordaba la nueva familia Johnson nadie la podría apagar, ni siquiera el hecho de saber que aun había personas ala afuera que buscaban separarlos, que no era de su agrado el que ellos estuvieran juntos.
—¿Cuál es el nombre que le pondremos? —pregunto entusiasmado viéndolas embelesado mientras su hija terminaba de comer.
—¿Te gusta Ángela? —respondió esperando que su esposo lo aprobara—. Es un nombre hermoso, además de que tiene mucho significado, ¿recuerdas a la primera persona que me ayudo? aquella que me brindo la mano cuando todos me hacían el feo, ella fue mi primer ángel y como lo he dicho siempre he estado rodeada de ángeles y esta hermosa creación del cielo es uno más de aquellos que Dios me mando para que me cuidaran y no me diera por vencida.
—Me encanta y sobretodo el significado que tiene ese nombre. Gracias nuevamente por darme mi hermoso regalo; Ángela —pronuncio su nombre con demasiada ternura mientras acariciaba su rostro angelical y sus mejillas sonrosadas porque acaba de terminar de comer. Por un momento la niña abrió los ojos, solo fue un segundo en donde vio a sus padres que la miraban embelesados.
Alexander la tomo entre sus brazos con mucho miedo y siguiendo las indicaciones de la enfermera procedió a sacarle el gas después de haber comido. Tenerla entre sus brazos fue un momento mágico, se daba cuenta que aquella personita lo necesitaba bien y fuerte para cuidarla y protegerla de todo aquel que quisiera hacerle daño.
—Te amo mi hermoso bebé, ¿Tú me amaras siempre hija? —Decir la palabra “hija” fue mágico, jamás imagino que se sentiría así convertirse en padre. Desde antes de que lo obligaran a casarse él tenía la convicción de que no quería convertirse en padre, tenía miedo de que llegara a convertirse como en aquel mounstro que era su padre. Este nuevo estatus llegó de sorpresa y ahora su convicción es no ser lo que Alexander Johnson fue.
Cuando escuchó aquel ruido que indicaba que el gas había salido de su cuerpo, la volvió a colocar en su pecho acunándola para que volviera a dormir, pareciera que esto es innato, el instinto le decía que hacer y cómo hacerlo. Justo cuando estaba durmiendo tocaron a la puerta y al darle el pase enseguida vio a su madre y su asistente.
Este último se acercó hasta Gabriela, preguntándole ¿Cómo estaba? Y después felicitándola por haberse convertido en madre. Mientras madre e hijo se volvían a ver, no había palabra que definieran aquel momento, después de 15 años ambos rostros se volvían a encontrar. Alexander jamás imagino un momento como este porque siempre se creyó huérfano y en su cabeza había muchas preguntas de las cuales necesitaba respuestas.
—Hijo, muchas felicidades. —pronunciar nuevamente estas palabras resultaban emocionantes, hacia algunos años que había despertado, pero no pudo volver pronto con él, era consciente de que para hacerlo necesitaba derrotar al hombre, si es que se le podía llamar así, que había tenido como esposo.
—Muchas gracias… —Guardó silencio por unos instantes y después continuo mientras mecía suavemente a su hija que aun estaba entre sus brazos—. Hay muchas preguntas en mi cabeza, no se siquiera que decir en este momento.
—Tendremos tiempo para hablar, solo te pido que me escuches.
—Hazlo mi amor —le hablo su esposa—, ve con ella y por mí no te preocupes que Fabricio se quedara a cuidarme mientras tú dialogas con tu mamá y dejas de darle tantas vueltas a tus pensamientos.
—Te agradezco esto Gabriela…
—No, no pienso separarme de ti, podemos hablar aquí si gustas, pero después de todo lo que han hecho por separarnos, créeme que ella se ha vuelto mi prioridad, además de que todo lo que me cuentes se lo contaré a ella, a partir de aquí no habrá secretos entre nosotros.
Podría sonar muy inmaduro de su parte no querer ir a hablar en un lugar más privado, incluso podría ser algo impertinente porque posiblemente su esposa desee descansar, pero la forma en que expresó su sentir hizo bien a Gabriela, las palabras “son mi prioridad” retumbaban en su cabeza.
—Por mí no hay problema, tanto si deciden hablar aquí en la habitación como si deciden ir por un café, todo mientras te sientas cómodo, amor. —Sus palabras le daban fortaleza, la forma cariñosa en que se refería a él no dejaba dudas de que era la mujer que ambas y que por nada del mundo permitirá que la vuelva a alejar de ella, pero por ahora tomaría su propuesta.
—Bien, volveré enseguida —Reflexiono un poco y decidido que era lo mejor.
Puso a su bebé en la cuna con sumo cuidado y camino hacia la salida detrás de la mujer que le dio la vida y a quien por mucho tiempo creyó muerta. Al llegar a la cafetería se dio cuenta del hambre que tenía, así que pido un emparedado y un café, mientras su acompañante solo tomaba agua.
—Quiero saber ¿Qué pasó? Cuéntame todo que no te interrumpiré.
—Gracias por escucharme, y perdón si es que en algún momento suelto una lagrima, pero esto aún resulta un poco difícil para mi… —guarda silencio por unos instantes—. Cuando conocí a tu padre creí que era el hombre perfecto, durante los primeros años fue así, me cuidaba y mimaba como a su más grande tesoro, cuando llegaste tú se alegró muchísimo, puedo decir que fuimos felices por algún tiempo.
A la mente de Alexander llegó aquellos momentos que su madre evoca, recuerda a un padre amoroso y que le dedicaba tiempo, ya en el presente, a veces, pensaba que aquellos recuerdos solo eran sueños, pero al parecer y por lo que le dice su madre fueron realidad.