Seis meses para decir no

Capítulo 3

Aisha:

Sin duda la suerte no está de mi parte.

Me giro lentamente hasta quedar frente a frente a mis padres. Sus expresiones faciales demuestran su enojo y de esto no me voy a librar.

—¡Aisha Stuart! ¿Qué hiciste? —demanda mi padre con tono fuerte.

Trago saliva por el incomodo momento. Frente a mi estan mis padres con una expresión de enojo. Seguramente ya le fueron con el chisme de lo que pasó la noche anterior.

—Ah ¿No vas a hablar? —demanda mi padre burlón.

—N...no se de que hablan. —mi voz suena entrecortada.

—Hablamos del bochorno que nos has hecho pasar. —dice mi madre abanicándose.

—Y...yo... n...no. —balbuceo.

—¿Tú? ¡Tú! —se burla mi padre de mi—. Tú, eres una vergüenza para esta familia.

—¡¿Cómo se te ocurrió hacer semejante show en la exposición de tu amiga?! —mamá se exalta—. Sabes cuantos clientes nuestros habían ahí. Perdimos muchos clientes por tu culpa —me señala—.

—Eso sin contar la bajeza que le hiciste a Alfredo Domínguez ¡Le tiraste la bebida encima! Lo último que me faltaba —exclama mi padre frustrado—, un hijo maricón y una hija borracha.

Mis ojos se cristalizan y lágrimas comienzan a rodar por mi mejilla.

—¿Estás llorando? —pregunta con tono jocoso mi padre—. Ay, pobrecita.

—Aprende a tragarte las lágrimas —escupe las palabras mi madre y me tira un pañuelo —.Si quieres ser una mujer de verdad, deja esas niñerías y ponte a buscar un buen marido para que limpies tu imagen.

—¿Y por qué no limpian mi imagen ustedes? Es lo que hacen ¿no? —mascullo entre lagrimas—. Crear una imagen a base de mentiras.

Mis padres tienen una impresa que se encarga de limpiar la imagen de políticos y personalidades públicas. Para tener una mejor aceptación del público o ganar una elección. En conclusión, crean vidas falsas y eso quisieron hacer con nosotros. 
Querían una familia perfecta ante la sociedad. Una farsa de la cual presumir con sus amigos .

Mi hermano es gay y cuando mis padres lo descubrieron lo amenazaron de excluirlo de la herencia. Pero nunca quisimos nada de este dinero. Por eso mi hermano se fue, ya trabajaba por si solo así que se independizó. Y desde entonces no habla con mis padres.

¿Qué hicieron mis padres?

Le hicieron creer a sus “amigos” que mi hermano había viajado a otro país a estudiar administración de empresas y así ocuparse en el futuro del negocio familiar.

Una farsa total.

Aunque ellos esperan que mi hermano recapacite y deje de actuar de forma indebida.

—¡Mira mocosa estúpida! Todo eso de lo que te burlas será tuyo algún día, y espero que consigas un buen marido porque nunca serás buena para dirigir algo tan grande, como nuestra empresa. —se arregla la corbata.

—Yo si podría pero...

—¿En serio? Si no sabes hacer nada. Solo juegas a la famosa viajando por ahí y ¡Sorpresa! No podías viajar si no tuvieras nuestro dinero. Eso solo demuestra que no sirves para nada. —exclama.

—Pero yo se de moda ¡Pero ustedes no me dejan estudiar! —dejo salir mi enojo.

—¡¿Para qué?! Para que termines como una costurera pordiosera —declara mi madre—. Terminarías rogando por nuestra ayuda. Porque no sirves para nada. Estas destinada a estar trás la sombra de un hombre porque sino no serás nada en esta vida ¡Nada!

—Entonces tenemos más en común de lo que crees, madre —recupero un poco de mi valentía—. Porque terminaré como tu. Trás la sombra de un hombre.

La cachetada resuena en todo el salón. Miro a la causante del escozor en mi mejilla con ojos dolidos.

—Me pegas porque sabes que tengo razón. Las verdades duelen ¿No es verdad, madre?

—¡Mira mocosa! —levanta su mano para darme otra cachetada.

—¡Basta ya! —mi abuela entra al salón en su silla de ruedas con duquesa sobre sus piernas y fulmina con la mirada a mis padres.

—No te metas en esto madre. —le ordena mi padre con voz fuerte pero ella ni se inmuta.

—¡No me des ordenes Carl Stuart! Soy tu madre, no uno de tus sirvientes —cambia la mirada a mi madre—. Y si me meto porque estan lastimando a mi nieta.

Duquesa baja de las piernas de mi abuela y se restriega contra mi pierna, dándome su apoyo.

—Somos sus padres. Le estamos enseñando que nos respete. —se excusa mi madre.

—El respeto se gana, no se impone. —se mueve con la silla de ruedas hasta quedar frente a mi madre y aunque su estatura queda más bajo ella no se inmuta—. No quiero volver a ver que golpees a Aisha. La proxima vez te vas de la casa.

—Madre...

—No. Carl Stuart, no me vas a contradecir. Esta casa es más mía que de ella, al menos hasta que deje de respirar y ese no es un plan cercano. En mi casa se respetan mis reglas, así que espero no ver esta conducta de nuevo.

—No puedes meterte en la educación que le doy a mis hijos.—exclama mi madre.

—¿Educación? —cuestiona mi abuela— ¿Qué delito capital cometió para que la trataras así?

—Nos hizo quedar en vergüenza, ante su actitud con Alfredo Domínguez. —explica papá.

—¿Alfredo Domínguez? El mismo que le metió mano a tu esposa y tu no dijiste ni media palabra por ser uno de los mayores inversores en tu empresa.

Las palabras de mi abuela me dejan descolocada ¿Cuándo había pasado todo esto?

Un silencio ronda entre los presentes de la sala.

—Eso pensé —exclama con una risa seca mi abuela—. Vamos cariño.

Me llama la abuela y tomo a duquesa entre mis brazos antes de seguirla.

****
 

 

Toco el timbre por segunda vez y obtengo una respuesta.

—¡Voy! —la voz de mi hermano se escucha dentro de su casa.

Después de irme con mi abuela me quedé dormida en mi habitación, con duquesa y ella velando mis sueños. Desperté hace media hora y decidí venir a ver a mi hermano. Necesitaba desahogarme con alguien y él me comprende mejor que nadie.

—¿Aisha? —dice mi hermano extrañado de verme.
 


—Hola ¿Podemos hablar?



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En el texto hay: drama, amor, casamientos

Editado: 05.03.2022

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