Seis meses para decir no

Capítulo 4

"No confíen en el destino, es una perra sin corazón que nos quiere hacer sufrir"

Aisha:

Intenté salir de ahí antes que notara mi presencia, pero ¡Sorpresa! El destino estaba aburrido y quiso entretenerse con mi encuentro con Theo.

Consejo: No confíen en el destino. Es una perra sin corazón que nos quiere ver sufrir mientras come palomitas.

—Aisha —exclamó sorprendido al verme— ¿Vas a huir otra vez?

Al menos el si recordaba mi nombre, yo en cambio lo reconocí por sexy extraño. Mi mente alcoholizada puede ser muy ingeniosa.

—Hola... —intente recordar su nombre.

—Theo. —me aclaró.

—Hola Theo —repetí con dificultad al mencionar su nombre, me gustaba más llamarlo sexy extraño—. No pensaba huir.

—Sí, claro ¿Así que eres de esas chicas que huyen para no enfrentar sus decisiones? —dió un paso más cerca de mi.

—¡No soy ese tipo de chicas! —me obligué a bajar el tono de mi voz al recordar donde nos encontrábamos.

—¿Y qué tipo de chica eres? Por tu ropa deduzco que eres de esas hijas de papi que tienen todo lo que piden. Incluso tus bragas son caras. —rueda los ojos.

—Pervertido —mascullo con las mejillas acaloradas ante la mención de mi ropa interior—. No puedes juzgarme por mi forma de vestir.

—Solo resalto lo que está más que claro. —mi mirada lanzaba dagas en su dirección.

—No has oído la frase “No juzgues un libro por su portada”. —exclamo.

—Esa frase está sobrevalorada.

»»Por tu aspecto puedo descifrar, que eres de esas que viven en las casas prohibidas para gente como yo. Esas que simulan ser un castillo de princesas. Donde vives feliz mientras tus padres te dan todos tus caprichos, sin tener que esforzarte por nada ¡Patético! —bufa.

Admito que sus palabras hicieron mi corazón doler. Porque la mayoría eran ciertas. Pero no todo a simple vista es verdad.

¿Tengo dinero? No. Mis padres son los que tienen.

¿Tengo todo lo que quiero? No tengo libertad.

¿Me dan todos mis caprichos? Eso díselo a quien pasó toda una tarde de peleas para que le permitieran adoptar una gata y así no sentirse tan sola.

¿Soy feliz? No es una felicidad verdadera.

—Tienes razón en muchas cosas, pero no todo es verdad. —intento irme pero el me detiene.

—¿Acaso no cenas con tus padres todos los días?

No. Solo cuando quieren jugar a ser la “familia perfecta” frente a sus inversionistas.

—¿No tenías regalos para abrir en navidad?

Sí. Pero no es divertido abrirlos y no tener con quien jugar.

—¿No contrataban guardaespaldas para cuidarte?

Pero no me cuidaban de los que de verdad me dañaban.

—¿No tenias clases particulares?

Sí. Y daría lo que fuera para ir a una escuela con los demás.

—Te quedas callada porque sabes que es verdad.

—Sí. Es verdad. Pero no de la forma que crees. El dinero no te hace tener amigos.

—Oh ¿Acaso tus amiguitos no quieren estar contigo porque no tienes suficiente dinero? —se burla.

Y por un moment pienso gritarle todas las verdades que cree saber, pero luego recuerdo que no sabe la otra cara de la moneda.

—No. Yo me alejaba de ellos porque no eran amistades verdaderas. Se acercaban a mi con intenciones de que su familia estuviera cerca de mis padres y de su dinero. Dicen que el dinero soluciona todos tus problemas y te hace feliz, pero eso no es verdad.

—¿No eras feliz al tener un juguete nuevo? ¿Ropa de marca? ¿Un telefóno?

—No —interrumpo su lista—. Porque no tenía con quien compartir esa felicidad.

Con un suspiro pesado comienzo a caminar pero me sujeta impidiendo mi caminar.

—Creo que esto es tuyo. —me tiende el vaso el té helado.

—¿Puedo tomarla o me vas a juzgar también por eso?

—Perdona —me acerca otra vez el vaso y esta vez si lo tomo—. Mi madre no me crío así. Es solo que llevo un mal día.

—Te perdono. Todos tenemos malos días.

Aunque para mi los días malos parecen no acabar.

—¿Te puedo preguntar algo?

—Mientras no sea el número de la cuenta de mi tarjeta —su expresión cambia de extrañada a alarmada—. Oye que era una broma.

El suspira pero su expresión no cambia.

—¿Por que huiste?

Su pregunta no me toma por sorpresa. Tarde o temprano tendríamos esta conversación.

—Vergüenza —susurro aunque se que me a escuchado—. No soy de esas chicas que se acuestan con el primero que ve. No se que me ocurrió esa noche, me pasé con la bebida o yo que sé —me encojo de hombros—. Pero esa no es mi conducta habitual.

Todas estas horas me he pasado pensando lo que había pasado y el recuerdo que había llegado a mi mente. Pero nada más había descubierto. Solo se que yo no me comportaría así ni aunque estuviera borracha, no se que me pasó.

—Dicen que hay una primera vez para todo. —su voz me hace recordar todo lo que dije y pensé esa noche.

—Eso dicen. —bajo la mirada.

Bebo en silencio mi té hasta que una idea cruza mi mente.

—¿Puedo preguntarte algo yo?

—Claro.

—¿En verdad pasó algo entre nosotros esa noche?

Su mirada se desvía hacia el suelo y su nuez de Adán se presencia más notoria.
—La verdad es que...

—¡Theo!

Un hombre llega corriendo a nuestro lado. De forma inmediata lo identifico como el otro amigo de Theo y Edward. Creo que se llamaba Delvis.

—Hey Denis ¿Por qué tanto apuro?

¡Ah! se llama Denis, bueno yo sabía que era con De.

—Encontré la habitación de Edward, hablé con el doctor y nos va a dejar entrar a verlo.

—¿Vienes con nosotros? —me dice Theo haciendo que su amigo fije su atención en mi.

—Ah. Hola, no te había visto. —le devuelvo el saludo con un asentimiento.

—Sí, voy con ustedes. Tengo que ver a Abby y Jack.

Ambos caminamos por el pasillo hasta encontrar a mi hermano frente a la habitación de Edward.

—¿Por qué tardaste tanto? —me recrimina mi hermano cuando me ve llegar.



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En el texto hay: drama, amor, casamientos

Editado: 05.03.2022

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