Se compra esposa

Una esposa para siempre

Las cosas habían tomado un buen rumbo, aquellas personas que querían que la pareja dejara de ser feliz habían desaparecido del mapa, de alguna manera el destino les había recompensado las penurias por las que habían pasado y ahora los ha dejado ser felices. El corporativo Johnson volvió a sus manos y pese a las insistencias de Alexander, no se cambió el nombre y permaneció igual. Su nueva empresa de bienes raíces estaba marchando a la perfección así que tuvo que ingeniárselas para poder estar al pendiente de todo, en realidad ahora es su madre y su esposa quienes se hacen cargo del corporativo. Su suegro está feliz de aprender todo lo que se le enseñe y esta yendo a la empresa junto con las dos mujeres.

La fundación está marchando de maravilla y Gabriela está feliz de saber que cada vez más jóvenes logran ganarse una beca para estudiar en el extranjero, algunas mujeres ya se han incorporado a trabajar en algún otro lado fuera de los talleres de la fundación. A un año de su inauguración ya está ideado la forma de poder traer becarios al país para incursionarlos en el mundo laboral, pero en el extranjero.

Cada cosa tomo su rumbo y se puede decir que todos estaban felices.

—Date prisa amor que llegaremos tarde.

Al fin Alexander tenia lista la sorpresa para su esposa.

Gabriela bajaba las escaleras mientras en un brazo traía cargando a su hija y en el otro la bolsa con sus cosas, había insistido en llevársela a su madre para que la cuidara ya que por ahora su padre había hecho un viaje a su pueblo, pero por desgracia su madre estaba en una cena de negocios y al final se las terminaría llevando a ambas. Era lo mejor para lo que tenía preparado.

Ambos amaban hacer estos paseos en familia; tenían que sacar tiempo de donde fuera, pero no volverían a desaprovechar ningún momento, habían aprendido la lección.

—Si me ayudaras creo que no sería tan difícil esto.

Alexander despertó de su ensoñación al ver bajar a las dos mujeres que más amaba en estos momentos, es que era un sueño verlas, corrió hasta ellas y tomo entre sus brazos a Ángela quien inmediatamente se aferró a él.

Deposito un suave beso en los labios de su esposa, como si hace mucho no la hubiera visto, aunque en realidad solo fue hace unos minutos. Admiró el vestido que se había puesto y algo en el despertó, que si no tuviera a su hija en brazos se olvidaría de todo y correría escaleras arriba hasta poder arrancarle el vestido que traía puesto, sin embargo, tuvo que contenerse, hoy era una noche especial y era necesario que llegaran a la nueva casa.

—No seas gruñona esposa mía que te volverás vieja antes de tiempo —Sabia que su broma traería consecuencias y lo único que estaba haciendo era provocarla para sacarle una sonrisa.

—Me busco a alguien más joven para que me regale juventud.

Eso ya no le agradó a Alexander y la sonrisa en sus labios se borró.

—Ya dejemos de jugar y apresurémonos.

—¿Quién dijo que estoy jugando? —Continuo con la broma Gabriela, al ver la mala cara de su esposo se aferró a su brazo y lo incito a caminar a la salida sonriendo para que se le quitara la cara de mala leche—. Deja esa mala cara a ver si con eso se te quita lo chistosito.

Calmado guío a su esposa hasta el auto y después de acomodar perfectamente a Ángela, dieron marcha hacia la nueva casa.

—Ya me dirás ¿Dónde es que vamos? —Trataba de convencer a su esposo para que le diera alguna pista mientras acariciaba su pierna de forma coqueta.

—No será posible, ni siquiera por esto.

Coloco su mano junto a la suya solo por unos instantes y después siguió manejando.

Gabriela recordaba el camino un poco, y fue hasta que se detuvo por completo que reconoció el lugar, solo que ahora no era un espacio vacío, desde su posición podía verse edificado una hermosa casa recordando la promesa que alguna vez le hizo Alexander estando aquí.

—Bienvenida a su nueva casa —hablo Alexander cuando le tendió la mano a su esposa para que bajara, su hija aún seguía durmiendo y después de que su esposa se quedó viendo embelesada el lugar el aprovecho para sacarla de su sillita, se removió un poco, pero no despertó.

Llego haya ella y la tomó de la mano guiándola hasta dentro.

—Puedes hacer el honor —le entregó las llaves de la casa y feliz lo toma y corre hasta la puerta como si fuera una niña pequeña con nuevo regalo, Alexander va todo lo aprisa posible ya que lleva entre sus brazos a su hija.

Cuando Gabriela abre la puerta lo recibe un ambiente cálido, al encender las luces se maravilló de ver que todo estaba perfectamente amueblado.

—¿Te gusta?

—Esto es hermoso, ¿en que momentos hiciste todo esto?

—Fue justo después de que nos separáramos, sabía que pronto volverías y quería que cuando eso sucediera ya estuviera lista, después fue el nacimiento de nuestra hija y deje los últimos detalles pendientes, ahora ya está prefecta para que comencemos de nuevo aquí.

Con cuidado coloco a su hija en el moisés que traía en sus manos y lo acomodo en el sofá más grande, se aseguró que estuviera durmiendo y volvió a donde su esposa se encontraba aun con los ojos muy abierto admirando todo lo que veía y tocando cada cosa que se encontraba a su alcance, como si de esta manera comprobara que esto no era un sueño, por su parte Alexander se alegró mucho de que le haya gustado.




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