La noticia se esparce con el mismo apetito que un incendio en un bosque seco.
Apenas ha pasado una semana desde mi liberación y ya los medios internacionales están cubriendo cada detalle de este caso. En los titulares de periódicos y portales, mi historia resuena, exponiendo la corrupción y los abusos de poder que han permanecido ocultos bajo la sombra de la familia Kaczmarek.
Leo los artículos que revelan investigaciones de material que incluso yo desconocía: cada pieza del rompecabezas de corrupción se va armando con detalles que exponen la red de poder que sostiene a Pawel y a su familia de la mano del poder político de turno. “Escándalo de Corrupción en Varsovia” “Manipulación extorsiva en el Poder Judicial” “Extorsiones en debates Legislativos” y mucho más resaltan los titulares por todas partes. Es como si mi historia se hubiese convertido en un símbolo, un detonante para algo mucho más grande que yo en el cual se han visto entrampadas personas inocentes que no hacen solo a una situación de violencia doméstica cualquiera.
Hoy, mientras reviso uno de esos artículos, veo la noticia que marca un antes y un después: las autoridades del partido han desafectado y puesto en vilo a cargos políticos de toda la familia que parecían haberse perpetuado de manera ilegítimamente hereditaria. Pawel está en el centro de la tormenta, pero las investigaciones han comenzado a señalar a todos los que lo rodean: jueces, empresarios, políticos de turno y con mandatos cumplidos mediante redes en verdad que turbulentas.
Lewandowski me lo dijo: él quería cambiar el sistema. No pensé que lo haría con tanta rapidez, ni que el impacto de mi noticia sería tan fuerte, aunque algo ya había previsto con mis redes sociales y la trascendencia mediática del caso a tal punto que hace imposible que los grandes mandatarios hagan caso omiso. Desde el momento en que me convertí en la imagen de esta causa, todo ha comenzado a transformarse. Pero el peso de esta exposición es brutal; cada rincón de mi vida está bajo escrutinio, y aunque tengo el apoyo de muchos, también hay quienes cuestionan mis decisiones.
Veo pasar titulares y mi inicio de redes sociales con una congoja tan fuerte que quiero llorar, pero de la euforia y el entusiasmo. Con tamaña situación, Ivo no tiene por qué regresar con Pawel y eso da sentido a todo por lo que estado luchando.
Mientras intento procesar todo esto, Nikodem entra en la sala con una taza de café y una sonrisa cansada pero reconfortante.
Me dejo caer a su lado en el sofá, apoyando mi cabeza en su hombro.
Él me sugiere que veamos una película ya que Ivo está durmiendo con paz en su cunita, sin embargo yo no creo poder concentrarme en algo así aunque sí me hará de maravilla compartir tiempo de calidad con Niko así que acepto y él reproduce algo a lo que no le presto demasiada atención, pero lo recibo con alegría.
Estando a punto de quedarme dormida sin cenar y siendo ya casi las diez de la noche, mi móvil comienza a vibrar y nos espabila a ambos. Intento dejar de lado el móvil por esta noche para que sea un momento de paz solo entre él y yo, aunque me resulta imposible ya que al querer colgar la llamada, ambos vemos el nombre del remitente. Y sabemos la importancia de que tiene.
Es Aldrich.
No es cualquier cosa el hecho de que tu abogado en medio de una causa tan polémica y escandalosa te llame a esta hora de la noche.
Debo contestar.