Seguir Adelante

Epílogo

Narrado por Madalina

El día ha llegado. Estoy frente al espejo en la habitación del hotel, ajustando un vestido que nunca pensé que usaría para un evento como este y aún no me puedo creer que lleve puesto algo que un diseñador me ha dado entregado sin esperar nada a cambio, pero al que de todas formas le agradecí en mis redes sociales. Mi reflejo me devuelve una imagen que todavía no reconozco del todo: una mujer que, contra todo pronóstico, se encuentra aquí, en Nueva York, a punto de asistir a la ceremonia de los Pulitzer, enfundada en un maravilloso vestido hasta por debajo de las rodillas, color hueso. Todo esto me sabe a que estuviera escribiendo una novela de ciencia ficción, como si estuviera viviendo la vida de otra persona, una que hubiera sido lo suficientemente valiente y fuerte para llegar hasta aquí, ahora.

Nikodem entra en la habitación, con Ivo en brazos, vestido con un pequeño traje que hace que su sonrisa sea aún más encantadora. Me mira y sonríe, con sus ojos reflejando una ola de sentimientos tan bonitos e intensos que me hacen temblar.

—Estás hermosa—dice, acercándose para besar mi frente.

—¿Tú crees?—respondo, mirando mi reflejo con escepticismo, aun sin creerme lo que tengo alrededor

—Lo sé—afirma con una convicción que casi me hace reír.

Tomo a Ivo en mis brazos, inhalando su aroma reconfortante mientras él juega con los botones de mi vestido. Es mi pequeño ancla en este mundo,, el recordatorio constante de por qué he luchado tanto, de por qué nunca me rendí ni me rendiré.

***

La sala de ceremonias de la Universidad de Columbia está llena de personas. El aire yace cargado de expectativa, de conversaciones, de estrellas que hicieron de sus vidas algo inspirador y trascendental.

Estoy sentada junto a Nikodem, quien no me ha soltado la mano desde que llegamos. A mi lado, Nastia revisa algo en su teléfono, probablemente actualizando a su equipo en tiempo real seguido de la ola de fotografías de las cuales se nutre para trabajar. Todo parece un sueño, un escenario que jamás hubiera imaginado para mí.

El programa avanza, y mi mente se divide entre el momento presente y los recuerdos que se agolpan en mi cabeza. Cada nombre anunciado, cada premio entregado, me acerca más al momento que cambiará todo. Mi categoría es una de las últimas y con cada minuto que pasa, siento cómo la ansiedad crece en mi pecho, pese a que el premio no me define en realidad.

Hasta que llega el momento. Escucho mi nombre, seguido por el título de mi libro y el aplauso que sigue es como un trueno, pero todo lo que puedo escuchar es el latido de mi propio corazón retumbando en mis oídos.

Nikodem me aprieta la mano antes de que me levante. Nastia me susurra desde cerca:

—Adelante, Madalina. ¡Vas a estar increíble!—mientras me separo del asiento. Camino hacia el escenario, con mis pasos pesados, firmes, decididos. El público parece desdibujarse y solo siento la calidez de las luces que me iluminan.

Cuando llego al podio por fin, el premio está frente a mí, brillante y tangible, pero lo que realmente me golpea es la enormidad del momento. Mientras lo tomo entre mis manos, las imágenes comienzan a cruzar por mi mente: los gritos, los golpes, las noches interminables de miedo y desesperación. La cara de Pawel, las lágrimas de mi madre, el llanto de Ivo. Pero también veo las manos que me levantaron, las palabras de aliento, las miradas que me devolvieron la esperanza. Veo a Nikodem, a Ewa, a Nastia, a todos los que me ayudaron a reconstruir mi vida.

Tomo aire y miro al público. La sala está en completo silencio, esperando mis palabras.

—Hace un año, nunca habría imaginado estar aquí—comienzo hablando desde el fondo de mi corazón, con mi voz temblando ligeramente—. Hace un año, mi vida estaba definida por el miedo, por el abuso, por el control que otra persona ejercía sobre mí, por el horror. Y hace dos años, apenas sentía que estuviera viva. Pero hoy estoy aquí, no porque sea más fuerte que nadie, no porque sea especial, sino porque elegí luchar. Y esa lucha no fue solo mía.

Hago una pausa, dejando que mis palabras calen en la realidad. Veo rostros atentos, algunos asintiendo, otros con los ojos brillando.

—Este libro—continúo, sosteniendo el premio con una mano— no es solo mi historia. Es la historia de miles, de millones de personas que han sido silenciadas, manipuladas, abusadas. Personas que, como yo, creyeron en algún momento que no había salida a ese pozo oscuro. Pero hay salida. Siempre hay salida.

Mi voz se quiebra un poco, pero sigo adelante con el discurso.

—Quiero dedicar este premio a todas esas personas. A quienes todavía están luchando en silencio, a quienes creen que no tienen fuerza. La tienen. Nosotros la tenemos. Y juntos, podemos romper el ciclo, podemos cambiar las cosas. Siempre habrá una mano dispuesta a ayudarte. A ti, que estés leyendo esto, a ti que estás escuchando estas palabras, a ti que crees que todo está perdido… Siempre. SIEMPRE habrá una mano para ti dispuesta a ayudarte.

El aplauso que sigue es ensordecedor. Me quedo quieta por un momento, permitiéndome absorberlo, permitiéndome aceptar que, por primera vez en mucho tiempo, todo lo que he hecho, todo lo que he pasado, ha valido la pena.

Cuando bajo del escenario, Nikodem me espera al pie de las escaleras, con Ivo en brazos. Me rodea con un abrazo fuerte, y por primera vez en semanas, dejo que las lágrimas caigan libremente. Son lágrimas de alivio, de gratitud, de amor verdadero, de un dolor que finalmente comienza a sanar.

Porque sé que he elegido el camino correcto.

Y así será de aquí en más ante toda adversidad.

***

Gracias por leer esta historia. Si me siguen, comentan y la recomiendan me ayuda mucho.

Ya pueden leer mi nuevo libro acá en booknet




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.