De pronto, siento como si el suelo bajo mis pies se tambaleara y me debo sujetar del borde de la encimera para no caerme o esperar a que Ewa diga que en realidad intenta hacerme una broma de mal gusto pero jamás Ewa bromearía con algo así. La noticia me golpea como un viento helado al cual debo mostrarme fuerte para aclimatarme. Intento no mostrar la conmoción, pero sé que mis ojos se han abierto demasiado, que mi respiración se ha vuelto más rápida y que mi cabeza va a mil intentando procesar esas palabras.
—Yo… No… no lo sabía —logro decir con cierta debilidad, aunque mi voz apenas es un susurro.
Ewa me observa con cierta calidez, pero también con cierta preocupación de creer que ha metido la pata.
—¿Niko no te contó?
—No, en absoluto.
Ellos se conocen desde hace años porque eran amigos en la universidad en el mismo grupo que se mantuvo con el tiempo, claro que Ewa sabe más cosas de Niko de las que yo misma haya podido procesar en este tiempo de conocerme con él, apenas poco más de año y medio, no tiene comparación.
—Bueno, yo…—titubea—, no creo que Nikodem te lo haya contado porque… bueno, es un tema doloroso, ¿sabes? Y él ya no está con ella, no desde hace mucho antes de conocerte a ti. Pero pensé que debías saberlo. Caray, a quién quiero engañar, te juro que creí que era un tema ya conversado entre ustedes, cariño. Siento tanto haber irrumpido así en la privacidad de los dos.
—Descuida, no creo que hayas incumplido a nada.
Las palabras de Ewa resuenan en mi mente por mucho que intente restarle importancia a lo que acabo de escuchar. Nikodem y Nastia perdieron un bebé. Y ahora, yo tengo a Ivo. Nuestro bebé, o sea, mío, pero Niko se hace cargo de él como su padre. Porque es su verdadero padre pese a que Pawel ahora quiera aparecerse para vaya a saber qué clase de tratos de su imagen pública lo cual debe de venir comandado por sus padres.
Una parte de mí se siente incómoda, como si estuviera invadiendo un espacio que no me pertenece o que no sé hasta dónde entrar en lo que implica la privacidad de Nikodem, si yo le permití entrar en la vida de mi hijo, ¿por qué él no me deja entrar en la…en la historia del suyo?
Otra parte de mí, la más insegura y vulnerable, siente una punzada de celos, de dolor, porque sé que Nikodem amó a Nastia de alguna manera, alguna vez, incluso si ya no es así y tuvieron algo en común tan fuerte y tan doloroso que los ha marcado por siempre.
Entonces, mis pensamientos hacen un click casi inmediato.
—¿Hace cuánto fue eso?
—Ay, cielo.
—Ewa, por favor.
—Madalina, realmente creo que yo no puedo entrar más en el asunto, por favor. Pero tampoco quiero que vayas con Niko y lo hablen porque quedaré como la más bocaflojas y ya ni él ni nuestros amigos volverán a confiar en mí.
—Necesito saberlo.
—Va a matarme, no querrá verme de nuevo.
—Te mantendré a salvo.
—Ojalá fuera tan sencillo.
—Prometo no decir nada de lo que tú me contaste—le doy mi palabra.
—Pero le dirás que te encontraste con Nastia porque en algún momento, estén bien o no, saldrá el asunto a flote.
—Quizá, no lo sé—convengo.
—Madalina… Una parte de mí cree que lo correcto es decirte, que sepas todo, pero otra parte cree que lo correcto es no decirte nada y dejar que las cosas fluyan entre ustedes sin meterme en el medio más de lo que ya hice.
—Ewa, te lo ruego.
—¿En qué cambian las cosas?
—Lo sabes. Sabes en qué cambian y por ello necesito saberlo. No es lo mismo sucedió antes…o después de…
Me llamo al silencio.
No quiero evocar siquiera en voz alta a Pawel y lo que me hizo.
Ella suelta un suspiro, entonces desliza la bomba al tiempo que le pone palabras lindas que intentan acaparar el momento más duro de la detonación.
—En qué cambian—murmura ella—, no deberían cambiar en nada porque estoy segura de que tú e Ivo son lo más importante y lo más lindo que pudo haber llegado a la vida de Nikodem, ¿estamos?
—Estamos—murmuro. Ojalá tuviera más seguridad en este momento.
—Bueno, así sucedieron las cosas, verás…