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18. Nastia y Pawel

La realidad parece detenerse por un instante. Mis manos se tensan alrededor de Ivo, tratando de procesar lo que acabo de ver. ¿Por qué Nikodem está recibiendo mensajes de Nastia? Se supone que ya había acabado todo entre ellos dos, ¿por qué hacen esto ahora? Intento que mi cabeza no se apresure en sacar conclusiones precipitadas, pero es imposible ya que siento que mi vida emotiva le ha ganado terreno a mi mundo racional.

Mi corazón se acelera con fuerza en mi pecho, casi puedo percibir el eco sordo de cada latido resonando en mis oídos. ¿Por qué, después de todo lo que hemos pasado, sigue en contacto con ella? ¿Qué está haciendo ella enviándole mensajes? Intento racionalizarlo, buscar una explicación lógica, pero la verdad es que todo en mi interior se siente traicionado, herido. ¿Tuvo algo que ver con los intentos de acercamiento que hizo Nastia conmigo? Lamentablemente hay una pizca de coherencia en lo que está pasando si lo analizo por la vía de que Nastia y Niko no han cerrado contacto.

“¿Amor?”

Creo que Nastia tiene razón.

—¿Madalina?

Que cruel y egoísta fui al no ser capaz de verlo, con todo lo que ha sucedido que he estado cegada de notar otras posibilidades respecto a lo que sucedía alrededor.

—¡Amor!

Parpadeo, notando que Nikodem ha regresado ya y se ha ubicado a mi lado.

Parpadeo, intentando volver a la realidad e intentamos seguir como que no ha pasado nada.

—Lo siento, me he quedado en blanco creo—digo riendo y el marido de Ewa destaca que le suele suceder cuando está estresado y Ewa le dice que él siempre está estresado lo cual provoca risas y aliviana la situación.

Pero Niko no. Él me conoce lo suficiente para saber que algo no está bien.

—Supongo que vas a comentarme qué sucede—me dice él con su tono tranquilo una vez que regresamos a casa y dejo todo en su lugar. Ivo está en sus brazos profundamente dormido.

—¿Por qué…? —Empiezo a hablar, pero las palabras se me atascan en la garganta. Estoy tratando de mantenerme tranquila, racional, pero el miedo y la duda me están ahogando. El parece aguardar y me dice luego que espere un segundo—. Okay, ve a arropar a Ivo, te espero en la cocina, ¿sí?

—Bien.

Asiente con una sonrisa que demuestra seguridad en sí mismo aún considerando que algo parece haberse salido de casillas.

¿Alguna vez tuviste la sensación de que estás a punto de arruinarlo todo? ¿Alguna vez sentiste que estás a punto de meter la pata en algo que puede que no sea lo mejor ni lo más conveniente por el simple hecho de que elijas las palabras inadecuadas? Espero haber entendido mal, espero que todo sea algo cercano a un error, pero estoy muy segura de lo que vi y de lo que he vivido.

Pongo la cafetera a funcionar y Niko llega justo para ayudarme con las tazas.

—Puse descafeinado—le digo. Bebo el café así ya que desde mi embarazo y que doy de amamantar he eliminado por el momento la cafeína de mi dieta.

—Me parece bien—dice e intenta dedicarme una sonrisa.

Al servirlo, endulzo el mío y él lo bebe amargo. Acto seguido nos sentamos uno junto al otro a orillas de la barra del desayunador.

Nikodem se inclina hacia mí, intentando calmarme, pero su proximidad solo me hace sentir más atrapada.

—Cuando yo me fui, viste un mensaje que llegó de manera inoportuna.

Inspiro profundamente.

Okay, entonces se ha dado cuenta.

—Me ha escrito varias veces, sobre todo este último tiempo y he intentado ser amable con Nastia—se explica y escucharle decir su nombre me suena casi igual a que soltase una palabrota.

—¿Y qué…quería?—le pregunto con la voz temblando así que intento calmar eso con un trago de café. Creo que aún está amargo.

—No voy a mentirte Madalina, no es mi naturaleza. Nastia quiere que retomemos el contacto, pero no lo encuentro precisamente algo saludable para nosotros dos por el simple hecho de que ya no estamos juntos.

—Ella nunca quiso que terminaran.

—Yo nunca la amé del mismo modo que ella sí me amaba a mí.

Escucharle decir eso me hace pensar que en un futuro podría ser invertida la situación, pero con respecto a mí.

Que algún día descubra que Niko no me amó del mismo modo que yo a él o que esto nunca significó lo mismo para los dos.

—Amor, ¿tú confías en mí?

Trago con cierta dificultad y asiento. En efecto, confío en él con mi alma.

—En ella no confío—asimilo con terquedad.

—Entonces no debemos permitir que ninguna otra persona se inmiscuya entre nosotros dos. Debemos ser más fuertes que nunca y priorizar a Ivo, ¿okay?

Asiento con torpeza.

Él me abraza y mi inseguridad se dirige hacia un nuevo punto.

—Significa mucho él para ti—le digo en un murmullo.

—Es mi hijo. Lo siento así.

—Es tu hijo, pero…

—¿Pero?

—Temo hacer las cosas mal y perderlo ante Pawel. Pondré mi vida de por medio para luchar por él, pero ¿me amarías aún sin Ivo de por medio?

—Amor, qué dices…

—Re-respóndeme…por favor.

Suspira mirándome a los ojos.

—Desde el primer momento que llegaste a mi vida, te has convertido en mi única y exclusiva prioridad, por ello es que te amo con todo mi ser.

Le sonrío, aceptando su respuesta.

Quiero creerle. Quiero con todas mis fuerzas confiar en él. Pero el dolor es profundo, y las dudas se arremolinan en mi mente. No es solo por Nastia, es por todo lo que hemos estado enfrentando: Pawel, el juzgado de familia, la lucha por proteger a Ivo. Todo se siente tan frágil, y ahora esto… esto me hace sentir como si hubiera una grieta invisible que estuviera creciendo entre nosotros, una que no puedo detener. ¿Por qué Nastia aparece ahora? ¿Con Pawel?

Un momento.

¿Y si en verdad…?




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